Por: Redacción
En México prevalece un reformismo interminable –más de 680 reformas realizadas a la Constitución desde 1917–, sin límites y tiempos a esa pretensión ni disposición que pudiera eliminar cada posible modificación constitucional, refirió el doctor Ricardo Espinoza Toledo, profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el país hay reformas permanentes, pero no hay políticas institucionales de largo plazo que prevean su aplicación y permanencia. El defecto del conjunto de reglas formales consiste en no tomar en cuenta su factibilidad, costo e impacto social, aseveró el politólogo.
Espinoza Toledo consideró que la inmovilidad parlamentaria se debe a un sistema político débil y una gran insatisfacción social, incluso de los propios actores políticos.
En el Seminario Racionalidad, Evolución y Aprendizaje. Claves del Cambio Institucional en México (1997-2015), el politólogo afirmó que el periodo de alternancia –entre 2000 y 2012– llevó a una etapa caracterizada por un presidente sin mayoría y frágil, con un congreso obstructor.
Durante el foro convocado por los Departamentos de Relaciones Sociales y Política y Cultura de la Unidad Xochimilco, en colaboración con la Asociación Mexicana de Estudios Parlamentarios, A.C., el docente aseveró que el endeble marco institucional deriva principalmente de la caída del precio del petróleo, el control de los grupos de poder –telefonía y televisión– sobre los órganos que deben regularlos, y la protesta social.
Espinoza Toledo dijo que la eficacia de la Ley depende de la responsabilidad social. Por eso, añadió, en el caso mexicano, la manera de procesar las decisiones es fundamental para el cambio en las instituciones, pues se requieren procedimientos abiertos e incluyentes que fortalezcan los bienes colectivos y el manejo de recursos públicos.
Gobiernos representativos y transparentes constituyen un pivote central del desarrollo social y son una precondición tanto de la participación igualitaria como de la estabilidad social, precisó.
Las instituciones, aseveró, son reguladoras duraderas de la acción humana que se estructuran mediante reglas y estrategias compartidas. Una institución, agregó, no se reduce a un conjunto de reglas constituyentes, pues para ser efectivas, éstas deben ser reconocidas y aceptadas colectivamente.
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