Por: Redacción
El mercurio (Hg) es un elemento de interés público debido a sus efectos sobre la salud humana y su impacto sobre ecosistemas acuáticos y terrestres. Es considerado uno de los seis contaminantes más importantes del planeta, por lo que debe ser monitoreado día a día.
La contaminación en el presente por mercurio será un problema en el futuro. La exposición a altos niveles de mercurio metálico, inorgánico u orgánico, puede ocasionar efectos graves en las personas como temblores, disminución de la habilidad cognitiva, daños renales y neurológicos, entre otros.
Este elemento se encuentra presente en tres matrices ambientales (aire, agua y suelo) y en el país son pocas las investigaciones para determinar su presencia, las fuentes emisoras y su transporte. Por ello, el equipo de Rocío García Martínez, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, lleva a cabo un estudio permanente y de largo plazo desde hace siete años, en el que mide aerosoles atmosféricos y precipitación pluvial para precisar su distribución y migración en sitios mineros.
El mercurio atmosférico en lugares donde la actividad minera no existe, se debe a los flujos del transporte de las masas de aire (viento). La presencia en el aire de mercurio gaseoso (atmosférico) indica la persistente volatilidad del Hg contenido en el agua, suelos y sedimentos, siendo problemas locales, regionales y globales.
El contacto con este elemento se da a través de diferentes mecanismos, como el consumo de pescado o vegetales regados con agua contaminada proveniente de la minería.
Además, no debe tratarse como “contaminante emergente”, porque es un candidato a regulación futura, dependiendo de las investigaciones sobre sus efectos potenciales en la salud y basados en los datos de monitoreo con respecto a su incidencia, afirmó García Martínez.
Por ello, se planteó la necesidad de llevar a cabo el estudio de mercurio en aerosoles atmosféricos en zonas mineras del Centro de México. En este sentido, se realizan monitoreos a largo plazo, financiados por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT).
La Organización Mundial de la Salud señala que los límites permisibles de este elemento son de una parte por millón (1 ppm). No obstante, la científica encontró que los mineros mexicanos pueden registrar valores hasta tres veces mayores; más grave aún: la gente que no está cerca de la fuente de contaminación también presenta problemas.
Al igual que el tabaquismo, los daños se dan con el tiempo. “Si me fumo una cajetilla de cigarros hoy y otra mañana, los efectos no son inmediatos, sino progresivos; lo mismo ocurre con el proceso de deterioro fisiológico y neurológico producido por el Hg”.
Convenio de Minamata
La enfermedad de Minamata es grave y a menudo mortal, causada por la exposición a altos niveles de metilmercurio; se asocia con daños al sistema nervioso central y provoca irritabilidad, temblores, alteraciones de la vista, de la audición y en huesos, así como debilidad y parálisis. Las poblaciones más vulnerables son los niños, ancianos y mujeres en etapa de gestación, pues este elemento es capaz de atravesar la membrana de la placenta, con resultados graves.
Ese padecimiento, diagnosticado por primera vez en 1956, se denomina así en memoria de los sucesos ocurridos en torno a la bahía de Minamata, Japón, centro de un brote de envenenamiento por metilmercurio.
Ante la preocupación de muchos países, y promovido por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se estableció un instrumento internacional: la Convención de Minamata sobre el Mercurio, adoptado formalmente en octubre de 2013. El Convenio fue creado después de cinco años de trabajo y ha sido signado ya por 128 países. Ahora esas firmas deben traducirse en ratificaciones con la firma de gran parte de los países de América Latina y el Caribe. El año pasado lo ratificó México.
Con ello se busca controlar los efectos nocivos de la contaminación por Hg. El informe del PNUMA identifica diversas actividades humanas que liberan ese elemento al entorno.
En este contexto, la investigadora y su equipo realizaron un proyecto con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, a través del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), en el que le correspondió el estudio del mercurio atmosférico.
Dedicada al análisis de los metales pesados, ha indagado el problema en la región minera de San Joaquín, en la Sierra Gorda de Querétaro, uno de los sitios más perturbados por la contaminación por ese elemento en el país.
Ahí se han realizado mediciones de aerosoles atmosféricos y de precipitación pluvial. También, a través de la modelación se ha identificado el transporte del contaminante a zonas que no han sido impactadas por la minería, pues “podemos encontrar concentraciones altas en otros sitios, favorecidas por las masas de aire”.
Además, se han llevado a cabo estudios en orina, mucosa bucal y pelo, en especial de este último, pues es un buen indicador de la exposición al mercurio, dando indicios de la dieta a través de fuentes como el pescado, toda vez que permite evaluar la concentración del mineral en el organismo.
Para la obtención del Hg como lo conocemos en un termómetro, se parte de la extracción de sulfuro de mercurio, también llamado cinabrio, que se calienta mezclado con cal a temperaturas superiores a los 540 °C, se vaporiza el mercurio contenido en el mineral, luego se captan y enfrían los vapores para formar el mercurio metálico líquido. Los desechos o jales de este proceso se tiran, lo que representa otro problema en sitios como Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas.
“No estamos en contra de la minería, sino a favor de contar con tecnologías modernas y efectivas para la extracción de oro y plata que eviten la emisión de vapores de mercurio a la atmósfera”, aclaró.
Para ello, la implementación de nuevas tecnologías como los hornos ecológicos resulta una buena alternativa. No obstante, por su alto costo Rocío García propone el financiamiento gubernamental y la constitución de cooperativas mineras.
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