Por: Aldo Herrera
El día de hoy, 1° de septiembre, Miguel Ángel Osorio Chong entregó al presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, el Tercer Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto. Sin carros alegóricos, sin discursos maratónicos ni celebraciones faraónicas en donde el pueblo rinda tributo -aunque fuese a regañadientes y frente a la TV- al encargado del Poder Ejecutivo Federal; así transcurrió una fecha que hasta hace poco más dos décadas representaba una festividad del presidencialismo mexicano.
Fue hasta que el Partido Revolucionario Institucional perdió el control total del Congreso de la Unión que el “Día del Presidente” comenzó a convertirse en uno de los días más incómodos para el portador de la banda presidencial. Nada comparado con lo que ocurría hace 20 o 30 años.
El protocolo, que al mismo tiempo envolvía y anunciaba el inicio del “Mes Patrio”, dio un giro radical hace exactamente 9 años, el 1° de septiembre de 2006, cuando el Palacio Legislativo de San Lázaro fue tomado por los miembros de la Cámara de diputados, impidiendo el acceso al recinto a Vicente Fox para que este diera a conocer en su discurso los avances de su gobierno.
Ese fue el punto de quiebre para una fecha emblemática dentro de la vida política del país; algo que tres sexenios antes hubiera sido inimaginable.
¿Dónde quedaron los discursos de horas y horas ininterrumpidas en las que el titular de la Mesa directiva de San Lázaro bañaba en elogios al “Señor Presidente” tras su discurso? ¿Adónde se fueron los aplausos para interrumpir las “emotivas” palabras del Jefe Máximo de las Fuerzas Armadas?
Lejos quedó el día en que las estaciones de radio y los canales de televisión encadenaban su programación para transmitir al pueblo el mensaje íntegro del Presidente a la nación. Aquella escena, como la del “besamanos” que reunió a más de 3 mil 276 personas desfilando frente a Luis Echeverría durante varias horas, simplemente quedó guardada en el baúl de los recuerdos.
Después de que Porfirio Muñoz Ledo interpelara de manera enérgica al entonces presidente Miguel de la Madrid a causa de la “caída del sistema” en 1988, y que Carlos Salinas de Gortari diera visto bueno a los posicionamientos de los partidos sin presencia del presidente, Ernesto Zedillo decidió poner fin a las presiones de los diputados frente a la televisión nacional, eliminando el recorrido “festivo” de Los Pinos a San Lázaro y el “besamanos”. Con ello, el día feriado daba sus últimos suspiros.
A pesar de esto, durante su Sexto Informe de Gobierno, Zedillo tuvo que enfrentar las palabras de Martí Batres, quien cuestionó severamente su administración.
En 2005, Vicente Fox Quezada se encontró con una “rebelión” en el Congreso. Un cúmulo de abucheos, reclamos y descontentos durante su discurso hizo que este se convirtiera en el informe más corto de la historia; sólo 65 palabras pronunciadas frente a los diputados develaron la tensión a la que el “señor presidente” era expuesto en “su” día, por lo que un año más tarde sólo hizo entrega del documento por escrito en la puerta de acceso al salón de plenos.
Todo acabó por derrumbarse con el arribo de Felipe Calderón a la silla presidencial. Tras las dificultades que se presentaron durante su toma de protesta el 1° de diciembre de 2006, y de acuerdo a los cambios realizados a la Constitución por la Cámara de Diputados, Calderón Hinojosa simplemente entregó por escrito el documento que contenía el Primer Informe de actividades de su administración; dejando la ceremonia del discurso, junto con “sus allegados”, para el día 2 de septiembre dentro de Los Pinos. Así sucedió hasta el final de su sexenio.
De esta manera, Enrique Peña Nieto llega a su Tercer Informe de Gobierno, fuera de los protocolos festivos, de los halagos, de las celebraciones. Peña Nieto llegó tarde a la fiesta; con sus spots televisivos y mensajes vía redes sociales, la situación ahora es distinta. Parece ser que sólo llegó al funeral, a la muerte del “Día del Presidente”.
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