Por: Redacción
Investigadoras de la UNAM descubrieron que la progesterona (esteroide abundante en las mujeres) y uno de los ácidos grasos tipo omega 9 (presente en el aceite de oliva) mitigan el dolor y el prurito, síntomas que al volverse crónicos se convierten en un problema de salud pública.
Las dolencias físicas en la neuropatía diabética, en la migraña y en el cáncer, así como la comezón constante en la dermatitis atópica y otras enfermedades, afectan la calidad de vida de los pacientes, explicaron Tamara Luti Rosenbaum Emir y Sara Luz Morales Lázaro, del Instituto de Fisiología Celular (IFC).
¿Cómo vivir así y aminorar esos malestares? En busca de respuestas, las académicas estudian una vía molecular (no es la única) involucrada con la aparición del dolor y la picazón: el canal TRPV1, proteína que se encuentra en las terminales nerviosas.
¿Cómo funciona? Al detectar una señal nociva, ese canal se abre y deja pasar iones, lo que convierte el mensaje en un impulso eléctrico que avisa al cerebro de un estímulo dañino, como la capsaicina (irritante del chile) o la histamina (el mayor agente pruritogénico, según hallazgos de un grupo científico de Estados Unidos).
Rosenbaum Emir y Morales Lázaro estudian la estructura y función, así como la expresión del TRPV1 (receptor de potencial transitorio V1), con el fin de detectar compuestos o mecanismos celulares que permitan atenuar esa vía dolorosa y pruritogénica.
Así, al experimentar en modelos animales han encontrado un mecanismo natural que protege ante estas sensaciones intensas y molestas.
La progesterona, aseguró Mórales Lázaro, regula la expresión del canal y hace que haya menos cantidad de conductos TRPV1 (sensores del estímulo referido) en las neuronas sensoriales.
Las hembras, preferentemente en estado gestacional (la progesterona está en su concentración máxima) experimentan menos dolencias que los machos. A éstos les afecta el doble, pero si se les inyecta dicho esteroide sienten igual que una embarazada.
Por el contrario, se encontró que la testosterona, hormona natural en el hombre, hace que aumente la cantidad de TRPV1. “El sexo masculino está poco protegido contra el dolor mediado por este canal”.
También han descubierto compuestos que al interactuar con el conducto mencionado generan o mitigan el prurito. Uno es un fosfolípido producido por el cuerpo humano de manera endógena y genera esta sensación mediante la activación del TRPV1. Las investigadoras universitarias creen que probablemente en una patología sus niveles se elevan y generan la comezón.
El otro es un ácido graso del tipo omega 9, presente en el aceite de oliva. Al inyectarlo junto con un agente pruritogénico, como la histamina, disminuye considerablemente la picazón. Los animales con omega 9 se rascan 30 por ciento menos que los no inyectados.
Para Morales Lázaro resulta novedoso que el aceite de oliva (por su omega 9), utilizado en ensaladas y otros alimentos, ayude a disminuir las ganas de rascarse. Se puede untar donde hay prurito para disminuirlo, e incluirlo en la dieta para mitigar un proceso crónico de picazón.
Pero, ¿por qué ante ciertos compuestos químicos se abre y cierra el canal TRPV1? Eso trata de responder Rosenbaum Emir. Al estudiar su estructura y función, ha encontrado varios que lo activan y pueden ocasionar una respuesta de este tipo, como la alicina, presente en el ajo y la cebolla. “Al cortar ésta nos hace llorar, porque enviamos una señal al cerebro por esta vía”, resaltó.
A su vez, Morales Lázaro estudia la expresión de este canal para identificar qué mecanismos celulares o qué compuestos pueden modular o inhibir su producción. En cáncer, por ejemplo, el dolor es tan intenso porque hay muchos receptores de este tipo en la membrana plasmática de las neuronas sensoriales, concluyó.
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