Por: Redacción
En México persiste la estigmatización de las enfermedades mentales. Aquí, entre siete y nueve por ciento de la población padece trastornos de ese tipo. Si se considera que somos 119 millones 530 mil 753 personas (Encuesta Intercensal 2015, INEGI), entre ocho y 11 millones, aproximadamente, presentan alguno.
En el marco del Día Mundial de la Salud, que se conmemora hoy, 7 de abril, y que este año se dedica a la depresión, Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, señaló que ante la estigmatización, se debe tomar conciencia para que la sociedad sepa que estas enfermedades, entre ellas la depresión, son como cualquier otro problema de salud, “y con un ‘échale ganas’ el afectado no va a salir adelante”.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la primera causa de problemas de salud y discapacidad a nivel mundial; las últimas estimaciones de este organismo indican que más de 300 millones de personas viven con este trastorno.
Se manifiesta con estados de desánimo, pérdida de interés e incapacidad de disfrutar diversas actividades, dificultades de concentración, baja autoestima, alteraciones del sueño y del apetito y, en casos extremos, ideas suicidas, advirtió Fajardo Dolci.
De igual forma, la OMS señala que son pocas las naciones que invierten en salud mental, cuando los estudios muestran que por cada dólar invertido en tratamientos para la depresión y ansiedad, hay un retorno de cuatro dólares en mejor salud y habilidad para trabajar.
En promedio, sólo tres por ciento de los presupuestos de salud de los países se invierte en salud mental, variando de menos del uno por ciento en los de bajos ingresos, al cinco por ciento en los de altos ingresos.
Al respecto, el director de la FM comentó que la prevención y tratamiento oportuno disminuiría los costos, tanto para el afectado y su familia, como para el sistema de salud.
En cuanto al tratamiento, aseguró que depende del paciente y la severidad del padecimiento, pero regularmente se echa mano de terapias, de fármacos antidepresivos, o de ambos.
En lo que se refiere al papel de la familia, es primordial su participación tanto en la parte del diagnóstico como en el seguimiento y apego al tratamiento, “sobre todo en la rehabilitación para disminuir el número de recaídas”.
Además, agregó, es importante su capacitación en el manejo de riesgos y crisis, así como hacer conciencia en el círculo de amistades e, incluso, en los empleadores, no como un problema, sino como expectativa de aumento en la productividad de la persona en el mediano plazo.
Cabe destacar que la falta de inversión en salud mental en los próximos 14 años para atender diversos trastornos, en especial la depresión y ansiedad, ocasionará pérdidas económicas por un billón de dólares al año, advierte la OMS.
Finalmente, Fajardo Dolci indicó que los profesionales de la salud en nuestro país están capacitados para detectar y canalizar a las personas que así lo requieran. La UNAM cuenta con los servicios del Departamento de Psiquiatría y Salud mental de la FM, además de los centros de atención de la Facultad de Psicología.
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