Por: Redacción/
La burocracia en México se consolidó en el Porfiriato y durante el proceso de fortalecimiento del estado posrevolucionario, primero por mérito y después por prácticas clientelares y la construcción de redes personales, explicó el doctor en Historia Mario Barbosa Cruz.
El profesor-investigador del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) sostuvo que entre 1903 y 1931 no fue un sector privilegiado, ya que este tipo de empleo se caracterizó por la inestabilidad, la precarización de las condiciones salariales y la ausencia de prestaciones y derechos sociales.
La Ley Federal del Trabajo promulgada en 193I permitió un paulatino cambio de las condiciones adversas al garantizar estabilidad y promover políticas de seguridad social, sin embargo, se ha mantenido como un sector afectado por el clientelismo y las relaciones políticas.
El sector es parte de un “botín burocrático de empleos” que puede cambiar en cada administración nueva y no ha existido una propuesta de carrera profesional, “aunque en otros campos avanzaron la profesionalización y el reconocimiento de los méritos”.
En el momento en el que la burocracia se convierte en presa del gobierno en turno son más visibles el clientelismo, la venta de puestos, el intercambio de favores y la persecución de enemigos políticos en cargos públicos o de empleados apoyados por grupos políticos contrarios, prácticas todas muy extendidas durante los primeros años posrevolucionarios.
La burocracia se asocia con el surgimiento de una clase media con gustos y formas particulares de vestir y actuar, así como con “una imagen de empleados que trabajaban poco y eran muy dados a la corrupción”, afirmó.
En la ponencia Profesionalización de la burocracia y rasgos de identidad en la Ciudad de México a comienzos del siglo XX, el doctor Barbosa Cruz dijo que este sector ha sido relacionado con la clase media como resultado de un proceso de capacitación y profesionalización para incorporarlo a las crecientes necesidades de la centralización administrativa de un Estado en desarrollo económico y con la pretensión de ampliarse y especializarse para atender los retos de ese momento.
La complejización de la burocracia ocurrió en un momento de cambios políticos y de búsqueda de profesionalización de los empleados y empleadas que buscaron un lugar de trabajo en el servicio al Estado. Este proceso “lleva a pensar en la reconfiguración social en ámbitos urbanos en México a comienzos del siglo XX y en la emergencia de sectores que buscaron diferenciarse de los más pobres”.
La estabilidad política y el desarrollo económico durante el gobierno de Porfirio Díaz impulsó una mayor especialización, complejidad y estratifición administrativa, periodo en el que hay una tendencia a la incorporación por mérito, competencia profesional y conocimiento académico, fundamentalmente en el sector de la dirección de la burocracia y que se extendió hacia otras secciones.
La búsqueda de mano de obra calificada fortalece las escuelas de formación con diversos énfasis, entre ellos, las academias de artes y oficios y las administrativas y comerciales, siendo la más importante el Instituto Comercial, fundado en 1845, y que en 1890 asume el nombre de Escuela Superior de Comercio y Administración, reformada por las fuerzas triunfantes revolucionarias.
Los centros educativos posibilitaron una mayor incorporación de las mujeres al mundo burocrático capitalino; según los censos, el número de empleadas ascendió de 3.6 por ciento en 1900, a 7 por ciento en 1930. Para ellas representaba la posibilidad de ascenso social y de competir en el mercado de trabajo, pero para todos los trabajadores además posibilitaba la distinción frente a otros.
La necesidad de tener una formación básica para desempeñar un cargo, el interés por la apariencia física y la posibilidad de estar en una oficina de gobierno y representar a la autoridad del Estado ponen al empleado público en una condición especial.
Al participar en el Coloquio Los sectores medios en la Ciudad de México. Miradas desde la historia social –realizado en la Casa Rafael Galván– en la mesa Movilidad social y espacios de encuentro de los sectores medios, el investigador resaltó que si bien se observa la necesidad de capacitar a un segmento de la población para ocupar cargos especializados en la administración pública en este periodo, hay evidencias en los archivos históricos que muestran que los empleados administrativos siguen siendo incorporados más por las relaciones profesionales que por sus capacidades o capacitación.
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