Por: Redacción/
México se encamina a una crisis económica más grave que la Gran Depresión de 1929, ante un escenario que se complica por la combinación con la emergencia sanitaria por el coronavirus COVID-19, que es una especie de revancha de la naturaleza, aseguró el doctor Federico Novelo Urdanivia, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Las dificultades en el sector se vienen arrastrando desde la pésima gestión de la recesión en los años 2007 a 2009, por lo que el Estado debe adoptar medidas de endeudamiento en proporciones bíblicas y una noción del gasto que tenga calidad y estrategia que no signifiquen una salida parcial de la pobreza.
México puede adquirir deuda pública porque tiene pasivos públicos menores en 30 por ciento al promedio de endeudamiento de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), además de que el dinero en el mundo se presta a un precio muy bajo y una deuda pública se vuelve pagable por el uso productivo y no por la magnitud, pero obligatoriamente se requiere de una política industrial.
La nación necesita “una estrategia sectorial de crecimiento con sentido de la urgencia, pero vemos una enorme pasividad acompañada de un optimismo delirante por parte del gobierno en términos de darle una duración voluntariosa a la crisis y no tener idea de la enorme repercusión que tendrá en el sistema económico, además de que antes del momento crítico sanitario la economía misma se encaminaba hacia una recesión”, consideró el investigador del Departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco de la UAM.
México demanda un proyecto de desarrollo y no un catálogo de buenas intenciones como tiene el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, pues la política puede mejorar en forma extraordinaria, pero todo tiene un tiempo y esto es lo que se está yendo.
Las proyecciones de la Secretaria de Hacienda de que el Producto Interno Bruto (PIB) caerá 3.9 por ciento este año no dejan de ser optimistas, porque en realidad podría ser mayor, debido a una debilidad estructural al no haber generación de empleos en el sector servicios, que es el mayor creador de puestos de trabajo, a lo que se suma la informalidad.
El problema de la terciarización es que la economía no tiene un componente productivo en esencia, en tanto que el circuito financiero del campo no se puede arreglar con precios de garantía o subsidios –que tienen rasgos clientelares– sino que es indispensable una política de desarrollo rural.
La industrialización de las exportaciones está en manos de las empresas transnacionales, por lo que “es una paradoja que dependamos de la industria automotriz y no tengamos una sola marca de automóviles o camiones nacionales, aunque la expectativa es que si la inyección de recursos para la economía estadunidense es suficiente, nosotros seremos arrastrados a obtener cierto beneficio”.
El miembro del Sistema Nacional de Investigadores especificó que no está claro, desde la evidencia científica, que la pandemia del COVID-19 no adquiera características estacionales, por lo que el déficit de médicos y enfermeras debe ser una alarma roja para pensar en una solución de larga duración para la calidad de vida de la población.
“Estamos ante un dramatismo enorme por la contagiosidad del virus, que por su letalidad parece estar haciendo una nueva selección natural por las complicaciones previas”, situación por la cual recordó las ideas del Premio Nobel de Economía 2015, el británico Angus Stewart Deaton, experto en economía de la salud, quien postula “que la transición epidemiológica iba a pasar de los intestinos de los niños de los países no desarrollados a los corazones y pulmones de los viejos de los países en vías de desarrollo y desarrollados”.
En el ámbito mundial se advierte la recuperación de medidas proteccionistas por parte de la principal potencia y el resurgimiento del nacionalismo económico –éste a secas– que es pernicioso, tanto para la convivencia internacional como para enfrentar la crisis.
El problema para México es grave, toda vez que el factor trabajo ha sido desatendido de manera brutal y sometido a las condiciones de expoliación, como el auge de la subcontratación, un esquema con gran número de trabajadores sin derechos en empresas que, paradójicamente, brindan servicios a los sectores privado, público y al propio gobierno, contraviniendo lo planteado en el artículo 123 del Constituyente de 1917, según el cual México se convertiría en el paraíso del proletariado, que ahora está pasando del purgatorio al infierno.
La propuesta oficial de recuperación económica parte de un supuesto –arbitrario por completo– de la economía neoclásica, al decir que la crisis es transitoria porque así le parece al titular del Poder Ejecutivo, “puesto que lo único disponible es la incertidumbre, ya que no sabemos cuánto va a durar ni qué va a destruir en su camino, pero sí que una mala respuesta puede multiplicar sus efectos nocivos”.
El planteamiento de que se va a reducir el ingreso de funcionarios de alto nivel para enfrentar el problema “es como meterse en una tienda de campaña cuando va a estallar una bomba atómica; esa es la proporción de lo inútil de tener más austeridad cuando se requiere de una política expansionista. Al gobierno no debe darle miedo: el problema es querer servir al mercado en su expresión más especulativa”, concluyó el doctor en ciencias de política internacional.
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