- Las personas que duermen poco y mal son más propensas a infecciones virales o bacterianas de todo tipo.
Por: Redacción/
La evidencia científica de la relación estrecha entre el sueño y la reacción inmunológica del organismo humano cobra gran relevancia en tiempos de la pandemia de COVID-19, ya que quienes no duermen bien pueden presentar una pobre respuesta a las vacunas que se han empezado a aplicar, de acuerdo con el doctor Javier Velázquez Moctezuma, responsable de la Clínica de Trastornos de Sueño de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Diversos estudios han demostrado la importancia de esta relación y concluyen que las personas que duermen poco y mal son más propensas a infecciones virales o bacterianas de todo tipo, mientras que quienes descansan en forma adecuada responden en forma vigorosa ante diferentes antígenos.
En su artículo COVID-19, vacunas y sueño el profesor de la Unidad Iztapalapa señala que por primera vez en la historia de la humanidad, el mundo entero ha estado conectado al observar, por un lado, el desarrollo del impacto de esta emergencia sanitaria y, por otro, al atestiguar los esfuerzos globales que hace la ciencia por contrarrestar esta calamidad.
Grupos de investigadores en el mundo empezaron la tarea titánica de encontrar una vacuna que pudiera generar inmunidad contra este agente. De nuevo, la sociedad expectante observó cómo en Rusia, China, Estados Unidos y Gran Bretaña, por mencionar sólo algunas naciones, la carrera por encontrar esta defensa de la humanidad contra el virus se llevaba a cabo.
“Llegamos a diciembre de 2020 con la certeza de que varios antígenos –con diferentes abordajes, mecanismos y niveles de efectividad– han empezado a circular en muchos países y, de nuevo, en una actividad sin precedente, muchas de ellos están listos para aplicarse de manera masiva”. En México, el de Pfizzer ha llegado y los procesos masivos de inoculación han empezado a instrumentarse.
Los mexicanos y “nuestros gobernantes tienen una tarea pendiente que cumplir en este sentido”, ya que si se trata de apoyarse en datos científicos para obtener buenos resultados “estamos muy a tiempo de tomar en cuenta los hallazgos reportados por la medicina y garantizar que este proceso de vacunación que ha empezado, no sea un fracaso ni un gasto inútil”.
Investigaciones realizadas en la Universidad de Lubeck, en Alemania, revelan que personas sanas a las que se administró la vacuna contra la hepatitis “A” no desarrollaban los niveles de anticuerpos y otras respuestas inmunológicas si no se les permitía reposar la noche siguiente, mientras que si descansaban bien respondían adecuadamente ante su administración.
El mismo grupo administró tres dosis de la vacuna cada mes y en cada ocasión un grupo dormía bien y el otro se mantenía despierto la noche después de la aplicación. Los resultados demostraron que los primeros presentaban, en toda ocasión, una muy pobre respuesta ante la inoculación, un efecto que se registró aun un año después del estudio. Otro equipo publicó un análisis respecto de la vacuna contra la influenza obteniendo las mismas conclusiones.
Esta es una información sólida y repetidamente comprobada que, en estos momentos de pandemia, debiera ser tomada muy en cuenta por los gobiernos en su lucha por aplacar las letalidades de la pandemia, apuntó el Profesor Distinguido de la UAM.
Sin embargo, es poca la atención que en general se ostenta en este aspecto, incluso por parte de los propios profesionales de la salud, aun cuando “la defensa más adecuada y barata contra el virus SARS-CoV-2 es dormir bien. Ojalá tuviéramos eco en las autoridades sanitarias”.
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