Por: Redacción/
La revolución de las comunicaciones ha colocado a las personas en una inédita y compleja paradoja, pues no obstante el acceso a un gran cúmulo de información carecen de tiempo para discernir cómo aprovecharla y están expuestas a la post-verdad, una forma de comunicación que deja de lado la razón, los hechos fácticos y la objetividad en favor de intereses y emociones.
El doctor John Keane, catedrático de la Universidad de Sidney, Australia, explicó que esta modalidad de comunicación que “nos aleja del mundo de los productos visuales, orales e impresos tradicionales como la prensa, la radio y la televisión colapsa el tiempo y el espacio”.
Hay actos mediáticos en tiempo real al otro lado del mundo a los que es posible acceder, pero es su lado oscuro, la post-verdad, a la que debe prestarse atención, pues está muy arraigada en el campo del periodismo y es opuesta a la realidad, a los hechos y a la objetividad.
En la conferencia La post-verdad y la revolución de las comunicaciones digitales, realizada en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el antropólogo perfiló cuatro aspectos de ese fenómeno: mentir, algo que hacen políticos y figuras públicas; decir basura para destruir la verdad; generar distractores por medio de bromas y exageraciones, a veces frente a periodistas para tratar de evadir e ignorar las preguntas.
El cuarto es el silencio, que siempre está presente en la comunicación, pues en coincidencia con Ortega y Gasset, el investigador afirmó que no debe pensarse en aquél como el fin de la comunicación, ya que cada forma de información trae intrínsecamente silencios o cosas que no se dicen.
La post-verdad es una forma de persuasión en el campo de la política, pues en el afán de controlar a la gente, los políticos y otras figuras públicas que la practican crean confusión y siembran la semilla de la incertidumbre.
La revolución de las comunicaciones hace posible la reproducción de la post-verdad y su diseminación a nivel global y en tiempo real, mediante herramientas como Photoshop y plataformas de noticias falsas que circulan mucho más ampliamente.
El catedrático expuso que este fenómeno es alimentado por la ruptura de la creencia en la verdad, que fue expresada por primera vez en el siglo XIX por Friedrich Nietzsche, quien afirmó que aquella es una producción en el tiempo y el espacio, que es fabricada y que en la vida no hay hechos, sólo interpretaciones.
El doctor Keane reconoció que las democracias necesitan ciudadanos más sabios, no más informados, así como que el periodismo actual tiene el deber de cuestionar la post-verdad y enfatizar el pluralismo de la vida, demostrar que es posible ver los mismos hechos de otra manera.
En ese sentido propuso que el ejercicio periodístico incluya la sátira y el humor, pues en las democracias son requeridos los periodistas punzantes hacia el poder, que se mofen de la arrogancia, pues como decía el escritor y periodista británico George Orwell, “cada broma es una pequeña revolución contra el poder”.
La ponencia del doctor Keane se dio en el marco del ciclo de conferencias estacionales denominado Verano, que fue inaugurado por el licenciado Guillermo Joaquín Jiménez Mercado, secretario de esa sede académica.
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