Por: José Sánchez López
No era la primera vez que Carlos Alberto Rosales Mendoza, “El Tísico” se reunía con líderes de los grupos de autodefensas de Michoacán, (estado que fue su santuario) y con narcotraficantes que como él, pusieron de rodillas a los michoacanos por décadas.
La intención era volver a recuperar su jerarquía como líder máximo de los grupos criminales, primero en todo el estado y después expandir su poderío como lo hiciera en la década de los ochentas.
Para ello, luego de permanecer 10 años tras las rejas, buscó a los fuertes de los grupos comunitarios y, desde luego, a quienes los mantienen sojuzgados, de tal suerte que comenzaron las reuniones con varios de ellos. Todo apuntaba a que en breve, Rosales Mendoza, conocido también como “El Prieto” o “El Carlitos”, volvería ser el jefe máximo de “Los Templarios”.
Se pactó la reunión que sería la definitiva entre Rosales Mendoza, Ignacio Andrade Rentería, “El Cenizo”, uno de los líderes visibles de lo que queda del cártel de “Los Templarios”; Luis Antonio Torres González, “El Americano”, uno de los más polémicos jefes de los autodefensas y varios sujetos más.
La “junta” de narcos y autodefensas se realizó la noche del domingo 27 de diciembre del pasado año en la comunidad de Uspero, municipio de Parácuaro.
Pero las cosas no salieron como lo pensaba “El Tísico”, quien acudió a la cita con sus guardaespaldas Alberto Espinoza Barrón “La Fresa”, Adrián Medina Tapia, “El Perro Pinto”; Miguel Aguilera Barraban, “El Chiguán” y Armando Torres Torres.
Lejos de llegar a un acuerdo, se produjo un cuádruple homicidio y tanto Rosales Mendoza como sus acompañantes fueron asesinados.
El procurador de Michoacán, José Martín Godoy Castro, según sus investigaciones, habla de traición “porque fue invitado, él acudió a la invitación, así lo había dicho a sus familiares (dos de sus hijos) y que los cuatro fueron privados de la vida en otro lugar al que fueron encontrados.
Los cuerpos, con huellas de tortura y tiros en la nuca, fueron descubiertos en un estacionamiento de la Autopista Siglo XXI, en el municipio de Gabriel Zamora, “donde únicamente fueron a tirarlos”.
Hasta ahí llegó la carrera criminal de quien en un tiempo, junto con Osiel Cárdenas Guillén, ahora preso y extraditado a los Estados Unidos, fueran los máximos líderes del “Cártel del Golfo”, “La Familia Michoacana” y “Los Caballeros Templarios”.
En torno a algunos integrantes de las autodefensas, Godoy dijo que varios mostraron su verdadera cara, que nunca tuvieron la intención de defender a la sociedad y velar por los intereses de sus zonas, “lo único que querían era tener el control territorial e impunidad para delinquir”.
¿Pero quién fue Carlos Alberto Rosales Mendoza, El Tísico?
“El Prieto”, como lo apodaban en su natal Naranjito, localidad del municipio de La Unión, en el estado de Guerrero, nació el 12 de febrero de 1963.
Bajo de estatura, moreno y de carácter aparentemente apacible, estudiaba en la Escuela Secundaria Técnica Industrial y Comercial 254 ubicada en la cabecera del municipio y, según investigaciones federales, era uno de los alumnos más aventajados.
Sin embargo se le pierde el rastro durante varios años, desde su adolescencia y se le ubica ya en el estado de Michoacán, hasta los 17 años, pero convertido ya en un delincuente de muy alta peligrosidad, como parte importante de una organización criminal.
En 1980 formaba parte del Cártel de los Aguacates, cuyos fundadores y líderes eran los primos Armando Cornelio Valencia y Luis Valencia Valencia, llamado después Cártel de Los Valencia y finalmente Cártel del Milenio, dedicado a la producción y distribución de mariguana, principal enervante de ese entonces, después se dedicarían al trasiego de drogas fuertes.
En el año 2000, robustecido ya como narco y sicario, Rosales Mendoza rompió relaciones con Los Valencia y fundó su propia organización en Michoacán a la que llamó “La Empresa” (“The Business”), un grupo criminal que fue el antecesor directo de “La Familia Michoacana” y de “Los Templarios”, ya que son esencialmente lo mismo, pues compartieron los mismos miembros.
