Por: Redacción/
Los severos daños generados en múltiples inmuebles de reciente edificación en la Ciudad de México por el temblor del 19 de septiembre pasado exhibió la carencia de una política para supervisar y controlar a la industria de la construcción y garantizar la mínima calidad en la infraestructura de las diversas obras, señaló la maestra Delia Patricia Couturier Bañuelos.
La carencia de leyes adecuadas propicia un campo libre de acción para que las empresas privadas busquen obtener mayores ganancias a costa de emplear materiales de baja calidad o planos arquitectónicos con poca seguridad en casos de movimientos telúricos.
La falta de ética en un segmento de este sector, como es el caso de algunos profesionales del ramo y servidores públicos, invita a la reflexión sobre la problemática que muestra que “necesitamos de políticas de prevención y acción ante fenómenos naturales para no hacer de ellos un desastre social”.
En el artículo La importancia del trabajo de las instituciones públicas junto a la sociedad civil en situaciones de desastres naturales, publicado en el número especial 19-S. El sismo que movió a México, de la revista Reporte CESOP, editado por la Cámara de Diputados, la académica expuso que “requerimos humanización por parte de las autoridades ante las situaciones de pérdidas”.
La ayuda puede ser brindada en forma integral, una vez que las instituciones del Estado “reconozcan que frente a los fenómenos naturales quedan rebasados y deben trabajar junto a la sociedad civil para resolver estos graves problemas”.
Esto no puede pasar desapercibido para las entidades gubernamentales que asuman el liderazgo, porque la capital del país está ubicada cerca de una falla geológica que genera incertidumbre sobre las posibles afectaciones por un movimiento telúrico.
Deben crearse organismos capacitados para dispersar a todas las fuerzas de apoyo, tanto nacionales como internacionales, a los posibles sitios que exijan ayuda para evacuar, rescatar o auxiliar.
La académica del Departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) opinó que personal de Protección Civil debe capacitar a la población en casos de posibles desastres para evitar pérdidas humanas, sumando la experiencia de rescatistas y el sector salud para abrir cursos de primeros auxilios.
La tragedia del 19 de septiembre reafirmó la solidaridad de la población, “la asistencia ofrecida fue sorprendente y conmovedora, ya que en cuestión de minutos la sociedad, de manera espontánea y a pesar de no haber contado con capacitación previa ante hechos de tal magnitud, reaccionó frente al desastre” y salió robustecida.
Couturier Bañuelos destacó la participación de los millennials, quienes respondieron en forma inmediata e incomparable en auxilio de las personas afectadas, demostrando que como grupo social son fraternos, cooperativos y con valores.
“Supieron reaccionar y qué hacer ante las circunstancias caóticas, ya que lideraron la mayoría de los grupos de ayuda que se formaron momentos después del terremoto, así como en los centros de acopio ubicados por todas partes de la Ciudad de México. Esta generación constituyó la fuerza, la mano de obra dispuesta a amortiguar las consecuencias que ocasionó el sismo”.
También, ante la magnitud de la tragedia, debe destacarse la labor de la sociedad civil “que actuó positivamente sin esperar la intervención gubernamental, los ciudadanos se organizaron para remover los pedazos de concreto y los escombros en busca de sus semejantes, a pesar de saber que varias construcciones aledañas podían caer en cualquier momento. Con todo y ello, el apoyo humanitario no cedía”.
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