Por: Redacción
Desde hace dos años, un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, encabezado por Enrique Pedernera Astegiano, lleva a cabo un estudio en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) para establecer cuál es la participación de las hormonas esteroideas en la neoplasia o cancer de ovario.
Las hormonas esteroideas son sintetizadas, a partir del colesterol, en las gónadas (ovarios y testículos), las glándulas suprarrenales y la placenta durante el embarazo, principalmente; juegan un papel fundamental en el control del metabolismo, así como en el desarrollo de las características sexuales y la capacidad de resistir enfermedades y lesiones, entre otras funciones. Se dividen en cinco grupos: estrógenos, progestágenos, andrógenos, glucocorticoides y mineralocorticoides.
“Tienen efectos en todo el organismo. Las sexuales (o esteroides sexuales), como el estradiol y la testosterona, además de influir en los caracteres sexuales secundarios, actúan sobre los huesos, los músculos, el corazón, los riñones, pulmones, incluso en el sistema nervioso. Cuando los niveles de los esteroides sexuales bajan, surgen complicaciones; la más seria –especialmente en mujeres que entran en la menopausia, pero también en hombres– es la osteoporosis, el debilitamiento de los huesos”, detalló Pedernera Astegiano.
Entre los cánceres ginecológicos (originados en los órganos reproductores femeninos), el epitelial de ovario es el más letal porque avanza en silencio y, por lo tanto, es difícil de prevenir. Se estima que es el sexto o séptimo más común entre las mujeres y que unos tres mil casos aparecen cada año en nuestro país y 200 mil en el resto del mundo.
De acuerdo con un estudio realizado en mil pacientes del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), la edad promedio de aparición en México es de 51 años, mientras que en otros países es de 60.
Hay varios tipos de cáncer epitelial de ovario; del 90 por ciento de ellos se desconoce la causa que los origina, y del restante, se sabe que está asociado a los genes BRCA1 y BRCA2, que también ocasionan el de mama.
En su estudio, el científico y sus colaboradores han corroborado lo que en la última década venían afirmando muchos investigadores de distintos lugares del planeta: que el cáncer epitelial de ovario en realidad no es una sola enfermedad, sino varias (seroso, mucinoso, endometrioide, de células claras…), y que cada una de ellas se comporta de manera diferente.
“El que nosotros estudiamos es el endometrioide limítrofe. Se distingue por la presencia de glándulas tubulares que se asemejan mucho al endometrio normal. Da origen a un tumor que todavía no es un cáncer, pero sí muestra un crecimiento exagerado de células. Nuestro objetivo es describir cómo influyen las hormonas esteroideas –en especial la progesterona, los andrógenos y los estrógenos– en cada una de las variedades de tumores de ovario”, explicó.
Con base en esto, los investigadores de la Universidad Nacional intentan descubrir de qué modo las hormonas esteroideas pueden ayudar a detener el crecimiento de las células en el cáncer referido. Hay más esperanzas con respecto al endometrioide y seroso limítrofes, porque las células de los tumores que les dan nombre crecen mucho, pero todavía mantienen las características normales del tejido, no son monstruosas. Es decir, las hormonas esteroideas sí podrían ayudar a combatir esos tipos de neoplasia.
“En el caso del seroso de alto grado, que es el cáncer epitelial de ovario más frecuente, el problema es que muchos de los genes que regulan la proliferación y la migración de las células están alterados, y que no siempre son los mismos, por lo cual resulta difícil focalizarlos y combatirlos”, expuso.
La idea de los universitarios es que las hormonas esteroideas, en algunos tipos de esas afecciones, podrían detener el crecimiento del tumor, de tal modo que la paciente estaría libre de la enfermedad por un periodo más prolongado.
La conclusión a la que hemos llegado es que hay ciertos tipos que pueden ser combatidos con un tratamiento antihormonal u hormonal. Otros, como el de próstata y el de mama, responden muy bien a tratamientos con hormonas esteroideas. Esto no significa que desaparecen, pero sí se alarga el periodo de bienestar de los pacientes (incluso por años). Con todo, es fundamental el diagnóstico en las primeras fases.
“Se debe tomar en cuenta que entre 60 y 70 por ciento de los casos de cáncer epitelial de ovario detectados están muy avanzados, en fase 4 con metástasis a distancia. Y es que, por su posición, esta afección no presenta sintomatología; únicamente ocasiona una ligera molestia en la zona cuando comienza a crecer o molestias intestinales, nada más. Si no es seroso de alto grado, todavía en la fase 3 puede haber posibilidades de combatirlo, pero la sobrevida es muy corta en la 4.”
Las mujeres con antecedentes familiares o personales deben estar atentas a cualquier molestia que tengan en la zona y practicarse un ultrasonido vaginal.
Otros métodos útiles de aproximación a un posible diagnóstico son la medición del antígeno CA125, otros marcadores tumorales y una tomografía. El diagnóstico final se hace mediante una laparotomía.
“Estos métodos no se pueden aplicar a todas las mujeres, sólo a poblaciones de riesgo o a pacientes que presentan algún síntoma. Cuando se sospecha una tumoración en el ovario, la mayoría de las veces se trata de quistes benignos, afortunadamente”, finalizó el investigador.
En el estudio participan las doctoras Flavia Morales Vásquez, del INCan; Azucena del Carmen Hernández Martínez, del Hospital Militar de Especialidades de la Mujer y Neonatología; y Carmen Méndez Herrera, de la FM.
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