- Los primeros poemas, traducciones de poesía y cuentos de Pacheco aparecieron en revistas o suplementos, y su estilo está basado en la mayor concesión y síntesis posible en el que el periodismo fue su taller de creación e investigación.
Por: Redacción/
José Emilio Pacheco (1939-2014) representa “el paradigma del escritor-periodista cultural con altísimos niveles de exigencia y calidad, cuya escritura está basada en la síntesis absoluta, la claridad expresiva y la economía del lenguaje”, señaló el traductor y editor Álvaro Ruiz Rodilla.
Al impartir la conferencia Las batallas en el desierto: historia, periodismo y novela popular, organizada por el colectivo UAMigos Lectores de la Licenciatura en Comunicación Social de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el también ensayista recordó que esta novela corta apareció por primera vez en el suplemento Sábado, de Unomásuno, en el verano de 1980, y fue publicada un año después por Era.
“Hay una lección fundamental aprendida en la práctica del diarismo cultural y literario de Pacheco, al producir reseñas y ensayos que son siempre limpios y comunicativos, que no tienen un estilo ampuloso ni rebuscado y sí el suficiente rigor documental y responsabilidad intachable que muchos han llamado una verdadera ética de la escritura”.
El editor en Nexos hasta 2020 destacó que los primeros poemas, traducciones de poesía y cuentos de Pacheco aparecieron en revistas o suplementos, y su estilo está basado en la mayor concesión y síntesis posible en el que el periodismo fue su taller de creación e investigación.
“Para cuando se publicó Las batallas en el desierto ya había muchísimas más apropiaciones en la esfera del autor, quien contaba con una trayectoria muy reconocida como polígrafo capaz de desenvolverse en la narrativa, la poesía, el ensayo o la crónica”.
Para entender la fuerza magnética de dicha obra –traducida a decenas de idiomas, con más de 37 reimpresiones y que atrae cada vez a más lectores jóvenes y adultos– expuso tres hipótesis: “la primera relacionada con la música y el paso del tiempo, motivo toral de la novela mediante el bolero Obsesión, que vivifica la imagen del deseo y el amor imposible”. Algunos detalles indican que al variar un tema cambia toda una época, así que en un momento, los boleros en español fueron agua pasada y las melodías en inglés llegaron y predominan en el presente.
La segunda se refiere a la brevedad, producto de la facultad de síntesis de Pacheco y un concepto no relacionado con lo instantáneo o simultáneo, sino con el sentido agudo de la precisión desarrollada en pocas páginas, en las que se hace un retrato fiel de una época completa de México: el alemanismo y su entrada a la modernidad.
Además “aborda los gustos y los sabores cotidianos de la moral y la maledicencia; los titulares de los periódicos; las estructuras de poder y opresión en el primer gobierno posrevolucionario civil; la posición de las mujeres; el clasismo y el racismo que perduran, y la idiosincrasia mexicana que parece ser a prueba del tiempo”.
De acuerdo con Ruiz Rodilla, el primer capítulo es una verdadera lección de estilo para los que quieran escribir una novela histórica o incluso un poema que revela la maestría de Pacheco para abarcar géneros diversos.
La tercera hipótesis tiene que ver con la historia y la memoria en la novela, que recupera la infancia del autor, la urbe que vio y cómo esta evocación se amplía para acceder a un pasado más público y colectivo sobre cómo pudo haber sido la cotidianeidad en México durante el régimen de Miguel Alemán.
Un gran acierto también es hacer de la ciudad la protagonista, la cual es una de las grandes obsesiones de su trabajo literario y escenario de la remembranza social y personal, expresó.
“Por su exacta brevedad y su juego infalible entre historia y reminiscencia, las siguientes generaciones irán leyendo a su manera todas Las batallas en el desierto y poblarán de fantasmas aquel país donde ya no estemos nosotros”.
En la conferencia virtual estuvieron presentes la maestra Dolly Espínola Fraustro, directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, y los profesores Ramón Alvarado Jiménez, Lourdes Berruecos Villalobos y Patricia Ortega Ramírez, todos del Departamento de Educación y Comunicación de la citada sede de la Casa abierta al tiempo.
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