Por: Redacción/

La violencia estructural es producto de la desigualdad en la distribución de recursos y de poder, así como de una organización económica y política que genera sufrimiento físico y emocional, pues limita las posibilidades de las personas para tomar decisiones sobre su vida, expresó la maestra Rocío Gil Martínez de Escobar.

Para ejemplificar el tipo de sometimiento al que son expuestos los grupos vulnerables, la egresada de la Licenciatura en Antropología Social de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), expuso la experiencia de personas que se identifican como parte de una raza transfronteriza de estatus migratorio y ciudadanía mixta, que en Texas recibe el nombre de black seminoles y en Coahuila de negros mascogos.

Durante el Seminario Populismo y Globalización en el Siglo XXI. Un acercamiento multidisciplinario y transcultural, la profesora del Hunter College de la ciudad de Nueva York señaló que a mediados del siglo XIX los black seminoles cruzaron la frontera hacia México para huir de la esclavitud que prevalecía en Estados Unidos.

El Estado mexicano, por su parte, se encontraba vulnerable ante la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), con el que perdía gran parte de su territorio fronterizo y en el que “el gobierno estableció colonias militares en la franja fronteriza con el objeto de fortalecer la nación y defender la soberanía del Estado”.

Gil Martínez de Escobar explicó que en este contexto el Estado mexicano acogió a los migrantes dándoles el nombre de negros mascogos para diferenciarlos de los que se quedaron del otro lado de la frontera.

México aprovechó la situación para reclutar en su milicia limítrofe alrededor de 3,000 mil fugitivos provenientes de Texas, con la promesa de cederles tierra; por su parte Estados Unidos, después de la abolición de la esclavitud (1870), enlistó a los grupos nativos en sus tropas encargadas de cuidar la frontera. Aunque el vasallaje se había terminado, se gestaba en Texas la segregación racial que separaba espacial y legalmente a mexicanos y mascogos, afirmó la antropóloga.

Ambas colonias militares vivieron un proceso denominado necro-ciudadanía, que consistió en su participación violenta en contra de conjuntos de indios (apaches, mezcaleros y comanches) con el fin de apropiarse de sus tierras, lo que los convirtió no sólo en víctimas, sino también en perpetradores de violencia.

En la evolución de estos colectivos se generó una paradoja histórica, pues “para escapar de la esclavitud y de la muerte tuvieron que comprometer sus vidas a la posibilidad de muerte en el ejército”.

Aunque en la actualidad los grupos fronterizos mencionados nacen y viven en Coahuila (México) y en Texas (Estados Unidos) no se consideran distintos, la diferencia radica en su experiencia de vida con respecto de la frontera; históricamente han padecido de violencia económica y racial debido al desarrollo desigual de la región y a las diferentes formas de acumulación y circulación del capital.

En el marco de la globalización económica las comunidades están en peligro de ser fragmentadas, por lo que con la privatización de la tierra y la pérdida de su autonomía la opción migratoria es una posibilidad que ven las familias que habitan del lado mexicano para mejorar sus condiciones de vida, concluyó la candidata a doctora por el Graduate Center de la Universidad de New York.

El Seminario Populismo y Globalización en el Siglo XXI. Un acercamiento multidisciplinario y transcultural fue organizado por la UAM, la Fundación Alexander von Huboldt, la Johann Wolfgang Goethe-Universität Frankfurt am Main y la Universidad Nacional Autónoma de México.