Por: Redacción/
Aunque no hay una encuesta certera del aumento de la violencia contra las mujeres durante la pandemia, existe el registro a nivel mundial de 30 por ciento de incremento en llamadas de emergencia durante el confinamiento, alertó Karla Salazar Serna, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.
Las diferentes violencias, vulnerabilidades y la permanencia de una cultura de inequidad en el mundo se agudizaron, y la situación de las mujeres se encuentra en desventaja, indicó.
“En México, los refugios nacionales registran un aumento de 51 por ciento en llamadas pidiendo auxilio. Las medidas de confinamiento si bien buscaron proteger la salud pública y evitar el colapso de servicios de salud, su aplicación no fue neutra desde el punto de vista de género, ya que los hogares se convirtieron en el espacio donde todo ocurre: sobrecarga de responsabilidades y maltrato, principalmente”, sostuvo.
Y agregó: estamos bajo un contexto de un “México violento”, porque hay un registro de 77 mil 171 personas desaparecidas, de las cuales 25 por ciento son mujeres. Lo importante también es ver los diferentes espacios de vulnerabilidad en los cuales están las mexicanas; es decir, todos los factores que las ponen en riesgo, y que tiene que ver con entornos internos y externos violentos, impunidad, entre otros factores.
Las consecuencias de la violencia
“La principal situación de riesgo para una mujer es la estructura patriarcal. Es importante aclarar que no se trata de señalar a los hombres como enemigos, sino a esta cultura patriarcal que ejerce un orden hegemónico para mantenernos en una situación de desventaja, de vulnerabilidad extrema y que tenemos que seguir visibilizando”, aseguró durante el programa “La UNAM Responde”.
Señaló que desdichadamente con la presencia de la COVID-19 las personas tuvieron que mantenerse en sus casas, lo cual aumentó las agresiones que había; el encierro para las niñas también genera un ambiente de violencia sexual.
La especialista aseguró que quien vive la violencia está bajo un estrés absoluto que genera complicaciones en el organismo y puede provocar enfermedades como hipertensión o diabetes.
“Pero también repercute en el tejido social. Cuando las personas son afectadas por la violencia se rompe el capital social y muy pocas veces puede una víctima de violencia tener confianza en otras personas”, enfatizó.
Cómo hacer un cambio
De acuerdo con Salazar Serna es necesario generar procesos de resiliencia colectivos, en los cuales no se señalice a quienes han sido víctimas de violencia, sino auxiliarlas a reconstruirse.
Lo que debe ser evidenciado y visibilizado, aseveró, son las violencias, hablar de sus consecuencias y las implicaciones que enfrentan ellas, como las físicas y psicológicas.
“No hay que generar una cultura de culpa sobre las mujeres, sino generar una cultura de reconstrucción, resiliencia, ponderar sus fortalezas, reconocer todas sus capacidades, señalar los vínculos es importante, generar redes de apoyo; no basta con la denuncia, porque tenemos un sistema judicial lastimado e ineficiente. No podemos orillarlas a que denuncien, sino que debe haber un apoyo social”, subrayó.
Esta nueva mirada, dijo, puede conducir a un cambio social para enfrentar, sobreponerse y resurgir fortalecida. Por ello, es importante que desde el ámbito de la universidad exista una conexión con la comunidad femenina, de tal manera que se pueda incidir en sus procesos de transformación, y no nada más con campañas de concientización para entender, desde su perspectiva, cuáles han sido las alternativas que más les han ayudado a salir de esta violencia extrema.
No Comment