- La figura del nacionalismo posrevolucionario fue el eje central, el vehículo a través del cual el Estado repartió los beneficios del desarrollo.
Por: Redacción/
Durante el apogeo del Partido Revolucionario Institucional en México, que permaneció en el poder por décadas, se reconoció al Estado como democrático, sustentado en la normativa establecida en la Constitución de 1917; sin embargo, en los hechos podría identificarse como autoritario, pues contaba con un limitado pluralismo político; sus prácticas eran verticales, disfrazando la democracia a través de un sistema electoral autónomo del que en realidad tenían el control, señaló el doctor Jorge Daniel González Hernández.
Durante el Ciclo de conferencias sobre política y sociedad en el México contemporáneo que organiza la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México citó que otro ejemplo del Estado autoritario fue los mecanismos creados para la asignación de cargos políticos, donde destaca la figura del corporativismo y el clientelismo como intermediarios.
Al dictar la conferencia Análisis del sistema político mexicano posrevolucionario indicó que esa figura fue el eje central, el vehículo a través del cual el Estado repartió los beneficios del desarrollo; todas estrategias para perpetuarse en el poder mediante la ideología del nacionalismo revolucionario, que sustentó toda la práctica del autoritarismo.
La Revolución Mexicana fue sin duda un momento disruptivo en la historia que marcó una nueva etapa en la construcción del Estado moderno y en un primer momento el aparato político generó y construyó una serie de valores posrevolucionarios que se fueron transformando en discursos creados por la élite política para legitimar su poder y sus prácticas autoritarias.
En la época posterior al movimiento armado sí existía el pluralismo político, pero limitado y controlado; los partidos de oposición eran en realidad ornamentos que servían para canalizar el descontento social, puntualizó González Hernández.
Los cimientos del priismo se encuentran en estos sucesos históricos a través del control de los bienes nacionales como la administración del Estado, distribuyendo beneficios a partir del desarrollo económico y centralizando los sistemas de educación, vivienda y salud.
Basado en soportes teóricos de Max Webber, Michel Foucault o Arnaldo Córdova, entre otros autores, González Hernández explicó el devenir histórico que dio lugar a la conformación del sistema político contemporáneo mexicano desde una perspectiva sociológica y desde la ciencia política. “El poder político es la capacidad de imponer o mantener una voluntad mediante el uso y el ejercicio de una fuerza dentro de la sociedad, es decir, que tiene un dominio de ejecución”.
En la Constitución de 1917, que fundó el Estado moderno mexicano, “encontramos una relación entre lo público y lo privado en entramados institucionales que más adelante, hacia la década de los 60 del siglo pasado, se interrelaciona también con una sociedad civil dinámica. Ésta existía antes, pero se encontraba constreñida a otros aparatos de Estado a través del corporativismo, un elemento esencial y distintivo de control político.
De acuerdo con el doctor González Hernández, una de las causas que se identifican para explicar el estallido de la Revolución Mexicana era el atraso económico que vivía el país en el siglo XIX debido a las políticas proteccionistas del porfiriato, que resentían sobre todo las clases bajas y medias, y cuyo origen se remonta a la época colonial y evita que México se incorpore al capitalismo industrial.
A partir de la Constitución de 1917 se formaron dos grandes grupos: por un lado un sector proclive al proceso oligárquico que se resiste a los derechos sociales, no obstante se encuentran establecidos en la Constitución, sobre todo en los artículos 27 y 123, y los grupos que apoyan estos derechos. Estas dos agrupaciones irían fincando la relación Estado y sociedad y marcaría las pautas para el ejercicio del poder.
El Ciclo permanente de conferencias del Tronco General de Asignatura (TGA) que se llevó a cabo la Unidad Azcapotzalco de la Casa abierta al tiempo tiene por objetivo contribuir a la producción de materiales de estudio para los profesores y dotar a los estudiantes de visiones alternativas a los temas que se imparten en las Unidades de Enseñanza Aprendizaje que integran el TGA.
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