- “Es fácil recolectar los datos personales, pero difícil mantenerlos bajo seguridad; todo mundo los quiere y son hackeables”, afirmó la profesora de Filosofía y Ética de la Universidad de Oxford, Carissa Véliz.
Por: Redacción/
Los datos que como usuarios dejamos al hacer uso de internet son bienes tóxicos, porque nos exponen a riesgos de seguridad personal, a la posibilidad de ser extorsionados y discriminados, afirmó la profesora de Filosofía y Ética de la Universidad de Oxford, Carissa Véliz Perales.
Al dictar la conferencia “Privacidad, inteligencia artificial y democracia en la era digital”, organizada por el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, resaltó que en la era digital es necesario mantener a salvo nuestra información personal para protegernos y preservar la salud de las democracias.
Haber ignorado el vínculo entre privacidad, inteligencia artificial y democracia es una de las razones por las cuales hoy nos enfrentamos a problemas democráticos. Con frecuencia se pensó en los datos personales como algo puramente técnico o legal, pero no ético, ni político.
De la misma manera se consideró la privacidad de aquella información que nos identifica, como algo extra, un lujo, o una preferencia personal, narrativas que convenían a las empresas tecnológicas, enfatizó.
Carissa Véliz dijo que recientemente han ocurrido, al menos, dos asuntos importantes que cambian al mundo. En México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil es inconstitucional, al considerar que representaba un riesgo al derecho a la privacidad e intimidad.
“Eso es importante, pues el riesgo era que tuvieran toda la información personal de la población: fiscal, financiera, etcétera, registrada en bases de datos que nadie sabe a ciencia cierta qué tan seguras serían, pues estos grandes ‘almacenes’ son vulnerables a hackeo, lo que pone en riesgo información sumamente sensible y lo es mucho más cuando se vive en un país con alta inseguridad como México”, acotó.
El otro asunto tiene que ver con el nuevo dueño de Twitter: Elon Musk, quien acaba de comprar esa red sociodigital. “Uno podría pensar qué tiene que ver esto con la privacidad o con la inteligencia artificial, pues estamos acostumbrados a percibir a esta plataforma como algo etéreo y abstracto”.
El modelo de negocio de la empresa es la venta de los datos personales de sus usuarios a bancos, aseguradoras, gobiernos y otras compañías que, a su vez, los revenden y pueden utilizarse para casi cualquier cosa, alertó la filósofa hispano-mexicana.
Como cualquier otra red social y websites, se basa en la inteligencia artificial popular y funcional que es el machine learning, que funciona a base de enormes cantidades de información, para determinar qué post saldrá primero y mostrar anuncios de las preferencias de los usuarios.
Su relación con la democracia es demasiada, ya que existen estudios que demuestran cómo el discurso tóxico, y en particular las fake news, disminuyeron sustancialmente en Twitter a partir de la suspensión permanentemente del expresidente Donald Trump, de la App.
Asimismo, Elon Musk compró Twitter sin ningún proceso democrático a pesar de que esta plataforma se ha vuelto una especie de plaza pública. Su nuevo dueño tiene cierta filosofía sobre el discurso libre y ha decidido que cualquiera exprese lo que sea, lo cual podría tener impacto en la democracia de Estados Unidos, de México y otros países, abundó.
De acuerdo con la experta, cada dato personal que recopila una institución, es un punto débil, constituye una potencial demanda, hackeo o fuga de información. “En realidad, crean su propio riesgo porque es fácil recolectar los datos personales, pero difícil de mantener bajo seguridad, porque todo mundo los quiere y son hackeables, pero también son tóxicos porque nos exponen como sociedad a daños graves, como la erosión de la igualdad, porque ni a mujeres ni a hombres se les trata como semejantes, a ellos se les muestra los anuncios mejor pagados, por ejemplo”.
Los websites y redes sociales reúnen innumerable información de sus usuarios: quiénes son, dónde trabajan quiénes constituyen su familia, qué enfermedades padecen, qué se busca online, “incluso dónde estamos en cada momento”.
En la actualidad, sería sumamente difícil luchar contra un régimen totalitario con la información que la tecnología ha recopilado de nosotros; en el momento que contactas con alguien el gobierno lo sabe. “Estamos construyendo una arquitectura de la vigilancia que cualquiera puede vulnerar en un momento en el que la democracia en el mundo no está en su punto más fuerte”, resaltó Véliz Perales.
Se requieren diversas medidas, tanto de legislación como de diseño de tecnología, para la protección de los datos personales. Sin embargo, si el modelo de negocio en internet fuera diferente, no habría incentivo para que la gente estuviera enganchada el mayor tiempo posible a sus contenidos, principalmente a las fake news.
“Es momento de repensar cómo se financia internet y cuáles son los modelos de negocio compatibles con la democracia, lo que hoy decidamos, las leyes que pasen hoy, determinarán nuestra vida política y social, además de nuestra ética en las próximas dos o tres décadas”, finalizó Carissa Véliz.
La experta comenta que si hubiera una legislación que antepusiera la privacidad, si se prohibiera la economía de datos personales, sería más difícil hacer estos guetos de información y no existirían algoritmos que generen que las personas se mantengan el mayor tiempo posible, con lo que el tipo de contenidos que se favorecieran sería diferente.
El nivel de toxicidad de algunos datos es alto, por lo que deberían estar fuera del mercado. Además, manifestó su desacuerdo en tener un modelo de negocio basado en la violación sistemática y masiva de derechos, pues los datos personales no se deberían vender ni comprar, como no compramos ni vendemos a personas y votos.
“Es momento de repensar cómo se financia internet y cuáles son los modelos de negocio compatibles con la democracia, lo que hoy decidamos, las leyes que pasen hoy, determinarán nuestra vida política y social, además de nuestra ética en las próximas dos o tres décadas”, finalizó Carissa Véliz.
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