Apenas cumplida la mayoría de edad, en los años 80, ya estaba convertido en todo un capo y de la mano de Osiel Cárdenas Guillén, líder del Cártel del Golfo, se erigió en líder.
Es decir que fue el jefe de Nazario Moreno González, “El Chayo”; José de Jesús “El Chango” Méndez Vargas; Servando Gómez Martínez, “La Tuta”; Dionisio Loya Plancarte, “El Tío Nicho”; Enrique Plancarte Solís, “El Kike” y Arnoldo Rueda Medina, “La Minsa”, entre otros, a quienes se les atribuye también haber fundado el grupo criminal.
La Familia Michoacana fungió como brazo armado de Cárdenas Guillén y junto con “Los Zetas”, frustró las operaciones del Cártel del Milenio, grupo que controlaba la producción y distribución de narcóticos en Michoacán.
Sin ser militar ni tener adiestramiento castrense alguno, y tras la muerte de Arturo Guzmán Decena, “El Z-1” en noviembre de 2002, jefe de “Los Zetas”, Carlos Alberto se erigió en jefe de desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) y encompadró con Osiel Cárdenas.
Entre las principales correrías que se le imputaron, fue el asalto al penal de Apatzingán, a principios del 2003.
Una nota de la compañera María Idalia Gómez, describió detalladamente cómo ocurrió el asalto a la prisión.
“¡Revisión!” entró gritando un comando armado de medio centenar de hombres armados y con vestimentas militares y uniformes de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y la extinta Agencia Federal de Investigaciones (AFI).
Los dos custodios de la entrada del penal fueron sometidos y la primera línea de defensa abrió las puertas de la prisión por miedo a que los encapuchados les dispararan.
En menos de 5 minutos llegaron a la tercera puerta de custodia a los reos. Una avanzada se dirigió al portón de hierro y cortó los candados con pinzas.
“¡Órale hijos de su puta madre, contra la pared!”
Los custodios obedecieron y comenzaron a sacar presos de sus celdas.
Cuando reconocieron a Alberto Guízar, un miembro del Cártel del Golfo, le preguntaron ¿dónde están tus compas? y de inmediato sacaron a los demás integrantes del grupo criminal; cuando salían descubrieron a tres miembros del Cártel de Los Valencia a los que también se llevaron, pero no para rescatarlos, sino para liquidarlos a las afueras de la cárcel.
Más tarde se sabría que había sido una operación planeada y ejecutada por un grupo de los recién formados “Zetas” al mando de “El Tísico”.
Empero, meses después, el 14 de marzo de 2003, fue detenido su compadre Osiel y enviado al penal de La Palma, ahora El Altiplano”.
Mendoza Rosales siguió dentro del Cártel del Golfo, pero con mayor jerarquía que Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén “Tony Tormenta”, hermano del líder máximo, y se dispuso a rescatar a su compadre Osiel del penal de alta seguridad.
Cuando ya tenía trazado su plan para rescatar a su compadre, –intentaría dinamitar parte de la prisión– y sacar a sangre y fuego a Osiel, fue detenido el 24 de octubre del 2004 y consignado al penal de Puente Grande, Jalisco.
Pasaría 10 años en prisión, mientras extraditaban a su compadre y sus subalternos asumían el mando de “La Familia” que finalmente se transformaría en “Los Caballeros Templarios” hasta que un juez le concedió la libertad bajo reservas el 22 de mayo de 2014, bajo la condición de que cada 15 días debía regresar a Puente Grande para firmar su acta de libertad.
Una sola vez faltó a la firma, en agosto de 2014, cuando fue detenido por una orden de presentación pero fue liberado días después, sin que mediara explicación de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán que realizó el arresto.
Se sabe que durante los siguientes meses, entabló relaciones con algunos de los líderes de los grupos de autodefensa y con jefes del narco de la región, para conformar un nuevo frente criminal con otros delincuentes en Tierra Caliente, sin embargo se dieron los desencuentros y finalmente, el llamado “Día de los Inocentes”, apareció muerto junto con cuatro de sus lugartenientes.
Había sido secuestrado y ejecutado por quienes, en teoría, serían sus nuevos subalternos, es la hipótesis de las autoridades. Los autores del quíntuple asesinato (dos de ellos presuntamente están identificados), se encuentran prófugos.
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