Por: Redacción/
El gran problema de la epidemia de violencia que vive México a consecuencia de la guerra contra las drogas, no es tanto por el consumo sino por la política prohibicionista que se ha seguido en los últimos años, señaló el ex secretario de Salud Juan Ramón de la Fuente Ramírez en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La prohibición propicia lavado de dinero y corrupción, y ocasiona que todos los días el crimen organizado “se dé de balazos para ver quién controla tal o cual ruta” de tránsito de estupefacientes, sostuvo el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México al dictar la conferencia Drogas: un problema de salud pública.
El Premio Nacional de Ciencias y Artes 2006 participó en el Ciclo Conferencias Magistrales Metropolitanas, organizado por la Rectoría General de la Casa abierta al tiempo con el propósito de alentar la reflexión sobre asuntos socialmente relevantes, con un programa que incluye a destacados pensadores mexicanos.
El doctor De la Fuente Ramírez afirmó que el país reúne todos los criterios de la Organización Mundial de la Salud para decir que “pasamos por una epidemia de violencia y ésta se encuentra íntimamente ligada al problema del narcotráfico”, de lo que se desprende la necesidad de generar una política pública distinta de la desplegada hasta ahora y la cual deberá estar basada en la evidencia científica, el respeto a los derechos humanos y en la actualización del marco regulatorio.
El también miembro del Patronato de la UAM desde 2015 dijo que como médico, “no puedo estar en favor del consumo de drogas, sino en contra, pero también estoy en contra de que se trate como a delincuentes y se meta a la cárcel a quienes las usen”.
Un enfoque de salud pública debe entender el problema y ser más eficiente, porque “es increíble que de los miles y miles de pesos que se han gastado en el país desde hace 12 años en que se inició la absurda guerra” contra las drogas, menos del tres por ciento se ha destinado a programas de salud.
“Esta forma de ver el problema no está atendiendo sus raíces ni está funcionando, porque el consumo no ha bajado, sino aumentado y tenemos ahora cientos de miles de muertos y decenas de miles de desaparecidos”, apuntó.
Una perspectiva de salud pública empieza por reconocer que los adictos son enfermos y que el prohibicionismo los criminaliza, ya que en el momento en que alguien se ve obligado a conseguir la droga de manera ilegal frente a un narcomenudista se vuelve parte de la red, pero el más frágil de ella.
Una investigación de la doctora Catalina Pérez Correa, miembro del Centro de Investigación y Docencia Económicas, muestra que en los centros de adaptación social del país hay por lo menos 160 mil personas –la mayoría jóvenes y mujeres– que están detenidas por el delito de posesión de algún enervante, subrayó.
A nadie se le ocurre que a estas personas habría que llevarlas con un médico o un sicólogo y, por el contrario, son trasladadas directamente al ministerio público para cumplir una sentencia que oscila entre los nueve meses y los tres años, es decir, “estamos criminalizando a los adictos”, que en más de 80 por ciento están en condición de primodelincuentes, lo que significa que no tienen antecedentes.
Hasta ahora la única evidencia de éxito para reducir el consumo de alguna sustancia adictiva ha sido con el tabaco y esto se ha logrado con información, educación y haciendo ver los daños a la salud por esta causa, además de que “es mucho más adictivo que otras sustancias”.
Desde un enfoque de salud pública el objetivo debe ser reducir el daño que las drogas ocasionan, porque no es el mismo el que causa la mariguana que la heroína. “Esta sería un posición mucho más racional que simplemente declarar la guerra a las drogas”, porque además “la tenemos perdida de los dos lados”, tanto en México, como en Estados Unidos y basta con ver los índices de mortalidad que en ese país tienen por el consumo de opioides y el número de muertos y desaparecidos en esta nación.
Es necesario cambiar el enfoque porque “si seguimos igual las cifras que tenemos ahora serán mucho mayores, por lo que para reducir el daño debieran diferenciarse las sustancias adictivas, ya que no todas producen el mismo daño, pues éste depende del tipo de droga, la frecuencia con que se consume, la edad del usuario y el estado de salud previo”.
Muchos estudios muestran que la conducta delictiva se asocia mucho más al tráfico que al consumo y, sin embargo, “tenemos las cárceles llenas de consumidores”.
Al dar la bienvenida al doctor De la Fuente Ramírez, el doctor José Antonio De los Reyes Heredia, secretario general de la UAM, señaló que ante un problema que va adquiriendo proporciones epidémicas es evidente la necesidad de contar con una estrategia integral de educación que, a partir de un enfoque de salud pública, divulgue su naturaleza, los riesgos y las consecuencias, al tiempo que lo descriminalice.
El tema es de la mayor relevancia para la UAM, especialmente si se considera que “nuestra población es cercana a los 50 mil alumnos”, la cual merece estar mejor informada en torno a uno de los fenómenos que más lacera a nuestra sociedad: el consumo de drogas”.
El doctor Fernando de León González, rector de la Unidad Xochimilco, destacó que en La sociedad dolida: el malestar ciudadano, la obra más reciente del doctor De la Fuente, hay una clara invitación para que “los universitarios asumamos una posición en favor del progreso del conocimiento, de políticas públicas que jerarquicen el beneficio social sobre el privado y de la visión de futuro que vaya más allá de las miradas de corto plazo”.
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