Por: Redacción
En el siglo XVI, la cuenca lacustre del Valle de México comprendía casi mil 500 kilómetros cuadrados, pero en razón de su desecamiento gradual —según registros— hoy sólo queda el 1.33 por ciento de la extensión original, indicó Erika Danaé López Espinoza, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
La investigadora desglosó el trabajo La importancia de la cobertura del suelo en el pronóstico del tiempo, donde habló de la extinción del gran lago ubicado en lo que hoy es parte del área metropolitana y detalló que éste funcionaba como regulador térmico, pues de día enfriaba y de noche calentaba, lo que reducía el rango de temperatura hasta en cuatro grados centígrados.
Según una investigación realizada en colaboración con Ángel Ruiz Angulo, también del CCA, se determinó que de 1500 a 2012 la temperatura máxima sobre y alrededor del cuerpo lacustre se ha incrementado de 1.4 a 5.2 °C en época de secas y de 1.0 a 5.7 en periodo de lluvias, lo que provoca días más calurosos. Por otro lado, la mínima decreció de 0.8 a 3.1 °C y de 0.3 a 1.8 en episodios áridos y pluviales, respectivamente, lo que repercutió en jornadas más frías.
Para ejemplificar la magnitud del fenómeno de desecación, la académica expuso la alarmante situación del mar Aral —entre Kazajistán y Uzbekistán en Asia Central—, lago endorreico que en 1960 ocupaba 68 mil km2 y que en 2008 registraba sólo seis mil 800. Esto ha incrementado la temperatura en superficie de dos a seis grados durante el verano.
En cuestiones climatológicas, se suele confundir tiempo (condiciones actuales de la atmósfera en un sitio determinado) con clima (patrón promedio del tiempo en un lugar, durante un periodo largo), explicó.
Así, el pronóstico del primero es la predicción del estado atmosférico en un lugar y momento particulares. Éste no es el mismo en todas partes; depende de muchos factores. No obstante, es preciso conocerlo para realizar actividades cotidianas y recreativas, así como para tomar decisiones (planificar siembras y cosechas, transporte aéreo y tránsito portuario, entre otras).
Estas ponderaciones son cruciales en zonas susceptibles de inundaciones a fin de anticiparse al impacto pluvial y se realizan con base en modelaciones numéricas del tiempo, a partir de observaciones, análisis de datos y graficación de salidas, agregó López Espinoza.
La cobertura del suelo es la descripción del material físico en la porción expuesta de la tierra como el tipo de vegetación (natural y plantada), construcciones artificiales, cuerpos hídricos y hielo, entre otros. En este contexto también se usa el término uso de suelo, que incluye los fines para los cuales sirve, es decir, si las demarcaciones se usan como áreas recreativas, de conservación o de almacenamiento.
En cuanto a los modelos de superficie, dijo que para evaluar la interacción entre ésta y la atmósfera en modelos de predicción se consideran los parámetros antes referidos, así como los topográficos, entre otros.
Sobre la historia de la disciplina, la investigadora refirió que en 1922, Lewis Fry Richardson, matemático, físico y meteorólogo inglés, instrumentó métodos numéricos a fin de solucionar las ecuaciones de las predicciones.
Por su parte, Vilhelm F. Koren Bjerknes, físico y meteorólogo noruego, fue el primero (en 1904) en aplicar ecuaciones básicas, todavía aprovechadas en la modelación del tiempo.
En 1950, los estadounidenses John von Neumman y Jule Charney, así como el noruego Ragnar Fjørtoft, utilizaron la computadora Electronic Numerical Integrator and Computer (ENIAC) —creada cuatro años antes y que ocupaba 167 metros cuadrados— para efectuar el primer pronóstico numérico exitoso en Estados Unidos, proceso que demoró 48 horas.
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