Por: Redacción/
La planeación neutral y universal de las ciudades ignora la diversidad social relacionada con el género, aun cuando el urbanismo con esa perspectiva visibilizaría vivencias, percepciones y experiencias de mujeres que han sido ignoradas sistemáticamente, sostuvo Zaida Muxí Martínez, doctora en arquitectura por la Universidad de Sevilla.
Al dictar la conferencia Ciudad feminista, ciudad cuidadora durante el VI Congreso Internacional Avances de las mujeres en las ciencias, las humanidades y todas las disciplinas, en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) afirmó que los roles de género provocan un uso diferente de la urbe, por lo que resulta primordial cambiar la lente con la que se mira a la hora de planificar la metrópoli.
Al sector femenino se ha asignado el papel que corresponde a las actividades invisibles, no pagadas y relegadas al espacio interior, en cambio al masculino el de la producción, el espacio público y la remuneración, es decir, aquellos “factores de importancia en las sociedades”.
Hombres y mujeres desempeñan las mismas funciones, pero aun así el de los cuidados sigue siendo tarea de ellas y es fundamental para la sobrevivencia humana, aunque no es reconocido con esa importancia, admitió la licenciada en arquitecta y urbanismo por la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Para lograr una ciudad feminista se plantean tres estrategias principales: la participación desde la experiencia de las mujeres, sean del rango socioeconómico que sean; la diagnosis colaborativa, urbana, social, espacial y funcional para trabajar antes de decidir los proyectos, y la transformación de la urbe con perspectiva de género, pues muchas veces con pocas intervenciones puede modificarse por completo la actuación.
Desde esta mirada de género se debe abogar por metrópolis con barrios complejos en los que las distancias sean caminables para realizar el máximo de tareas de la actividad cotidiana en menor distancia y tiempo, evitando el uso del automóvil que es contaminante.
Por tanto es preciso que cada barrio sea un espacio de oportunidad para trabajar, estudiar y atender a las personas que requieren de cuidados, sin necesidad de un transporte, así como cuidar el entorno cuando se llevan a cabo proyectos de movilidad, agua, residuos, vegetación y huertos urbanos, los cuales también son propuestas del ecofeminismo.
Los principios de este urbanismo feminista pretenden profundizar en el análisis de la realidad trabajando con grupos de hombres y mujeres de manera separada, porque es importante dar voz a ellas para que expliquen su experiencia y luego la compartan con otros que la enriquezcan del proyecto urbano.
Deben priorizarse la práctica cotidiana, la diversidad de las personas y la proximidad como cualidad citadina, además de revalorar las tareas reproductivas de cuidados para lo cual es necesario “interrelacionarnos con diferentes aspectos de la vida y de los espacios, entender las relaciones humanas y las zonas en las que nos movemos, y cómo adecuarlas para llevar a cabo nuestros quehaceres”.
También es importante romper jerarquías sociales entre disciplinas, ya que en las decisiones urbanísticas no hay una norma que deba imponerse a las otras, aunque es frecuente que se construyan urbes en las cuales no existe una verdadera calidad de vida, por eso “reconocer la diversidad funcional y de cuerpos que habitan nuestras ciudades es un factor primordial”.
La doctora Muxí Martínez refirió un caso de Barcelona, España, donde se ha desarrollado un espacio nuevo de centralidad barrial que conjuga mercado, supermercado, biblioteca, guardería infantil, escuela primaria, centro de día, residencia estudiantil y para personas de la tercera edad, centro cívico y un sitio para las asociaciones vecinales.
Un área en la que se puede tener el trabajo, cuidados, formación propia y seguridad, al disponer de recintos con muchos ventanales que hacen de los espacios públicos lugares seguros.
La escenificación y la puesta en práctica de roles tiene dos espacios, la casa y la ciudad, por ello es necesario desvelar los discursos y los significados detrás de las formas y descubrir que las mujeres, desde su propia experiencia, han aportado a la mejora de ambos sitios.
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