- El aprendizaje pasa por una teoría de la apropiación, ya que el lugar es propicio para el conocimiento a través de la participación activa, lo que lo convierte en punto de encuentro de la ciudadanía.
Por: Redacción/
La dimensión pública se está desplazando hacia un sistema de lugares colectivos cuyas tipologías se basan en el comportamiento del consumidor y están determinadas por el deseo de la seguridad, aseveró el doctor Christof A. Göbel, académico del Departamento de Evaluación del Diseño en el Tiempo de la Unidad Azcapotzalco.
Nuevos puntos de socialización –en la forma de micro-estados o islas con disgregación de funciones– están surgiendo y refuerzan los procesos urbanos de segregación, plantea en su trabajo Aprendizaje social en espacios públicos, CDMX, por el que mereció el Premio a la Investigación 2020 que otorga la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en reconocimiento a la labor de sus profesores.
Dichas áreas no debieran aislar o segregar a las personas, debido a su carácter comunitario en términos de igualdad, por lo que el docente propone establecer una definición más precisa que se fundamente en la observación y la determinación de un patrón de códigos, expresado a través de objetos y acuerdos que refleje la variedad de propósitos funcionales y simbólicos que los sitios contienen.
Este desarrollo y los posibles efectos en la naturaleza de los lugares producidos, conducen a una reconsideración de su papel como escenarios urbanos de aprendizaje de habilidades cívicas, incluidos los conceptos de arquitectura y ciudadanía, especificó el investigador.
El espacio público urbano es una estructura dinámica que se delinea, tanto por sus características físicas y simbólicas como por las acciones que ocurren en él. El proyecto galardonado surgió de la idea de transformación y del rol de dicho elemento como una zona de aprendizaje social en la que es posible conocer competencias cívicas de los demás y acciones comunes, confrontándose con las peculiaridades para la apropiación del sitio y, a través de ello, llegar a una identificación con el mismo, el cual debe ser entendido como un ente en mutación constante.
El aprendizaje pasa por una teoría de la apropiación, ya que el lugar es propicio para el conocimiento a través de la participación activa, lo que lo convierte en punto de encuentro de la ciudadanía, dijo el doctor Göbel.
Una pregunta básica de la investigación fue ¿qué tanto efecto tienen en la Ciudad de México las realidades socioespaciales?, en particular las posibilidades de asimilación y, por tanto, de aprendizaje, pues si bien “hablamos de una megalópolis, también presenta segregación y fragmentación, entre otros fenómenos que impiden el encuentro y el intercambio con el otro”.
El espacio es una estructura flexible y negociable determinada por la organización social y la interpretación de quien la vive, es decir, “más que una abstracción teórica implica un territorio físico tangible, lo que obliga a entenderlo como materialidad y abarcarlo como (re)presentaciones, símbolos y signos elaborados por los habitantes y los diseñadores”, apuntó en entrevista, a propósito de la publicación con la que ganó el Vigésimo Noveno Concurso Anual al Premio a la Investigación 2020, en el área de Ciencias y Artes para el Diseño.
Con las modificaciones en la forma y la estructura fueron cambiando también el carácter, el uso y la apropiación del territorio público, así que el texto refiere la discusión sobre la crisis de la ciudad y la urbanidad como una manifestación relevante, en virtud de que existen factores que niegan el contacto y la interacción entre personas y actividades.
La línea divisoria entre lo público y lo privado se difumina; lo cerrado y lo abierto se disloca; aquello constante e inamovible se convierte en temporal, fugaz e incluso efímero y, en consecuencia, la categoría de público no se corresponde con una realidad múltiple y diversa ni a la ambigüedad de los significados culturales y políticos de los numerosos sitios que emergen de los barrios, calles y plazas.
El estudio actualiza y amplía el concepto de apropiación, “tras el significado de la participación activa del individuo en su entorno, con el fin de definir un lugar de aprendizaje donde se pueden observar, evaluar y transformar condiciones colectivas y de comunicación, así como estudiar actitudes, procesos y diferencias culturales”, explicó el doctor Göbel.
Por todo esto, el espacio físico permite la convergencia de relaciones, la producción y el consumo de negociaciones simbólicas para que el diseño urbano contribuya a desarrollarlo como un nodo de integración masiva.
Un ejemplo de estos procesos es la Plaza Aguilita, ubicada en la colonia La Merced de la Ciudad de México, donde la gente ha utilizado una radiobocina como “catalizador de cohesión social” al reunirse para escuchar música, ofrecer conferencias y fomentar el debate de opiniones, es decir, encontró una manera de vincularse, además de ubicarse y apropiarse de la zona. “Una mesa y dos bocinas son elementos que propiciaron el aprendizaje”, comentó el investigador.
La contraparte la representan los centros comerciales, donde está plenamente prohibido manifestarse y ejercer la expresión libre, lo que tiene secuelas e impide la experiencia social.
En este contexto, el doctor Göbel analiza las características de la morfología y el uso de seis plazas de la capital del país, distinguiendo entre escenario urbano con una noción tradicional de centralidad, plazas revitalizadas y puntos nuevos, cuyas peculiaridades arquitectónicas, políticas y sociales describe.
El académico identificó las complejidades y las dinámicas que confirman que la ciudad y el espacio público no son sólo materialidades de edificios y construcciones, por lo que es ineludible resignificar su importancia como nodos fundamentales de todas las redes sociales, ya que esta consideración evita la especialización de actividades, la fragmentación de funciones y la desespacialización de la esfera pública.
Los resultados de este análisis mostraron que en todos los casos se observan formas de aprender del(os) otro(s), con el(os) otro(s) y del lugar, donde “nos podemos encontrar y convivir, y pueden suceder algunos aprendizajes de índole cívica, entre ellos la tolerancia, la solidaridad, el respeto o la amistad”, no obstante, el docente advierte que la creciente y extrema división en la Ciudad de México en distritos de diferentes estratos sociales limita estas posibilidades.
El escenario para el encuentro y la formación de la ciudadanía está restringido en la megalópolis por los fenómenos predominantes de segregación y fragmentación, pues la falta de diversidad limita la interacción, por lo que se requiere establecer áreas abiertas y crear oportunidades para replantear el concepto del arquitecto y planeador.
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