Por. Redacción/
Las convenciones de derechos humanos abogan por una transición de los centros psiquiátricos a los servicios comunitarios y exigen que quienes sufren trastornos mentales puedan participar en las decisiones que les afectan. Sin embargo, solo el 39 % de los miembros de la Organización Mundial de la Salud cuentan con políticas acordes con estas ideas.
“La última edición del Atlas de Salud Mental* nos proporciona más pruebas de que no se están ampliando los recursos para salud mental lo suficientemente rápido”, señaló Shekhar Saxena, director del departamento de Salud Mental y Uso Indebido de Sustancias Adictivas de la Organización.
Además, existe una tasa de nueve trabajadores de salud mental por cada 100.000 habitantes, con una diferencia de un especialista sobre la misma población en los países con bajos ingresos y de 72 en las naciones de altos ingresos.
“No invertir en salud mental con urgencia supondrá costes sanitarios, sociales y económicos a una escala que rara vez se ha visto,” indicó el representante.
Cada dólar invertido en tratamientos para problemas mentales, como la depresión o la ansiedad, supone un retorno de cuatro dólares en mejoras de salud y capacidad de trabajo. De hecho, se ha calculado que la falta de reconocimiento de estos padecimientos y de acceso a cuidados genera pérdidas por valor de un billón de dólares cada año.
La transición de los servicios
El Plan de acción sobre salud mental 2013-2020 busca mejorar la atención ambulatoria en hospitales generales en lugar de priorizar los centros exclusivamente psiquiátricos, que habitualmente se asocian a malos resultados sanitarios y violaciones de los derechos humanos.
Aunque cada vez se observa un mayor número de hospitales de cuidados generales con atención psiquiátrica, así como centros residenciales comunitarios, estas instituciones no son suficientes como para hacer frente a la demanda.
Por este motivo, los centros psiquiátricos, generalmente independientes del sistema sanitario general, continúan facilitando la mayor parte de los cuidados mentales. De hecho, estas instituciones cuentan con seis veces más camas que los hospitales de cuidados generales con atención psiquiátrica.
Recursos financieros
La deficiente financiación de la atención psiquiátrica provoca que gran parte de la población mundial no pueda acceder a estos cuidados.
Según el informe, los gobiernos gastan una media de 2,5 dólares per cápita en salud mental y existe una gran diferencia entre los de bajos ingresos, que invierten menos de un dólar, y los de altos ingresos, donde el gasto asciende a ochenta dólares. De hecho, en las regiones de África y Asia Sudoriental se invierten alrededor de diez centavos per cápita.
Además, la mayor parte del gasto se destina a centro psiquiátricos, por lo que solo sirve a una reducida proporción de la gente que requiere atención.
El documento también señala que, en más de un tercio de los países, los cuidados y tratamientos para las personas con graves trastornos mentales no están cubiertos por el seguro nacional de salud o los sistemas de reembolso.
“Nadie debería ser excluido de los cuidados mentales por su coste”, expresó Shekhar Saxena mientras enfatizaba la importancia de la cobertura sanitaria universal.
Prevención del suicidio
El suicidio es una de las prioridades en salud mental, ya que, cada año, cerca de 800.000 personas fallecen por esta causa. Sin embargo, solo un tercio de los países de renta media-alta o alta y el 10 % de los que tienen ingresos medios-bajos o bajos cuentan con estrategias de prevención.
Esto significa que, desde 2014, los avances para frenar la tasa de suicidios, y promover así la meta de desarrollo sostenible 3.4, no han sido suficientes.
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