Por: Redacción/
La cancelación de la reforma educativa significa un claro cambio de rumbo. Tiene diversos efectos en términos políticos y legislativos: no sólo modifica la ruta política, implica una transformación de carácter profundo, estructural, constitucional, y de las prioridades nacionales en la materia.
Fue una reforma polémica, discutida y fallida en muchos sentidos, que enfrentó la resistencia del magisterio y el cuestionamiento de la sociedad, resaltó Hugo Casanova Cardiel, director del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.
A lo largo del sexenio que terminó, la prioridad estuvo en el campo de la calidad de la educación; en el nuevo marco educativo se planteará una concepción de calidad, y muy probablemente se atenderá la cantidad, expuso.
Déficit en materia educativa
Casanova Cardiel destacó que en México existe un serio déficit en materia educativa: tres de cada 10 niños no tienen acceso a preescolar; los niveles más equilibrados son primaria y secundaria. En la educación media superior también hay un déficit cuantitativo, pues cuatro de cada 10 jóvenes están fuera; respecto a la superior, alrededor de 6.5 no tienen acceso a esta oferta educativa.
Esto es grave porque los muchachos que no están en las universidades realizan trabajos informales, son migrantes o están atrapados por las redes delincuenciales. “El nuevo gobierno pone un acento especial respecto a dónde están estos jóvenes. Se busca darles una oferta educativa. Es un punto grave que descuidó el anterior gobierno”, dijo.
Ahora, prosiguió, la cobertura debe ser mayor y acompañarse por criterios de calidad, además de atender la infraestructura. “Otro tema que seguramente cambiará es el del financiamiento, específicamente cuánto dinero se pone en cada nivel educativo y cómo se distribuye”.
El apoyo a los niveles básicos no puede ser a costa de disminuir recursos a la educación superior, que es crucial. “No puede haber una reducción a las universidades; no podemos desarrollar nuestros servicios sin recursos suficientes. Esperamos que el nuevo Gobierno Federal no escatime esfuerzos para respaldarla”, subrayó.
Casanova recalcó que en México tenemos alrededor de 36 millones de estudiantes en todos los niveles. “Es importante sostener y aumentar esta cantidad de mexicanos que hoy reclaman una educación adecuada, con criterios de exigencia, calidad y equidad. No podemos tener educación indiferenciada, tenemos que poner atención en zonas que tienen marginalidad de alguna naturaleza: económica, educativa, étnica o por condición rural”.
Analfabetismo y rezago educativo
El universitario destacó que México tiene aún cinco millones de personas en condiciones de analfabetismo. “Son una afrenta para el país. Hay que entrar con una voluntad radical para atenuarlo”.
Respecto al rezago educativo, que incluye a las personas que no han concluido estudios de primaria y secundaria, anotó que es del orden de 32 millones.
Se mostró de acuerdo con el programa de becas para jóvenes, que funcionarán como igualador social. “Las becas son políticas compensatorias, y además del recurso económico deben estar acompañadas por políticas que impulsen principios y valores”.
La Universidad Nacional, enfatizó, tiene un papel importante en este nuevo rumbo educativo. “Es la conciencia crítica de la nación, además de que puede apoyar en la construcción de diagnósticos y toma de decisiones”.
Como una herramienta para el nuevo gobierno, esta casa de estudios entregó al actual gobierno un libro coordinado por el propio Casanova: “La educación y los retos de 2018”, obra que compila las reflexiones y debates llevados a cabo en el foro “La UNAM y los desafíos de la nación”.
No Comment