Por. Redacción/
En el marco de las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el gobierno mexicano se ha “sometido completamente” al estadounidense que le ha dado trato de enemigo, esperando que el presidente Donald Trump cambie su actitud, señaló la doctora Blanca Rubio Vega, al participar en la Semana de la Sociología Rural en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante la conferencia TLCAN, exclusión campesina y migración en los tiempos de Trump, la especialista en agricultura mexicana y latinoamericana expuso que desde que México forma parte de las naciones que optaron por el neoliberalismo, hay una “trayectoria de exclusión” de campesinos como resultado de formas de subordinación en beneficio de las grandes empresas agroalimentarias.
La también integrante de la Red de promotoras y asesoras rurales señaló que en el periodo de 1982-1994, iniciado con el ascenso de Miguel de la Madrid a la presidencia hasta el año en que se firmó el TLCAN, la exclusión fundamental fue por la vía del retiro del Estado de la gestión productiva, cuando los productores de alimentos baratos y materias primas que permitían tener salarios y costos de materias primas bajos, eran los “hijos predilectos del régimen”.
Desde esos años se privatizó un gran número de empresas públicas, muchas de ellas vinculadas con la actividad agroalimentaria, y pese a la reducción de presupuesto para el campo y el declive de los precios de garantía, en 1982 el mercado agroalimentario “todavía estaba protegido” y si Estados Unidos quería entrar con maíz, frijol, arroz o trigo, tenía que pagar un impuesto.
En la gestión de Carlos Salinas de Gortari se impulsó una estrategia que consistió en concentrar la producción de maíz blanco, que era un producto campesino, en Sinaloa, en una elite de campesinos con buenas condiciones de producción y lo demás se importaría como maíz amarillo estadounidense, lo que propició que los pequeños productores quedaran al margen.
Una segunda vuelta de tuerca en la trayectoria de exclusión de agricultores se dio justamente con el TLCAN, mediante la desvalorización de los granos, porque se decidió importar la mayor parte de éstos del vecino del norte, país cuya política consiste en sembrarlos de manera interna a costos muy bajos y pagar un precio por debajo del habitual a sus productores, quienes para recuperar la rentabilidad acceden a elevados subsidios.
Con estos precios bajos Estados Unidos exporta y “quiebra el sector agrícola nativo” al punto que un número elevado de naciones se volvió dependiente de las ventas de granos de aquella nación, que pasó a controlar el mercado agroalimentario mundial; México, que era productor de soya, ahora importa 98 por ciento de ese insumo.
Todo lo anterior trajo como consecuencia la consolidación del dominio de 20 empresas trasnacionales que concentran la elaboración e imponen precios por debajo de los que ofrecen los pequeños agricultores y campesinos, lo que terminó por desestructurar las unidades y ocasionar un incremento de la migración”.
Estados Unidos pretende que el país ya no venda sus frutas y hortalizas, cuyas exportaciones se han incrementado de manera notoria, pero sí seguir vendiendo maíz, arroz, soya y trigo, tema que preocupa a productores de Nebraska, Misisipi y Alabama, entre otras entidades que conforman el llamado “cinturón cerealero”, ya que ellos tenían en México un mercado ilimitado que ven en riesgo ante la insistencia de Trump por terminar el TLCAN.
Cargill, principal empresa exportadora al país, ha señalado que podría perder al menos 10 por ciento de sus ganancias de darse por finalizado el acuerdo comercial.
La académica del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM dijo que el presidente estadounidense se ha propuesto disminuir el déficit entre las dos naciones y crear un mayor número de empleos en su país, sobre todo en la industria automotriz.
Pese a lo anterior, estas empresas permanecen en México porque aquí los salarios son más bajos y por lo tanto no les conviene pagar altos sueldos, porque no serán competitivas.
En las negociaciones sobre el TLCAN el gobierno mexicano se encuentra sometido por completo, lo que se puso de manifiesto en el hecho de expulsar al embajador de Corea del Norte con el fin de “congraciarse con Estados Unidos porque venía la renegociación”.
En las conversaciones la administración mexicana no pone el acento en lo “verdaderamente preocupante” que son los granos importados de aquella nación los cuales “son transgénicos, vienen por debajo de sus costos y están destruyendo nuestra agricultura”. El problema central es cómo recuperar la soberanía alimentaria, pero eso no le interesa al gobierno, afirmó.
La política de Trump de atacar a los migrantes “contrario a lo que se pensaba” ha dado como resultado un incremento en las remesas que envían los trabajadores mexicanos, las cuales han alcanzado su tope máximo y “esto es porque la gente siente que en cualquier momento la pueden regresar a México y, por tanto, tratan de mandar la mayor cantidad posible de dinero”.
Si bien el número de migrantes deportado ha sido menor con Trump que con su antecesor, Barack Obama, las detenciones se han incrementado en 45 por ciento, lo que quiere decir que están en las cárceles estadounidenses.
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