Texto: Montserrat Sánchez Maldonado/Fotografía: Roberto Barco Celis
A pocas horas de la llegada de los Reyes Magos a la capital del país, niños de diferentes edades se han dado cita en la oficina de Correos de México, para poder escribir su carta a esos tres hombres que esperan cada noche del cinco de enero.
Al fondo de las instalaciones del Servicio Postal Mexicano, decenas de niños acompañados de sus padres, abuelos o tíos, son guiados por jóvenes del personal, que dizfrazados de duendes, los llevan hacia tres mesas larguísimas, donde se les otorga pluma y papel para que puedan escribir su carta.
Ilusión, magia y esperanza es lo que refleja cada una de las caras de los infantes, quiénes entre la multitud, son capaces de tomar su tiempo y preguntarle con una sonrisa y de manera tierna a sus madres si de verdad su carta estará en manos de los Reyes Magos.
Las hermanas Mariel, de 5, y Aylín de 9 años, fueron algunas de las niñas que se reunieron para escribir su carta. La hermana mayor pedía una bicicleta para practicar con su hermanita “que también sabe andar en ella”, mientras que la pequeña Mariel tenía la ilusión de que al despertar por la mañana del 6 de enero, “Melchor Gaspar y ‘Gasparín’, me traigan la casa de ‘Rosita Fresita’ y la de ‘Peppa Pig'”.
Por otro lado, el pequeño Rodrigo, de apenas tres años de edad, se encontraba de manera enternecedora siguiendo las vías del tren que en su imaginación, era por el que viajaban los tres Reyes Magos, a quiénes el niño había pedido “un carrito que da ‘güeltas’, la pista de ‘canenas’, y un ‘Buzz Lightyear’ que vuela”.
El vocero de Correos de México, comentó que el día de ayer se escribieron al rededor de 4 mil 500 cartas, y que evidentemente el día de hoy se esperaba que esa cifra se incrementara.
Añadió que “esta actividad se replica en 185 oficinas en el país, seleccionaron las que están mejor ubicadas. La importancia de esta acción no sólo radica en poder mantener la tradición de escribir a los reyes magos, sino también que se enseñe a los niños a escribir una carta, que esperan con ansias la respuesta en donde se les desean un feliz año, se les invitan a que se porten bien”.
“Las cartas se guardan para poder saber la dirección y contestarlas correctamente, ya que hay familias que nos visitan desde Guanajuato, Michoacán, Nuevo León; incluso nos han tocado extranjeros”.
Para la señora Lilia, esta es la primera vez que trae a su sobrino. Recordó que en su infancia ella y sus hermanas pedían las muñecas, la famosa Lily, juegos de té, y ahora no, ahora ella nota que los niños sólo piden cosas a control remoto, más electrónicas, “nada que ver”.
Con la voz entrecortada y lágrimas asomándose por los ojos, recuerda que para ella era muy lindo poder esperar, imaginar, sentir la emoción de que mientras se duerme hay tres personas dejando los regalos más anhelados, y ahora que está del lado de los grandes a quienes los reyes ya no les traen obsequios, siente que poder compartir ese momento con su sobrino es una manera de poder revivir sus recuerdos.
Así, los niños escriben en el papel aquello que más desean recibir esta noche. Una vez depositada la carta, los niños junto con sus padres hacen de manera ordenada una fila en donde se les conducirá con los Reyes Magos para que puedan tomarse la fotografía del recuerdo.
Ayudados por un duende y una duendecita, los padres son retratados a lado de sus hijos y de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Con una sonrisa y las ansias de que la noche ya llegue, los niños abandonan las instalaciones del edificio de Correos de México, esperan la llegada a sus hogares en los que seguramente por los nervios y la emoción no podrán dormir al sólo pensar como abrir sin romper sus muñecas o sus carros, en que pedirán poder salir al parque la mañana del miércoles para probar la bicicleta, los patines, y sobre todo, no pueden esperar a despertar a sus padres para que compartan con ellos el maravilloso acto de magia que tres hombres realizaron esa noche mientras todos dormían.
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