Por. Redacción/
Generalmente, cuando se piensa en una erupción volcánica se visualiza lava cayendo desde la cima, pero en el Kilauea no ocurre así: el material magmático emerge de diversas fisuras que están en las laderas, especialmente en el flanco este, y a veces en zonas bajas cercanas al suelo. “Se han detectado 23 fisuras que arrojan lava”, comentó Jesús Aguirre Díaz, investigador del Centro de Geociencias (CGeo) de la UNAM.
La isla de Hawái está compuesta por rocas volcánicas que después de antiguos eventos eruptivos se enfriaron y solidificaron. Actualmente tiene cinco volcanes activos, uno de ellos es el Kilauea, que inició el pasado 3 de mayo una erupción que aún continúa.
En el más reciente reporte del Servicio Geológico de Estados Unidos se indica que hay actividad, aunque ha decrecido y ya pasó su pico máximo, que se extendió hasta el 25 de mayo.
Hasta el 28 de este mes, fecha del último reporte científico, todavía había explosiones en la cima, lluvia de cenizas y emisión de lava, la cual formó dos ríos de material magmático fundido que se dirige al mar, indicó Aguirre Díaz.
En ese volcán hubo una erupción de mayor magnitud hace dos mil 500 años; la de ahora es un evento grande y el pronóstico es que continúe. No obstante, la instrumentación científica permitió detectar con anticipación algunos “síntomas” que advertían que pronto iniciaría la actividad, subrayó el científico mexicano.
El 17 de abril hubo sobrepresión magmática y creció el nivel de un lago de lava que está en la cima, por lo que se temía que se desbordara. El 26 del mismo mes hubo un derrame sobre una pared del cráter y el 30 hubo actividad en la zona fisural, así como un aumento de la sismicidad, que revelaba que había algo moviéndose abajo del volcán, recordó.
“Esta crisis es mayor a las que ha tenido antes, y está causando muchos destrozos. La lava ha quemado casas y bloqueado caminos; hace unos días llegó a una planta geotérmica (que produce electricidad). Está afectando instalaciones estratégicas y parece que va para un buen rato”.
Diversos reportes periodísticos señalan que la ceniza se ha expandido más de nueve mil metros y que unas mil 700 personas de la zona cercana al volcán fueron evacuadas.
Vigilancia e instrumentación en México
El universitario consideró que en México hay una adecuada instrumentación y vigilancia académica y gubernamental en los dos principales colosos activos de nuestro país: el de Fuego de Colima y el Popocatépetl. “Hay personas muy preparadas que los monitorean de forma permanente”.
Finalmente, advirtió que estos dos colosos mexicanos son muy diferentes al Kilauea. Ambos forman domos que cubren el cráter y funcionan como “tapones” hasta que la presión de los gases los rompe; además, son más explosivos, con columnas más peligrosas”.
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