Por: Redacción/
El sector de las industrias creativas ofrece una oportunidad excepcional de crecimiento a los países en desarrollo, pero este potencial se realizará plenamente sólo mediante una política que conjugue acciones de las empresas y las comunidades creativas, afirmó la doctora Maruja Redondo Gómez.
La nueva producción del conocimiento basada en la información y la tecnología ha generado cambios estructurales en las naciones que impactan a los actores y la manera como se relacionan, indicó al participar en el XIV Seminario Urbanismo Internacional Ciudad Creativa. Acciones sustentables de la economía naranja en la nueva agenda urbana, realizado en el Museo Franz Mayer.
Al dictar la ponencia Estructura naranja para una ciudad creativa, la académica del Departamento de Evaluación del Diseño en el Tiempo de la Unidad Azcapotzalco dijo que “para la nueva estructura financiera que se vislumbra en el siglo XXI resulta fundamental la integración, la vinculación y la complementariedad entre diferentes sectores que hasta ahora no habíamos visto conectados”.
En este contexto surge la economía naranja o creativa –conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales– cuyo valor está determinado por su contenido y se fundamenta en la propiedad intelectual.
En esto las universidades tienen un papel preponderante, al volverse facilitadoras de procesos para la producción de conocimiento, lo que resulta en un motor generador de crecimiento económico y progreso en las ciudades.
El modelo ideal deberá basarse en el desarrollo sostenible, medido en términos económicos, culturales, sociales y ambientales, entendiendo que la creatividad como impulsora de la innovación puede contribuir a la diversificación y la competitividad en América Latina y el Caribe.
Redondo Gómez agregó que el ámbito de la cultura se ha vuelto más relevante, ya que no sólo aporta a la identidad y la cohesión social, sino también al crecimiento y desarrollo económicos.
Prueba de ello son las cifras presentadas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (CNUCYD) que refieren que este sector produjo alrededor de 144 millones de empleos en el mundo en 2011, siendo la cuarta fuerza de ocupación.
Colombia es pionera en normatividad naranja, al promover una legislación que tiene como ejes la información, las instituciones, la industria, la infraestructura, la integración, la inclusión y la inspiración (Ley 1834 de 2017), y plantear incentivos fiscales para promotores de industrias creativas, la participación del Estado con el sector privado para proteger los derechos de los creadores y una vinculación entre esa comunidad y la de las tecnologías de la información y la comunicación.
A ello se suman iniciativas para apoyar y fortalecer esas industrias que iniciaron hace más de 12 años, con plataformas de negocios como Bogotá Fashion Week (BFW), ARTBO, Bogotá Audiovisual Market (BAM) y el Bogotá Music Market (BOmm).
Lo anterior resulta de una lógica que busca construir redes de trabajo sistemático de colaboración entre los recursos locales en un marco territorial y un trabajo de cooperación y complementariedad que se da en diferentes niveles.
Estos nuevos esquemas de trabajo también producen cambios en las relaciones de producción, el mercado laboral, los empleos, la cultura, la política, el consumo y en todos los ámbitos de la ciudad.
Ante este panorama las nuevas metrópolis enfrentarán desafíos relacionados con la generación de una visión estratégica que incluya modelos de desarrollo acordes con las condiciones específicas de la región y sus actores.
Para ello se necesita que los gobiernos sean inteligentes, ya que la gobernanza tiene que estar dispuesta a asumir nuevos roles y responsabilidades que hagan frente a una sociedad del conocimiento que se organiza sobre bases diferentes de las que hasta ahora han regido.
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