Por. Redacción /
“¡Qué bonita es la Universidad! ¿Qué habremos hecho para estar aquí?”, es lo que el historiador Miguel León-Portilla le expresó a un rector de la UNAM al encontrarlo por el campus universitario.
“A mí me miman, me dan secretaria, me ayudan y además me pagan”, agregó el emérito del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH). Entonces el rector le propuso: “si te parece, ya no te pagamos”, y León-Portilla contestó: “Tampoco exageres”.
Esa anécdota la cuenta el principal experto del pensamiento y la literatura náhuatl para expresar su orgullo de ser universitario y que la Universidad Nacional sea su casa, el espacio donde disfruta convivir con sus colegas, alumnos, y donde sonríe prácticamente a todas las personas que encuentra.
La palabra universitario, es una palabra que honra; por ello sugiere a los estudiantes de esta casa de estudios disfrutar su estancia aquí y aprovechar el alimento que la UNAM les provee.
“Que los estudiantes disfruten su estancia, piensen que ésta es su casa. Así como su madre fue quien los formó física y moralmente, la Universidad, que se dice es el alma mater -alma, viene de alimentar-, es la madre nutricia, la que nos da alimento. Aprovechen ese alimento”.
“A mis colegas les digo que es un privilegio estar aquí”, dijo al resaltar las labores de investigación, docencia y difusión de la cultura que se realizan y que son clave para el país. “Yo digo que si la UNAM no existiera, México no sería como es”.
Quien recientemente recibió en la UNAM el doctorado honoris causa por la Universidad de Sevilla –en un acto insólito, pues las autoridades de esa institución cruzaron el Atlántico para investirlo y reconocerlo como uno de los más grandes historiadores del siglo XX y voz sonora en defensa de los pueblos indígenas–, indicó que el galardón es extensivo a la Universidad Nacional y reafirma su contacto con colegas españoles.
“Es un gran honor que me vincula con ellos, y creo que es un honor para la UNAM. Aunque me he dedicado al mundo indígena toda mi vida, no quiere decir que sienta particular antagonismo por las cosas españolas, sería una locura. Los mexicanos somos la mezcla, la fusión de españoles e indígenas”, destacó.
Esa relación histórica de México con España, prosiguió, es la que ahora nos permite formar parte de los países hispanoamericanos, de una comunidad de más de 500 millones de seres humanos, que representan cerca del ocho por ciento de la humanidad. “Eso hace que nuestra voz, que nuestra lengua, que es ecuménica, sea escuchada”.
León-Portilla, quien ha escrito medio centenar de libros, 31 de ellos traducidos a idiomas distintos del español, y ha recibido más de 30 doctorados honoris causa a lo largo de sus 91 años de vida, señaló que su labor a favor de los indígenas es “una especie de destino”, pues desde muy joven tuvo contacto con ellos y hoy sigue luchando porque sus lenguas, portadoras de ideas, símbolos y sentimientos, no mueran.
Por ello también se dijo feliz de que la traducción al chino mandarín de “Visión de los vencidos” y “El reverso de la Conquista” –contenidas en un mismo libro–, con más de tres mil ejemplares, se haya agotado en poco más de un mes en el país asiático. “Eso me encanta porque la voz de los pueblos indígenas llega a China y les interesa mucho”, concluyó.
No Comment