Por: Redacción/
Entre los muchos retos que afrontará la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, uno fundamental será la construcción de una nueva relación Estado-sociedad, si se considera que los procesos de transformación no dependerán sólo del gobierno, coincidieron especialistas en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Sinergia, participación y reactivación civil son elementos indispensables para un nuevo ejercicio del poder, de acuerdo con prácticas más democráticas, precisaron los expertos en ciencias políticas que se dieron cita en la mesa El triunfo de AMLO, la cuestión del Estado y las luchas populares.
El doctor Armando Bartra Vergés, docente del Departamento de Relaciones Sociales, declaró que México llegó tarde al posneoliberalismo latinoamericano, tomando en cuenta los 20 años de regímenes de izquierda o progresistas que han acontecido en la región, donde “los demás ya van de bajada y, si hubiéramos podido lograr esto en 2006 o en 2012, habríamos caminado junto con Evo Morales, Lula da Silva, los Kirchner y Rafael Correa”.
El Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, expuso que no fueron los movimientos sociales ni las organizaciones gremiales las que pusieron en predicamento al sistema político, sino la revolución que se expresó en las urnas como una insurgencia ciudadana.
La tarea inmediata y urgente es recuperar el Estado agónico, lo que podría significar hacer una nueva Constitución, como en el caso de los países en los que ha gobernado la izquierda y cuyos cambios a la Carta Magna se dieron porque hubo tiempo para operar las modificaciones.
Una refundación del Estado mexicano implicaría un nuevo marco constitucional y en eso se iría el sexenio, por lo que debe plantearse aquello posible de hacer en este periodo, por ejemplo, reactivar el Estado y cambiar las instituciones, las políticas públicas y a los funcionarios y, si hubiere continuidad, ajustar las leyes.
El doctor Jaime Osorio Urbina, Profesor Distinguido de la UAM, explicó que una de las razones del triunfo de la izquierda fue producto de una profunda división en el seno de las clases dominantes, una fractura insólita en un régimen electoral que no plantea la segunda vuelta, como en la mayoría de los países.
Esta fórmula permite que sólo participen las dos candidaturas que obtuvieron más votos en la primera vuelta, lo que hace posible que el débil aglutine a las fuerzas políticas acordes para tener mayores posibilidades de ganar.
El doctor Gerardo Ávalos Tenorio, académico del Departamento de Relaciones Sociales, dijo que México no quiere tener un levantamiento violento, como sucedió en la Independencia, la Reforma o la Revolución de 1910, por eso López Obrador y Morena llaman a su proyecto de nación la cuarta transformación porque el significante revolución suena a violencia, fusiles, armas, muerte, sangre y dolor, pero de hecho es una de tipo pacífica en el sentido de un cambio profundo y radical.
Un peso pesado de la política en México –como la describió el moderador de la mesa, doctor José Antonio Rosique Cañas, docente del Departamento de Relaciones Sociales– es la continuidad de la lucha de 1968 que ahora se materializa en estas elecciones.
La doctora María Elvira Concheiro Bórquez, catedrática del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, expresó que algunas de las izquierdas tomaron en sus manos el legado del movimiento del 68 y lo tradujeron en un lema de lucha por la democracia, que en un primer intento se dio en 1988, y 30 años después se materializó.
El doctor Rogelio Sosa Pulido, investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, se refirió a dos vectores que se cruzan para explicar el fenómeno del triunfo de la izquierda en México: uno de ellos es el hartazgo y el soporte de una fracción enorme de población en pobreza y en extrema pobreza, y el otro es la tozudez y perseverancia de López Obrador y toda su lucha social.
“Hace falta revisar los andamiajes institucionales que hacen posible la corrupción público-privada en la que, gracias a relaciones personales, el sector empresarial logra jugosos contratos a través de adjudicaciones directas”, denunció la doctora Mariela Díaz Sandoval.
La profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y licenciada en sociología por la Unidad Xochimilco de la UAM también mostró su preocupación por la privatización de los penales de máxima seguridad, ya que están manejando un área neurálgica que es obligación del Estado y no se sabe hasta dónde llegan las responsabilidades del sector privado ni cómo están operando dentro de las cárceles.
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