Por. Redacción/
La Ciudad de México requiere elevar la jerarquía de política ambiental y rescatar los bienes comunes, así como promover acciones de cooperación “para garantizar a las futuras generaciones el acceso a los mismos recursos naturales que utilizamos”, señaló la maestra Martha Delgado Peralta, coordinadora del Programa de Sociedades Sustentables de la Fundación PENSAR.
“La falta de credibilidad en la autoridad está mermando y colocando en una situación crítica al centro del país, algo que se agrava más cuando los gobernantes eliminan la posibilidad de diálogo con los ciudadanos para que éstos elaboren propuestas”, afirmó en la ponencia El ABC de las políticas ambientales exitosas.
Al participar en el V Seminario del Proyecto Laboratorio de las Ciudades en Transición (LABCIT) de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, manifestó que “nos encontramos en una megaciudad ubicada sobre una cuenca endorreica y cerrada, lo cual representa un reto mayúsculo”.
La Ciudad de México posee una economía muy grande, mayor incluso a la de Argentina, un aspecto que en lugar de ir en detrimento de sí misma debería favorecerla, sin embargo, requiere atender su problemática de sustentabilidad en materia urbana, social, de salud y educación.
El 50 por ciento de la población mundial vive en ciudades y se espera que en los próximos 30 años sea de 75 por ciento, “el fenómeno migratorio del campo a la ciudad va creciendo, lo que por un lado implica una sobreexplotación de los recursos, pero también una oportunidad de desarrollo y trasformación por su densidad, economía y capacidad”.
Delgado Peralta recordó que las medidas gubernamentales en este rubro se originaron en la ciudad de Estocolmo en 1972 como parte de un acuerdo fijado por las Naciones Unidas y esas regulaciones todavía siguen adecuándose en el país a los niveles nacionales y locales, en un franco ambiente de incertidumbre política.
“Hemos sido una megalópolis durante 600 años, en donde coexisten muchas ciudades. Es un reto pero forma parte de una riqueza cultural” e identificó que, ante todo, se deben crear estrategias con base en criterios claros, información, conciencia, equidad y transparencia. Al mismo tiempo, instó a no omitir este tópico de la discusión científica y académica para proponer soluciones.
Más allá de la obtención de datos y diagnósticos hizo un llamado a formar mejores vínculos entre los expertos y los tomadores de decisiones, pues sólo así vislumbra la posibilidad de combatir los efectos de la corrupción, la impunidad y el oportunismo. Agregó que a diferencia de otros momentos de la historia del país, el actual se caracteriza por una creciente falta de voluntad política.
La maestra Delgado Peralta recomendó mejorar el transporte público, establecer mecanismos de captación pluvial en lugar de iniciar la construcción de la cuarta fase del Sistema Cutzamala a Temascaltepec y promover el reciclaje de residuos con incentivos para la gente, ya que la separación de orgánicos e inorgánicos no ha sido una medida efectiva.
Además señaló como fundamental retomar las iniciativas independientes de economía colaborativa en cuestión de movilidad de autos eléctricos, la construcción de huertos en azoteas y la implementación de energía solar domiciliaria con el objetivo de administrar la optimización de los recursos disponibles.
En las metrópolis de primer mundo se han puesto en marcha autobuses con celdas de hidrógeno en Seúl; impulsoras de la movilidad eléctrica en Vancouver y Oslo; urbes sin autos en Friburgo y Fez; promoción del ciclismo en Ámsterdam y Copenhague; de igual forma, en Cherán, Michoacán, México se distinguió por disminuir la producción de basura en 92 por ciento, “esto nos tiene que inspirar a cambiar la Ciudad de México”.
Debe transitarse “hacia otro tipo de cultura en la que nuestras decisiones colectivas y hábitos sean parte de la trasformación que necesita nuestra capital”. Urge diseñar programas sociales y ambientales conjuntos que incluyan la recuperación del espacio público, la reducción de gases de efecto invernadero, así como la promoción del deporte, lo social y lo cultural, concluyó.
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