Por: Redacción
El 15 de octubre del año pasado, y en apenas 18 minutos, una computadora del edificio Luis G. Valdés de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM encontró un número primo de un millón mil 953 dígitos –cifra equivalente a casi la mitad de los caracteres empleados por Cervantes al escribir Don Quijote de la Mancha (dos millones 59 mil cinco) y poco más que los usados por Víctor Hugo en su novela Los miserables.
Tal resultado se consiguió con una estación de trabajo que corre Windows 7 –similar al que habría en cualquier casa–, conectado a la plataforma BOINC (siglas de Berkeley Open Infrastructure for Network Computing) una red de cómputo distribuido que le permitió llegar a este guarismo, explicó Alejandro Velázquez Mena, profesor de la entidad académica.
Por su magnitud, este número primo es considerado titánico y figura entre los 200 más grandes conocidos a la fecha. Una aplicación práctica es que los números primos titánicos robustecen la seguridad informática.
Este hallazgo se inscribe en el programa UNAM@Home, liderado por Velázquez Mena, cuyo fin es explorar el potencial del cómputo distribuido, es decir, del procesamiento obtenido cuando miles (y a veces millones) de ordenadores repartidos a lo largo del orbe se unen con un propósito: coordinarse para echar a andar iniciativas que requieren gran poder de cálculo.
“Para darnos una idea de la celeridad alcanzada por BOINC, basta decir que cuando opera a su máxima capacidad es dos veces más veloz que la supercomputadora china Tianhe-2, hasta hace pocos meses considerada la más rápida del mundo”, abundó
“La plataforma de Berkeley alberga tres decenas de proyectos (en rotación constante). Nosotros, en UNAM@Home, escogemos uno cada mes para sumarnos a él. En esta ocasión elegimos el llamado prime grid; fue así como llegamos a este número primo”.
Para el jefe del Departamento de Ingeniería en Computación, esos descubrimientos son importantes pues hacen pensar –como soñaba el filósofo Marin Mersenne en el siglo XVII o el físico Leonhard Euler en el XVIII– que es posible establecer una ecuación que, en cada oportunidad, arroje uno de estos números naturales nada más divisibles por 1 y por sí mismos (ya que sólo hay técnicas parciales para ello).
Los números primos titánicos robustecerían la seguridad informática, pues al incluirlos en el cifrado de datos, un atacante que deseara interferir en una operación bancaria de apenas minutos demoraría días enteros, lo que haría que cualquier esfuerzo de su parte fuera demasiado tardado y, además, en vano.
El universitario comentó que decidió incursionar en el cómputo distribuido y mostrar a sus alumnos que por esta vía pueden echar a andar trabajos ambiciosos sin preocuparse en demasía por limitaciones estructurales.
“De hecho, en el nuevo plan de la licenciatura de Ingeniería en Computación ya tenemos una materia llamada Sistemas Distribuidos, en la que se enseña a los jóvenes a programar en paralelo a fin de que constaten los resultados de esto, como que una PC casera encuentre un número primo titánico de más de un millón de dígitos en apenas 18 minutos y no en años, como se esperaría”.
Velázquez Mena colabora actualmente con el proyecto Serpent, a cargo de Juan Luis François Lacouture, del Departamento de Sistemas Energéticos del Instituto de Energías Renovables, por medio del cual busca modelar partículas nucleares y analizarlas.
Asimismo, el ingeniero ha creado una red local en Ciudad Universitaria, la cual funciona con decenas de ordenadores y consolas instaladas en los laboratorios del DIC, y a la que podrían sumarse equipos de la Facultad de Química. “Con esto estaríamos en posibilidad de respaldar a muchas entidades universitarias con proyectos demandantes en términos informáticos”, concluyó.
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