Por: Redacción
Docente de vocación irrenunciable y divulgador nato, José Antonio Stephan de la Peña Mena, exdirector del Instituto de Matemáticas (IM) de la UNAM (1998 y 2006), ingresó a El Colegio Nacional.
Como único matemático integrante de ese organismo, tiene un objetivo claro: trabajar positivamente en favor de la divulgación científica y de la disciplina a la que ha dedicado su vida, y tratar que ésta sea mejor aceptada, agradable y cercana a la gente. Su labor como miembro de El Colegio Nacional se incorporará de manera natural a las que ya realiza, dijo.
Actualmente, De la Peña Mena se ocupa en un par de temas: álgebra clásica y representaciones de álgebras, y redes extensas de coautoría científica. Además, debido a que “hay una gran cantidad de dificultades ligadas a las matemáticas, estoy por formar un grupo para considerar ciertos problemas de conformación de las estructuras de proteínas que tienen que ver con enfermedades como Parkinson o Alzheimer”.
Hay quienes no están convencidos de que las matemáticas sean importantes; otros creen que es un juego intelectual, interesante pero innecesario. Sin embargo, su necesidad y trascendencia es mayor de lo que uno puede imaginar o reconocer en la mayoría de las ocasiones, sostuvo.
Graduado de maestría y doctorado por la UNAM, siempre como un estudiante de excelencia, ganador de la Medalla Gabino Barreda que la institución otorga a sus estudiantes más destacados, De la Peña Mena comentó que la Universidad Nacional y El Colegio son instituciones muy unidas.
“El ingreso es muy relevante para mí, pues representa la culminación de una carrera de muchos años y espero utilizar esto como una plataforma para promover las matemáticas y la ciencia. Es un honor ser miembro, estoy muy contento, pero a la vez representa un deber”.
En su discurso, el expresidente de la Sociedad Matemática Mexicana (1988-1990), de la Academia Mexicana de Ciencias (2002-2003) y excoordinador del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (2002-2004), desea destacar la importancia de las matemáticas y de una buena enseñanza de las mismas para el país.
Originario de Monterrey, Nuevo León (1958), es uno de los matemáticos mexicanos más reconocidos a nivel internacional. El gusto por su área de conocimiento se manifestó desde que era pequeño. Como estudiante de primaria obtenía buenas calificaciones en la materia.
Pero también desde niño escuchaba hablar de un tío que era físico, el hoy investigador emérito de la UNAM, Luis de la Peña, al que veía muy poco porque se estaba doctorando en Rusia.
Inspirado por todo ello, ya siendo un joven se inscribió en la carrera de Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, pero un par de años después “en vista de que no me gustaban mucho las materias más prácticas, de laboratorio, pero sí las matemáticas, me cambié de área y acabé en otra carrera”.
El especialista en los campos de investigación de la teoría de las representaciones de álgebras, teoría de matrices, álgebra homológica y álgebra combinatoria, recordó que su elección tuvo que ver con sus profesores.
“A uno le van gustando más ciertas clases, los maestros, y toma cierta dirección; así terminé de algebrista”, dijo el ganador de los premios TWAS de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo (2002), Nacional de Ciencias y Artes (2005) y Humboldt, de la Humboldt Foundation de Alemania (2006), entre otros.
Entre las principales aportaciones científicas del actual director del Centro de Investigación en Matemáticas (CIMAT), con sede en la ciudad de Guanajuato, se encuentran la caracterización de álgebras mansas (aquellas para las cuales es posible clasificar todas las representaciones inescindibles) por medio de formas cuadráticas, criterios homológicos y el estudio de las variedades de módulos.
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