Por: Redacción/
La reproducción humana médicamente asistida crecerá de manera exponencial en los próximos años, debido a factores sociales, culturales y demográficos, entre otros, sostuvo la doctora María Eugenia Olavarría Patiño, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que ganó el Premio a la Investigación 2019 –que otorga esta casa de estudios– por La gestación para otros en México. Parentesco, tecnología y poder.
La especialista indaga en las relaciones, los discursos y las prácticas alrededor de la gestación para otros (GPO) o subrogada o sustituta, la sustitución uterina o la maternidad subrogada, en un proyecto –publicado por la Unidad Iztapalapa y la editorial Gedisa– que en noviembre pasado obtuvo también Mención Honorífica en el Premio Fray Bernardino de Sahagún, que confiere el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Los vínculos construidos a partir de las biotecnologías “hablan de cómo entendemos nuestros lazos, que pueden ser rígidos en muchos casos, pero que en otros países y contextos han demostrado ser más flexibles, abiertos y humanos”.
La necesidad de recurrir a la asistencia técnica de reproducción humana médicamente asistida es cada vez mayor debido, entre otros factores, a que la gente inicia la vida en pareja a edades más avanzadas, lo que acorta la etapa de fecundación; da prioridad al desarrollo académico o profesional; adquiere un bien inmueble, o decide aplazar el momento de tener hijos, ante lo cual la gestación sustituta es una opción, además de la criopreservación de óvulos, que son extraídos y criopreservados para una futura fecundación in vitro, expuso la académica del Departamento de Antropología
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El reconocimiento de las uniones igualitarias plantea la falta de un óvulo o la donación de esperma, por lo que la reproducción asistida permite a parejas del mismo sexo, personas solas o que hayan rebasado la edad fértil procrear, aunque en México es escasa la discusión en torno a aspectos legales, sociales, económicos y morales que esto conlleva, por el criterio general de que “hay otros problemas más urgentes de atender”, mientras que en España y Francia esto recibe gran atención.
El asunto, no obstante, es del interés de médicos, juristas, grupos feministas y antropólogos, y la investigación de la doctora Olavarría Patiño es una de las primeras efectuadas en México y contó con la participación de las doctoras Françoise Lestage, adscrita a la Universidad de París, y Mayra Chávez Courtois, perteneciente al Instituto Nacional de Perinatología, además de posdoctorantes y estudiantes de licenciatura.
El estudio, más tarde editado, se llevó a cabo entre 2015 y 2017 en Villahermosa, Tabasco; Tijuana, Baja California y la Ciudad de México, con el propósito de identificar puntos de vista etnográficos y antropológicos, así como las circunstancias que rodean la fertilización in vitro, la donación de gametos y, sobre todo, la donación de gestación en el país.
El método GPO consiste en la restitución de uno –el útero– o de dos –un útero y un óvulo– de los tres ingredientes biológicos –junto con el esperma– necesarios para la creación de un ser humano; es parte de las técnicas de reproducción humana asistida, como se conocen los tratamientos de manipulación de células germinales –óvulos y espermatozoides– o de óvulos fertilizados para el logro de un embarazo.
Una idea propalada es que una mujer gestante aporta también el óvulo y, por tanto, será madre genética, pero en la GPO se trata de personas que portan sólo la gestación, es decir, parejas o individuos que requieren de esta opción y contribuyen con los gametos; la fecundación ocurre in vitro y “todo será mediado por el aparato médico y legal”.
El óvulo fertilizado se implanta en quien llevará a cabo el proceso hasta el parto o la cesárea, momento en que, con base en un convenio preexistente, el recién nacido será entregado a los padres, “que son sociales o eventualmente también genéticos”.
Esta práctica no está regulada en su totalidad a nivel federal y “nosotros estudiamos situaciones distintas, sobre todo en el estado de Tabasco, donde se practicó en todo tipo de parejas, orientaciones, edades y nacionalidades”, aun cuando a partir de 2016 la técnica quedó restringida a los mexicanos.
La razón para añadir las ciudades de México y Tijuana radicó en que la primera dispone de laboratorios, clínicas e infraestructura general, en tanto que la región San Diego-Tijuana es muy cercana a California, Estados Unidos, “epicentro de la gestación sustituta” y donde está reglamentada y es aplicada a todo tipo de parejas; “encontramos que las migrantes buscaban una gestación sustituta como medio para salir de México y establecerse” en el país vecino.
Olavarría Patiño –que no puede ofrecer cifras precisas– calculó que la GPO en México asciende a menos de uno por ciento de los tratamientos para el tema y, sin una normatividad completa, es llevada a cabo en la ilegalidad, ya que no está prohibida sino sólo es permitida. A finales de 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación sentenció que las parejas de personas del mismo sexo pueden acceder a la figura de gestante sustituta para tener descendencia.
En todas las fases hay un debate jurídico, político, moral y religioso porque no sólo intervienen las nociones de maternidad, sino la de que el óvulo fertilizado es un ser humano, como estima el catolicismo y, por ende, no debiera ser objeto de intercambio, trasplante o criopreservación, pero la gran polémica está en el seno del feminismo, un movimiento muy variado en el que algunas militantes lo catalogan como explotación de mujeres en situación de vulnerabilidad y desigualdad, y para otras es una forma de autonomía reproductiva que no debe entenderse como abuso hacia las gestantes, sino como una ayuda a una persona imposibilitada para el embarazo.
El trabajo aborda la oferta nacional y transnacional de la gestación subrogada en el periodo 2015-2017; la polémica mediática y legislativa; la regulación restrictiva; los efectos de la ideología, y la estructura del parentesco. Con base en entrevistas a protagonistas en estos casos, se responde a interrogantes sobre el simbolismo de la genética; el establecimiento de lazos parentales; la autonomía o heteronomía del cuerpo femenino; las nociones de la labor reproductiva y la reproducción estratificada, y las retóricas del altruismo y la comercialización que existen alrededor.
Una de las conclusiones radica en que estas biotecnologías generan cambios en niveles distintos de la sociedad mexicana, que van desde la intensificación de la acción del Estado en la conformación de las familias, hasta matices profundos en las relaciones entre generaciones y géneros.
El libro La gestación para otros en México. Parentesco, tecnologías y poder emanó del proyecto Parentescos en el espejo. Diversidad y desigualdad en el contexto mexicano, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos de la embajada de Francia en México.
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