Por: Redacción
Cuenta la leyenda que los mexicas transformaron la flor de tonalxóchitl en una flor con más pétalos llamada cempasúchil, del náhuatl cempoalxóchitl, que significa veinte flores.
Originaria de México, la flor de cempasúchil (Tagetes erecta) es junto al pan de muerto y las calaveritas de azúcar uno de los elementos más tradicionales dentro de la festividad mexicana del Día de Muertos, en la cual se utiliza para adornar los altares dedicados a los fieles difuntos.
La flor de cempasúchil es muy aromática y el color de sus pétalos va desde el amarillo intenso hasta el anaranjado. Esta planta se cultiva bajo condiciones cálidas, semicálidas, secas y templadas. Cabe añadir que florece durante toda la temporada de verano y otoño.
En lo que se refiere al uso ritual que se le da a esta flor en el Día de Muertos, se tiene la creencia de que sus pétalos iluminan el camino de las almas que nos visitan en dicho festejo. Otros dicen que es su olor el que las guía hacia su hogar, en el que los espera un delicioso banquete acomodado en un decorado altar dedicado a su memoria.
A la flor de cempasúchil también se la da un uso medicinal que ha sido aprovechado desde tiempos antiguos por las culturas mexicanas con la finalidad de combatir problemas digestivos y respiratorios al prepararla en té, así como en aceite para aplicarlo en el pecho y la espalda con el propósito de curar los resfriados y calentar los pulmones.
Toda una tradición es la flor de cempasúchil en México, donde registra una producción anual que supera las nueve mil toneladas, y un valor de producción de más de 89 millones de pesos. Es importante destacar además que el estado de Puebla es el principal productor de este ícono mexicano.
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