• Científicos trabajan con el INCan en experimentos de quimio y radioterapia, en combinación con esa proteína.

Por: Redacción/

La proteína GDF11 –factor de crecimiento y diferenciación 11, por sus siglas en inglés– puede coadyuvar en el tratamiento del cáncer hepático en un ambiente de hígado graso –dada su capacidad de reducir la actividad proliferativa de células cancerosas e incluso de incrementar la eficiencia de los fármacos utilizados en la clínica– lo que mejoraría la calidad, tanto de los procesos convencionales –quimio y radioterapia, que suelen ser muy agresivos– como de vida de los pacientes.

El candidato a doctor en Biología Experimental, Arturo Simoni Nieves –miembro de un grupo de científicos que desarrolla una colaboración con el Instituto Nacional de Cancerología (INCan), para llevar a cabo experimentos en combinación con GDF11–, explicó en entrevista que ésta tiene un potencial de invasión que, si bien no elimina la célula dañina, sí intensifica el potencial de los medicamentos cisplatino.

El cáncer comprende más de cien enfermedades caracterizadas por la presencia de células con desórdenes proliferativos, sobrevivencia, adaptación y autonomía que le permiten escapar de cualquier control que pueda ejercer el sistema. Además, el número de casos de cáncer hepático se ha elevado en los últimos años, en comparación con otros tipos, incluidos el de mama o el cérvico uterino, cuya incidencia va disminuyendo gracias a los avances en cuanto a terapia y pronóstico, indicó el profesor del Departamento de Ciencias de la Salud de la Unidad Iztapalapa.

Un factor que ha repercutido en ese aumento, sobre todo en los países occidentales, entre ellos México, Estados Unidos y varios de Europa, radica en una alimentación inadecuada, basada en la dieta llamada western –rica en carbohidratos y grasas procesadas– y que, de acuerdo con los avances de este estudio, hace más agresiva esta clase de tumor.

Antes, el principal factor desencadenante de este mal era la hepatitis B y C, pero gracias al progreso médico “ya podemos controlarlo”, aunque la dieta predominante en años recientes es favorable a un subtipo de cáncer hepático más agresivo, debido a que las grasas dan más energía al tumor, apuntó el académico del Área de Investigación en Medicina Experimental y Traslacional.

Para poder realizar todos sus procesos de sobrevivencia y preservación, la célula cancerosa necesita de una fuente constante y elevada de energía, por lo que la ingesta alta de carbohidratos y lípidos, en particular, el colesterol, contribuyen en gran medida a la acumulación desmedida de grasa en ese órgano, dando lugar a lo que se conoce como hígado graso no alcohólico, incluso en su forma más avanzada, denominada esteohepatitis no alcohólica, puntualizó en entrevista.

El cúmulo excesivo de grasa en el hígado es una de las mayores causas de riesgo de inicio y progresión del carcinoma hepatocelular –HCC, por sus siglas en inglés– el cáncer primario de hígado que se asocia a una alta incidencia y mortalidad a nivel mundial.

Pionero en el estudio de GDF11 –en general para temas de envejecimiento– en el ámbito del cáncer hepático, el equipo de investigadores de la UAM encontró que cuando la molécula es suministrada tiene la capacidad de disminuir la proliferación e invasión de otros órganos.

Otro hallazgo sobresaliente en el transcurso de esta indagación fue que GDF11 afecta sólo las células de cáncer y no las normales, “lo que significó una gran ventaja para nosotros”, porque es el problema primordial a enfrentar en el proceso de la enfermedad.

Al descubrir cuáles eran los elementos que ayudaban en la terapia, “vimos que el principal efecto de GDF11 es que disminuye la acumulación y la generación de lípidos en las células de cáncer, que son su fuente vital de energía”, así que al cortarla, la protuberancia ya no continúa con su vida habitual dentro de esta patología.

GDF11 “no elimina en sí la célula cancerosa, sino que la pone estática, lo que permite que con dosis menores de fármacos –el cisplatino y el oxaliplatino, por ejemplo– los pacientes respondan mejor al procedimiento”, indicó el integrante del equipo de Medicina y Carcinogénesis Experimental.

Con esa hipótesis, los científicos trabajan en asociación con el INCan realizando experimentos de quimio y radioterapia, en combinación con GDF11, lo que “nos permitirá –en dosis menores– matar la célula de cáncer” y esto significará grandes beneficios, ya que los métodos convencionales resultan muy agresivos.

También se traduce en que “si nosotros ponemos el coadyuvante GDF11, sumado a la quimioterapia en dosis bajas, el paciente no va a sufrir tanto y tendrá mejor eficiencia en su tratamiento”.

Una de las actividades de indagación que los especialistas han efectuado es la caracterización del desarrollo de carcinoma hepatocelular en ratones que recibieron una dieta western, “incluida la identificación de una firma de expresión genética que define un subtipo de HCC en un contexto de sobrecarga de lípidos”, lo que “nos permite proveer de herramientas que pueden ser implementadas en la clínica en el corto y el mediano plazos para un mejor pronóstico en personas con dicho padecimiento”.

Algunos datos preliminares han demostrado que el GDF 11 tiene un impacto en el ambiente tumoral, en específico, sobre los macrófagos –componentes sustanciales de dicho sistema– en los que esta molécula, al parecer, los reeduca, restando agresividad a los tumores.

Los estudios se están llevando a cabo en varios niveles: en líneas celulares y en animales de experimentación –ratones– y son considerados ya preclínicos, además de que “tenemos la oportunidad de trabajar con muestras de pacientes, pero sólo vemos el fenómeno, en virtud de que no lo podemos hacer directamente con ellos por ética, entre otras cuestiones”.

El maestro Simoni Nieves subrayó que en los últimos años no se intenta curar el cáncer, pues “lo que estamos haciendo es volverlo crónico y con el que sea posible vivir, como sucede, por ejemplo, con la diabetes, que antes era una patología mortal y ahora, aun siendo diabético, puede tenerse una calidad de vida aceptable y duradera”.

Hasta el momento, el grupo de investigación ha tenido resultados con un tipo de quimioterapia y el propósito es “extender nuestro abanico a fármacos diferentes y después pasar a la radioterapia”. La meta en estos primeros pasos es ver, en el plano celular, los efectos benéficos de GDF11 y después “trabajar con modelos in vivo para más adelante acceder, a través de los médicos, a los pacientes”. El INCan cuenta con aparatos de radioterapia que se ocupan de la atención y la indagación, concluyó.