“La política del país se ha pervertido al perder el elemento ético-político que Hannah Arendt le atribuye: la cualidad de pluralidad, así como al formar estructuras de asociación estrechas que vedan el paso a quienes no pertenecen a la casta de ese sector o del económico que la dirige, pero que al final podrían velar por la diversidad de intereses existentes en sociedades tan complejas como la nuestra”.
En la mesa Construcciones sociales, del Coloquio Ética, política e injusticia social, realizado en la Unidad Xochimilco de la UAM, dijo que al volverse endogámica, la clase política niega el principio democrático que señala que cualquiera puede llegar a ocupar un puesto público.
Aquellos que no tuvieron la fortuna de nacer en una cuna que les permitiera el ejercicio del nepotismo o que no se apegan a la exigencia del comportamiento barroco –que va desde el compadrazgo hasta el intercambio sexual– “simplemente tienen negada la posibilidad de acceso a la arena política”.
Al dictar la ponencia Contra la mercantilización de la política, el docente del Departamento de Política y Cultura expuso que el ejercicio público demanda una solemnidad muy lejana de los comportamientos mostrados por los miembros de esa clase, por ello es cotidiano escuchar noticias sobre exgobernadores que se convierten en prófugos de la justicia por robar millones de dólares del presupuesto de sus entidades; de diputados dormidos en sus curules, y de políticos que cambian de partido cuando conviene a sus intereses.
“La solemnidad del sector se ha esfumado para dar paso al inicio de la comedia política con personajes que buscan la atención y el entretenimiento de una audiencia”, llegando al poder por el marketing y sus prácticas de seducción.
El maestro Tadeo H. Liceaga Carrasco, académico del Departamento de Política y Cultura, expuso que los movimientos civiles por la paz en México no han incidido significativamente en la construcción de la pacificación constante, por carecer de un consenso de cuáles son las características que la sociedad debe perseguir para conseguir la armonía.
Mientras que para el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se trata de conjuntar una serie de valores tradicionales y vagos, que no rebasan el plano legal ni plantean un proceso consistente constante, las Manifestaciones por la paz de 2005 apuestan por un sometimiento y no por una pacificación.
“Piden el aumento de la violencia de Estado para sojuzgar la violencia no legítima sin distinguir que sólo se trata de una sustitución de fuerzas que solamente aumentaría la violencia estructural”.
En la ponencia Ideas de paz y justicia: los reclamos de las manifestaciones por la paz en México 2011-2017, el especialista indicó que el panorama de los movimientos por la paz resultan muy complicados.
No existen, por lo menos en los medios masivos, ni están presentes de manera evidente esfuerzos coordinados y duraderos por la pacificación, no sólo para alcanzar una ausencia coyuntural de violencia, sino para atender la paz como un sistema total en el que las posibilidades de los mexicanos se potencialicen y “arribemos a una sociedad más justa”.
La actividad fue convocada por el Departamento de Política y Cultura, la Coordinación de la Licenciatura en Política y Gestión Social y el Área de Cultura y Sociedad.
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