Por: Redacción
La decisión de Estados Unidos de salir del Acuerdo de París contra el cambio climático perjudicará a ese país en mayor medida, y contrario a lo que se piensa, el tratado no se debilitará, por el contrario, se verá reforzado por el liderazgo que podría ejercer en esa materia China y la Unión Europea (UE), afirmó Carlos Gay García, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) y coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PICC) de la UNAM.
De hecho, la Unión Europea lleva muchos años actuando de manera convencida en este contexto y en la reducción de emisiones, y su influencia se veía disminuida debido a la aprobación o desaprobación de la Unión Americana, resaltó.
De modo que esta decisión le puede venir bien al acuerdo, pues EU ha sido un freno constante a medidas más estrictas que en algún momento se trataron de emprender.
“Creo que esta salida al único que perjudicará es a Estados Unidos, porque en el contexto de su política internacional viene a reafirmar que no se lleva bien con nadie, y menos con los países que han sido sus aliados históricos”. Ahora está en un club diferente, junto con Siria y Nicaragua: el primero ausente del acuerdo porque está en medio de una guerra que debe resolver, y el segundo porque le pareció poco lo que se exigía por país.
Esas razones son diferentes a las que tiene la Unión Americana, que ha doblado las manos ante las exigencias de ciertos sectores de su economía, entre ellos el energético, el carbonífero y los constructores de autos, mencionó Gay García.
El especialista en cambio climático recordó que la negociación en París resultó ser muy exitosa, porque por primera vez 195 países se pusieron de acuerdo para tratar de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles que, para fin de siglo, estabilizarían las temperaturas del planeta entre 1.5 y dos grados centígrados.
“Son compromisos de carácter voluntario y en este tratado las naciones ofrecen su mejor esfuerzo, sin verse muy comprometidas por reglas de carácter punitivo, en caso de no cumplir”, apuntó.
Este acuerdo representa un triunfo de tipo diplomático por la cantidad de naciones que lo suscriben, remarcó. “Se ratificó con una rapidez enorme, que demostró que hay voluntad internacional para reducir riesgos y evitar que el planeta se caliente más”.
Es preciso reconocer que el Congreso de Estados Unidos nunca ha estado muy de acuerdo en asumir compromisos que le sean impuestos por tratados de carácter internacional.
A ello se suma que Donald Trump es “ignorante en cuanto a ciencia y cultura; él sabe de hacer negocios, pero no de ciencia, y le da lo mismo porque lo que busca es acumular, y si se calienta el planeta no le importa, por ello inventa argumentos como que el calentamiento global es una trampa inventada por los chinos para debilitar la economía norteamericana”, consideró el universitario.
Además, está apoyado por un grupo conservador dentro del Congreso, al que nunca le fue simpática la idea de cuidar el ambiente, tener reglas y reducir las emisiones, reiteró.
“Ellos creen que ahora tendrán carta blanca para construir autos, perforar el suelo en busca de petróleo y dar trabajo a los carboneros, cuando esas acciones representan complicaciones que no se permitirán, dada la estructura económica mundial. Por ejemplo, si las reglas de un país dictan que las emisiones de un carro no deben sobrepasar cierto límite, o que deben tener características que no poseen los coches estadounidenses, pues no los podrán comercializar en ningún territorio”, sentenció.
Estar o no en el acuerdo es emitir una señal de ser o no ser solidario con el resto del planeta. “EU sale para demostrar que hace lo que quiere, pero esa situación es un indicio más de los desatinos del gobierno de Trump”, concluyó.
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