Por: Redacción
La ciudad de México carece de estudios que aborden las secuelas del impacto del ruido ambiental en los habitantes para emprender planes y acciones concretos, no obstante que la contaminación acústica afecta el bienestar físico, social y mental, por lo que representa un problema grave de salud pública.
El doctor Fausto E. Rodríguez Manzo, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), resalta que es necesario informar a la población acerca de las consecuencias de la exposición al ruido, pues a nivel mundial están documentados los efectos que provoca en la salud y en el bienestar de los seres humanos.
Las principales afectaciones, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, son: molestia por ruido; tinnitus –las personas escuchan sonidos internos, ya sea un ronroneo, un zumbido o un “gis”, los cuales llegan a percibirse dentro de la cabeza, sin la existencia de una fuente sonora que los provoque, se atribuye a una exposición excesiva al ruido– y perturbación del sueño –puede suceder con niveles sonoros promedio por debajo de los 45dBA–.
También provoca discapacidad cognitiva en niños –impacta el aprendizaje y en la memoria– y enfermedades cardiovasculares que pueden derivar en un infarto al miocardio.
En el artículo La contaminación acústica y su impacto en el espacio urbano de la Ciudad de México, incluido en el número cuatro de Cuadernos Universitarios de Sustentabilidad, editado por la Unidad Cuajimalpa de la UAM, señala la pertinencia de incluir el tema en la educación básica formal para generar, desde la niñez, conciencia ciudadana fortalecida con campañas dirigidas a la población en general.
El académico del Departamento de Procesos y Técnicas de Realización de la Unidad Azcapotzalco indica que corresponde a las autoridades enfrentar el problema desde varios ángulos: primero desde la realización de un diagnóstico profundo del problema con apoyo de mapas de ruido, que ya se han iniciado con la vinculación del sector académico.
Seguir la práctica de la planeación urbana con la consideración del ruido ambiental como parte de las herramientas y enfoques que se emplean en busca de soluciones a los problemas urbanos existentes, así como una previsión de todas las acciones que se planeen para la ciudad.
El requerimiento de estudio de impacto del ruido ambiental debe ser obligatorio para cada obra que se pretenda llevar a cabo, aunado a la creación de normas, leyes y reglamentos encaminados a regular las actividades generadoras de ruido, así como encauzar, al mismo tiempo, a la protección de la población en materia urbana.
La Ciudad de México sólo cuenta con una norma ambiental relacionada con el ruido, la NADF-005 AMBT 2013, aplicable a regular el ruido en establecimientos, y la Ley de Cultura Cívica (2004), que sólo hace una mención al problema del ruido como infracción a la tranquilidad de las personas.
El creador del Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico de la citada sede académica de la UAM para la investigación y consultoría arquitectónica y urbana y coordinador del primer mapa de ruido para la zona metropolitana de la Ciudad de México, en vinculación con el gobierno de esta capital, manifiesta que debe haber protección de las edificaciones contra el ruido ambiental, pues las constructoras no están obligadas a prever la intromisión del ruido al construir.
En su artículo expuso que las principales fuentes y eventos sonoros en la ciudad son: el tráfico vehicular –motocicletas, automóviles y vehículos pesados en general– junto con el tráfico de trenes, metro, tranvías, aviones y helicópteros, y la actividad industrial y de construcción pública y privada.
Otros elementos contaminantes son: la actividad comercial, así como la de ocio y diversión; el vecindario; las manifestaciones sociales; las festividades populares, culturales y musicales y los sonidos de la naturaleza.
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