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Por: Carolina Carrasco y Andrea Uriarte

Desde que en Julio de este año, la moneda nacional comenzó un descenso vertiginoso en su valor frente al dólar (con un deprecio del 2.3%, alcanzando un costo de 19 pesos por unidad de dólar), los sucesos en la política estadounidense y nacional no le han dado tregua durante la segunda mitad del año.

Comenzando por las elecciones norteamericanas, donde parecía que el peso era un termómetro de la situación: Subía y bajaba según las posibilidades de los entonces candidatos por ocupar la casa blanca, y en cada debate, el peso mexicano adquiría un nuevo valor: en el primero, el peso cotizó en 19. 83 pesos frente al dólar, en el segundo 18.88 y en el tercero 18.58.

Por una parte, la visita de Donald Trump a México el 31 de agosto, a sugerencia del entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tuvo un efecto negativo en la moneda, y por otro lado la economía mexicana “le sonreía” a Hilary Clinton horas antes de que las elecciones terminaran, cuando el 6 de noviembre tras el anuncio del FBI de exonerar a la candidata en el caso de los correos electrónicos la moneda había ganado un 2.2%. Entonces, el dólar se vendía en 18.65 pesos por unidad (su nivel más bajo desde octubre).

Cuando se anunció ganador de la contienda al republicano empresario Donald Trump, el peso mexicano recibió el golpe más duro de todos: rebasó la frontera de los 20 pesos, alcanzando su máximo histórico hasta entonces. En cuestión de horas, el costo del dólar había subido más de dos pesos y la Bolsa Mexicana de Valores había caído 3.46 por ciento.

Jonathan Heath, asesor económico de la cámara de Comercio de Estados Unidos en México, y Guillermo Aboumrad, director de estrategias de mercado de la Casa de Bolsa Finamex coincidieron en que México sufrirá si Trump cumple con sus amenazas de restringir las remesas, crear un impuesto a la importación de vehículos, deportar millones de emigrantes indocumentados y re negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)

Y por último, el anuncio de la renuncia de Agustín Carstens, jefe del banco central, el pasado 2 de diciembre, hizo mella en la divisa mexicana, pues la noticia generó volatilidad en el peso, provocando que cotizara en 21.05 pesos frente al dólar.

Carstens, en su momento, negó que su renuncia no significa que abandona “el barco en medio de la tormenta (…)”, pero mientras, el peso ya está contra las cuerdas y a punto de caer a la lona.