- La transición energética en el mundo y en México debe ser justa e incluyente y las energías pueden y deben multiplicar los beneficios sociales vinculados con sus proyectos.
Por: Redacción/
El mundo vive una acelerada transición energética de sustitución de combustibles fósiles por renovables, y en el caso de la movilidad eléctrica, casi todas las naciones desarrolladas han puesto fecha al fin del uso de autos de combustión interna, por lo que todas las marcas importantes anuncian cada vez con más frecuencia cuándo van a dejar de vender este tipo de vehículos, advirtió el doctor Adrián Fernández Bremauntz, egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el marco del X Aniversario del Primer Período Lectivo de las Licenciaturas en Biología Ambiental, Ingeniería en Recursos Hídricos, y Políticas Públicas de la Unidad Lerma de la Casa abierta al tiempo, el director ejecutivo de la Iniciativa Climática de México cuestionó si en medio de tal escenario “nuestro país se encuentra en dicha transición o pasa por una regresión”.
Las metas de generación con energías limpias de 25 por ciento para 2018; 30 por ciento para 2021, y 35 por ciento para 2024, de acuerdo con la Ley de Transición Energética (LTE) de 2015 no serán alcanzadas “por el freno puesto en 2019” a partir de la política de la administración.
Al dictar la conferencia magistral El papel de México en el combate al cambio climático, señaló que a nivel global se avanza rápidamente en una evolución que abarca la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables, dada la disminución de costos y mayor eficiencia que implica, pero hay también una acelerada electrificación de la movilidad personal y del transporte público.
A lo anterior se añade el número creciente de países y compañías de automóviles que adoptan fechas límites para la venta de autos de combustión interna, la incipiente carrera por escalar y abaratar el almacenamiento de combustible, incluyendo las baterías, así como el hecho de que algunas naciones empiezan a apostar desde ahora por el hidrógeno verde.
La transición energética en el mundo y en México debe ser justa e incluyente y las energías pueden y deben multiplicar los beneficios sociales vinculados con sus proyectos, sin embargo, en el país “no sabemos si estamos avanzando a una transición o a una regresión, porque es un tema complejo”.
Durante la convención marco de los Acuerdos de París en noviembre de 2015 se aprobó en el Congreso mexicano la LTE, la cual establecía propósitos obligatorios y progresivos para la incorporación de energías limpias, “y este año tendríamos que estar llegando a 30 por ciento de éstas en nuestra matriz y alcanzar 35 por ciento en 2024”.
Estos eran objetivos posibles, pero ya no se van a cumplir, porque ha habido una serie de decisiones de política pública en la gestión que han modificado las leyes vigentes y la Constitución.
El biólogo por la UAM y doctor en ciencias ambientales por la Universidad de Londres señaló que estos cambios han propiciado un sinnúmero de amparos no sólo por parte de compañías que ven afectados sus intereses, sino por grupos de jóvenes ambientalistas de la sociedad civil.
Al haberse rechazado por parte de las cortes todos estos intentos de variaciones rápidas a través de iniciativas del Ejecutivo, lo que se intentó fue escalar la acción por parte del gobierno aprovechando el apoyo en el Congreso –ganado legítimamente– y entraron en forma fácil dos normas que ya fueron aprobadas y que son la de la Industria Eléctrica y la de hidrocarburos.
Entre los argumentos para aprobar éstas destacó el que señalaba que las renovables eran más caras; sin embargo, a partir de que se tuvo la LTE en 2015, para cumplir con las metas crecientes ya mencionadas, se hicieron subastas para invitar a empresas a plantear proyectos de energías limpias.
Hubo tres subastas públicas que se llevaron a cabo entre 2016 y 2017, en las que se obtuvieron precios progresivamente más bajos de generación por megawatt/hora. La Comisión Federal de Electricidad reconoce que producir electricidad en México le cuesta más de 100 dólares por megawatt/hora, pero con energías limpias quedaría a una tercera parte. “Es más barata y por eso se está acelerando la transición”.
Expuso que hasta hace 20 años España y otras naciones subsidiaron de manera amplia la producción de energía limpia, pero “ahora no requieren de subsidios, sino de crear redes inteligentes para optimizar el incremento de uso de las renovables en las redes y mantener la seguridad de sus sistemas eléctricos”.
Otro caso es el de la India, con menos recursos y más desafíos que México, que refrendó su meta de llegar a 500 gigawatts de energía renovable antes del 2030. “Con todas sus fuentes el sistema de producción de nuestro país llega apenas a 80 gigawatts”, mientras que la nación asiática hará seis veces más con puras renovables y “si éstas fueran más caras o provocaran fallas en los sistemas, y se requiriera el respaldo de plantas de carbón y otros combustibles fósiles, no lo respaldaría”, afirmó.
La transformación está ocurriendo y “lo que va a pasar es una carrera por acortar las finalidades”, de ahí que México debería ver el asunto de la energía con objetividad y seriedad, entendiendo que es un tema de seguridad; “no conozco muchos países que estén buscando en forma obsesiva la autosuficiencia, por lo que debemos hacer es diversificar los mercados, especializar ciertas áreas para mantener la soberanía, que no se pierde porque se permita la participación de entes privados regulados por el Estado”, finalizó.
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