- “Con este proyecto la universidad ha encontrado nuevas formas de intervención”, señaló Octavio Mercado, rector de la Unidad Cuajimalpa.
Por: Redacción/
La Guía inmediata para la búsqueda y localización de personas desaparecidas por familias buscadoras –elaborada por Silvia Ortiz Solís, Micaela González González y Fabiola Pensado Barrera, madres de desaparecidos, con apoyo de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– busca ser una luz en los primeros pasos de la averiguación.
Esta publicación fue realizada en el marco de los trabajos y tareas de la Coordinación de Extensión Universitaria de la mencionada sede de la Casa abierta al tiempo a través del Proyecto sobre Desaparición Forzada en México y América Latina.
Durante la presentación virtual de este material, el maestro Édgar Chávez Hernández, coordinador de dicho proyecto, afirmó que a pesar del desgaste físico y psicológico que implica el impacto de la búsqueda y, desde luego, el deterioro que sufren en su salud propia, sumado a la situación de pandemia, el valor de esta guía es inmenso no sólo para las familias, sino para la sociedad en su conjunto, lo que quizá abone a entender que “todos somos parte de la solución y del problema”.
El maestro Octavio Mercado González, rector de la Unidad Cuajimalpa, dijo que se piensa que la universidad tiene un límite en su actuar y éste termina en las paredes de las aulas, pero es claro que para la Casa abierta al tiempo esas fronteras no existen, “más en un territorio como el nuestro de alta complejidad y enorme violencia frente a la cual la Universidad debe encontrar nuevas formas de intervención y acompañamiento con la comunidad y la sociedad en conjunto”.
Este proyecto “nos ha permitido dar ciertos pasos de acercamiento en esta dirección”, pensando en una primera etapa a partir de la construcción de memoria, la recuperación de testimonios y el diplomado como un lugar de encuentro, identidad y reconocimiento, con miras a llegar a la construcción de acciones concretas.
El Coordinador de Extensión Universitaria de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, Philippe Ollé-Laprune, aseveró que es un libro al que le han dado mucha importancia por su capital como memoria y de fines prácticos. “Hoy no estamos para escuchar palabras dolorosas nada más, sino también para emitir frases de esperanza que permiten pensar que hay soluciones y maneras de seguir y nunca rendirse y en esta guía las van a encontrar”.
González González, una de las autoras, sostuvo que este material recopila la experiencia y los conocimientos adquiridos en las capacitaciones forenses, sobre el uso de tecnologías de rastreo, derechos humanos y todo aquello que ayude en el proceso de búsqueda.
Pensada para esos momentos de desconocimiento total en los que “la angustia nos ciega, nos bloquea mentalmente y las autoridades no brindan información exacta de los pasos a seguir, el texto es un regalo para quienes por desgracia se suman a la búsqueda de algún familiar, queriendo así acortar el arduo andar y mantenerse bien informados sobre las instancias a las cuales acudir, qué documentos llevar y cómo prepararse para exigir a las autoridades una intervención integral”.
La madre de Antonio de Jesús y Cristian Geovanny Lozoya González –desaparecidos el 27 de noviembre de 2012 en Culiacán, Sinaloa, por servidores públicos uniformados y encapuchados con armas largas, quienes tras la detención se los llevaron sin presentarlos nunca ante alguna instancia pública– señaló que la guía está pensada bajo dos vertientes: la búsqueda bajo la presunción de vida y la búsqueda sin vida o forense.
En la primera son cruciales las primeras 24 horas posteriores al acto, así como una orientación de cómo buscar en centros penitenciarios, albergues, centros de rehabilitación, hospitales e instituciones públicas, mientras que en la segunda, realizada en el campo buscando debajo de la tierra, se requiere una meticulosa preparación que ayude a diferenciar restos óseos humanos de los de animales, así como la clasificación de aquellos que resultan útiles para la identificación y los que no.
Pensado Barrera –madre de Argenis Yosimar Pensado Barrera, desaparecido en marzo de 2014 en Xalapa, Veracruz– aseguró que está agradecida con los arqueólogos, genetistas y antropólogos y odontólogos forenses, pero en la práctica sus protocolos poco tiene que ver con la realidad, por lo que aplaudió el trabajo realizado con la UAM para impulsar que desde las aulas las universidades hagan contacto real con los entornos sociales, que puedan devenir en avances tangibles.
Esta guía servirá mucho a las familias al ser muy sencilla y práctica con un lenguaje adecuado a las familias sin tantos tecnicismos y nutrida en información sobre geolocalización, registros de llamadas, el resguardo de las cámaras de videovigilancia y sobre todo haciendo énfasis en la importancia de tener un registro del día a día sobre las actividades y lo dicho por las autoridades, con todo el soporte documental que se pueda.
Ortiz Solís –madre de Silvia Stephanie Sánchez-Viesca Ortiz, desaparecida en noviembre de 2004 en Torreón Coahuila– narró cómo desde ese año salía a escondidas a caminar al campo encontrándose con zonas tan inmensas como su desesperación, hasta que “un día estando completamente desorientada, me encontró un sobrino y me dijo ‘no tía así no’, fue entonces que me animé a hacer la búsqueda tanto en vida como en fosas, porque entendí que las personas no desaparecen, se las llevan”.
Han sido muchos los años luchando juntas por impulsar una ley, por entender los márgenes de la legalidad, los protocolos y la operación de las instancias. Son 17 años sin encontrar a su hija, pero cuando localizan a alguien “es como estar abrazando a la mía”, expuso Ortiz Solís.
Han levantado fragmentos de un milímetro que las autoridades se negaban a analizar, gracias a los cuales han esclarecido diversos casos permitiéndoles recuperar los restos de sus hijos, por ello la importancia de la búsqueda forense para abonar a la justicia, la legalidad, la verdad y la memoria, concluyeron.
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