Por: Redacción/
La emergencia sanitaria por la COVID-19 ha puesto de relieve la desigualdad que se vive en América Latina y el Caribe. Es un telón de fondo donde confrontamos el desencanto que ha invadido a la sociedad, que cada día confía menos en las instituciones, afirmó Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
“Cada día hay un quiebre; de hecho, ya desde antes de la pandemia, con la continuidad del modelo económico que arrastra tres décadas de concentración de la riqueza en la región, dijo al participar en el webinario internacional “Pos COVID, pos Neoliberalismo. La pandemia y el futuro de América Latina”, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS), de la UNAM.
En el encuentro virtual, Rafael Correa, expresidente de Ecuador, señaló que el impacto económico y social por la enfermedad del coronavirus será terrible en América Latina: “El decrecimiento será el mayor de la historia, con más desempleo, pobreza y pobreza extrema; será un retroceso de décadas”.
Regreso a las viejas instituciones
Alicia Bárcena resaltó que las instituciones están al servicio de agentes con mayor poder económico y político, situación que se había roto en la región durante la primera década del siglo XXI, con los expresidentes Rafael Correa, Lula da Silva y Néstor Kirchner.
Habíamos tenido una década alentadora de progresismo, pero estamos volviendo a las viejas instituciones, y hay una propensión rentista que se nutre del acceso privilegiado a la propiedad de los recursos naturales y a la economía financiara. “A eso lo hemos denominado la cultura del privilegio, que se da en un momento de enorme disrupción económica y política, donde la región vive, quizá, la peor crisis del último siglo”.
La doctora honoris causa por la UNAM destacó que debe ser erradicada la cultura del privilegio para que no se naturalicen las desigualdades ni la discriminación en la región, y realmente se aborde la igualdad con un enfoque de empoderamiento, de emancipación, y no de asistencialismo.
Al referirse al panorama económico y social de la región derivado de la pandemia, apuntó que el producto interno bruto (PIB) caerá más del cinco por ciento.
“El valor de las exportaciones también está cayendo a menos de 15 por ciento; y la caída de la demanda y la paralización de la oferta nos llevarán al cierre de aproximadamente tres millones de empresas, sobre todo micro, pequeñas y medianas, lo que incrementará en 12 millones el número de desempleados, y en más de 30 millones el de personas en situación de pobreza, llegando a 215 millones en esta condición”.
La COVID-19 llegó en una situación difícil, con una desprotección social grave, con sistemas de salud fragmentados y, sobre todo, las poblaciones más pobres y densamente pobladas son las que hoy sufre el impacto del nuevo coronavirus, subrayó.
Los países de la región “no hemos sido capaces de estimular reformas fiscales profundas para que pague más el que más tiene y ser efectivos en el tema, para evitar la evasión fiscal que hoy en América Latina está costando 6.3 por ciento del PIB; es decir, 345 mil millones de dólares anuales en evasión fiscal”.
La secretaria Ejecutiva de la CEPAL planteó propuestas para salir de la crisis económica en esta coyuntura: establecer un ingreso básico de emergencia al menos por seis meses, equivalente a 2.1 por ciento del PIB regional, que cubra a las personas en pobreza, y un bono contra el hambre para la población vulnerable, equivalente al 0.45 por ciento del PIB.
Subsidio a las pequeñas y medianas empresas para lograr su reactivación, en especial a las de servicios esenciales; y establecer políticas estructurales que cierren la heterogeneidad productiva entre esta gran masa de pequeñas y medianas empresas, con aquellas grandes que están en la frontera tecnológica.
Empleos estables, la solución
Rafael Correa acotó que la forma más digna para combatir la pobreza son los empleos estables, con derechos laborales, buenos salarios, futo de buena productividad, que a su vez implica educación y acceso a oportunidades.
Tras resaltar que la humanidad enfrenta la crisis sanitaria más grave del último siglo, sólo comparada con la gripe española de 1917-1918, que se calcula mató entre tres y seis por ciento de la población mundial, el expresidente ecuatoriano indicó que el avance económico de México decrecerá 6.6 por ciento; en Argentina, 5.7 por ciento; y en Ecuador, entre 8 y 10 por ciento.
“La crisis económica recién empieza, lo peor está por venir y golpeará fuertemente a los países de América Latina, sin que sea responsabilidad de los gobiernos, pero esto se puede manipular políticamente para utilizarlo como instrumento de ataque político”, alertó.
Ante ello, los gobiernos de la región deben ser más innovadores en la política que se genere para enfrentar la situación. “Estamos ante la peor crisis del siglo en el mundo, para muchos países de Latinoamérica la peor de la historia. Las soluciones dependerán de las relaciones de poder de cada nación y de quién gobierna: el capital, unas cuantas élites o las grandes mayorías”.
Consideró la necesidad de una condonación de la deuda financiera externa de Latinoamérica, o al menos una flexibilización. “Lo mejor sería que como bloque se negociara este financiamiento, y solicitar ayuda bilateral de los países más ricos. La pandemia nos ha enseñado la importancia de la acción colectiva en un mundo interdependiente”.
Por último, Rafael Correa señaló que la pandemia ha sido una bofetada para la soberbia de la humanidad. “Necesitamos estrategias globales. Es hora de tratar de poner cimientos, y para ello se requiere de una gobernanza mundial”.
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