Por: Redacción/
En 2018, la restauración mexicana llega a sus 50 años al interior del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), como ejemplo de vanguardia mundial en la conservación de sitios arqueológicos y conmemora su primer cincuentenario asumiendo un nuevo reto: cubrir la deuda que tiene con el patrimonio paleontológico.
Asimismo, el avance en el desarrollo de instrumentos y propuestas de metodologías para el registro de sitios y colecciones paleontológicos, le ha permitido al INAH llevar a cabo acciones para otorgar certeza jurídica a estos bienes, a través de la colaboración interinstitucional.
Por primera vez en la historia de la paleontología mexicana, se conjuntan todos los ámbitos en una iniciativa de largo aliento que pretende integran un programa de alcance nacional para promover la valoración, salvaguarda y preservación del patrimonio paleontológico.
El proyecto lo motivó la riqueza de yacimientos con fósiles del norte de México, donde en las últimas décadas el sentido de valor que han adquirido en personas y comunidades, así como su promoción ligada al turismo, ha generado la necesidad de tener una mayor claridad en su conservación, comenta el director del Centro INAH-Sonora, José Luis Perea González, impulsor de la iniciativa.
El Centro INAH-Sonora, el Instituto de Geología, la Estación Regional del Noroeste de la UNAM y la Universidad de Sonora (Unison), a los cuales se ha sumado el Consejo de Paleontología del INAH, reinstalado en 2017, convencidos que la atención al patrimonio fósil es una tarea titánica por su complejidad, que rebasa los alcances de una sola institución, han apostado por el trabajo multidisciplinario e interinstitucional. Su propuesta inició con un pequeño taller, llevado a cabo en 2016, en la ciudad de Hermosillo, en el que el INAH presentó los diferentes instrumentos para llevar a cabo la tarea de registro.
Como resultado, entre 2016 y 2017, en una colaboración interinstitucional se registraron cuatro sitios paleontológicos en el municipio de Fronteras, al norte del estado, ubicado como una región rica en fósiles y huellas de dinosaurios del Cretácico Tardío, con una antigüedad de 72 millones de años: El Tascalar, Agua de los Conejos y Puerto Viejo dentro del ejido de Esqueda, donde se han conservado más de 40 huellas de dinosaurios “Pico de pato” (Hadrosuridae), y la cuarta, Campo Paleontológico de Fronteras, cercana a la cabecera municipal, que conserva restos de ejemplares de la misma familia.
Asimismo, en 2017 comenzó el proceso de catalogación e inscripción al Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, de la colección del Museo Paleontológico de Fronteras, integrada por 303 ejemplares que proceden de diversos sitios sonorenses, en especial de Fronteras.
La iniciativa no ha perdido continuidad, destaca el antropólogo Perea González, y en 2017 se llevó a cabo el primer Seminario sobre Investigación, Conservación, Restauración y Puesta en Valor del Patrimonio Paleontológico con la participación del Consejo de Paleontología y especialistas, logrando establecer un punto de partida para identificar las posibles disciplinas involucradas.
La reunión no solo abordó aspectos normativos de yacimientos y colecciones para su registro, protección, y puesta en valor a través de museos y sitios abiertos al público, así como el seguimiento a proyectos de investigación, sino que, ante la falta de personal en la materia, alentó la integración de restauradores en las iniciativas de investigación de lo paleontológico, amén del establecimiento de una línea de formación de diversos niveles en materia de conservación.
La restauradora Isabel Medina-González, coordinadora del Laboratorio de Conservación de Materiales Arqueológicos y Etnográficos, de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH y participante en el seminario, advierte que México es vanguardia en la conservación de patrimonio arqueológico y cuenta con reconocida experiencia en bienes culturales históricos, pero es indudable que esas bases metodológicas no se han desarrollado igual para el patrimonio paleontológico.
En 2018, la restauración mexicana llega a su cincuentenario: no recuerdo otras latitudes en América Latina que donde se tenga esta certidumbre disciplinaria, una construcción universitaria tan compleja, una formación de especialistas tan sostenida, juiciosa y seria, comenta. Ahora llegó el turno de aprovechar esa experiencia consolidada, en el ámbito paleontológico, donde no se han logrado cuadros profesionales dedicados a la conservación, dice la especialista.
Medina-González señala que si bien México ya cuenta con algunas experiencias de conservación en materiales paleontológicos, éstas están desperdigadas, y en el caso de los sitios, no han sido sostenidas. Por tanto, todavía no existe una metodología sistemática para el diagnóstico, ni para la toma de decisiones sobre las intervenciones, ni para su evaluación. Sin embargo, sí hay una demanda de una aproximación profesional que pueda abordar la conservación del patrimonio paleontológico.
A esa necesidad obedece la participación de la ENCRyM en el seminario. Es de interés formar especialistas para la conservación de bienes paleontológicos y en esa tarea, Medina-González augura que será la interdisciplina la que permitirá descifrar las complejidades y desafíos que implica esta tarea.
El primer reto para el conservador, dice, es entender tanto el valor de estos bienes para la investigación, como los mecanismos de deterioro que operan en los rangos de gran amplitud de los tiempos geológicos. Asimismo, hay que considerar que la paleontología es una ciencia con alto grado de especialización y que el patrimonio paleontológico es tan diverso como las formas de vida que han habitado en la Tierra. Por ello, la conservación tendrá que ser interdisciplinaria, ya que ello hará posible que las acciones se destinen a preservar aquellos rasgos que van a permitir, inicialmente, el estudio científico del vestigio paleontológico, y posteriormente, su divulgación y valoración pública.
En tanto, la presidenta del Consejo de Paleontología, Felisa Aguilar Arellano, observó que como resultado del seminario quedó marcada una agenda puntual de problemáticas cuya magnitud se desconocía, a partir de la cual se comienzan a delinear estrategias de trabajo, tomando en cuenta la propuesta de los participantes. La idea es articular áreas de trabajo multidisciplinarias y vinculadas con lo social; es decir, que involucren comunidades pues éstas son indispensables para una conservación efectiva. En este sentido advierte que una tarea inmediata es revisar los protocolos de conservación y subsanar la falta de especialistas restauradores.
La finalidad del proyecto interinstitucional y multidisciplinario es generar el diálogo y la reflexión sobre los criterios y protocolos de protección, restauración y curación del patrimonio paleontológico, fortalecer grupos de trabajo y proyectos de colaboración de las instituciones universitarias y encargadas de la conservación del patrimonio, desarrollar un modelo de intervención que se convierta en un aporte a nivel nacional, construido a partir de la diversidad de enfoques y disciplinas, acentuando el carácter participativo de la paleontología, objetivos que poco a poco van tomando forma, finaliza Perea González.
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