Por: Redacción
La diferencia entre los países con bajos índices de corrupción frente a los que presentan altos niveles en la expresión de este fenómeno está en que los primeros cuentan con instrumentos éticos de aplicación práctica, señaló el doctor Óscar Diego Bautista, especialista en temas de ética pública.
Durante la Jornada de Ética pública, prevención de la corrupción y ciudadanía en México, organizada por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Senado de la República, entre otras instituciones, el doctor en Ciencia política por la Universidad Complutense de Madrid afirmó que esta descomposición es mundial y atañe a toda la humanidad, pero es necesario explicar los altos o bajos índices respecto de la frecuencia con que se manifiesta en algunas naciones.
El investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) afirmó que el país tiene algunos instrumentos como la rendición de cuentas y la transparencia, pero en realidad “hay un vacío” porque es un tema mucho más amplio.
“Afortunadamente hay quienes hemos impulsado esta temática” y poco a poco cobra terreno, pues “al menos en el lenguaje político empieza a aparecer el concepto de ética”, incluso la Secretaría de la Función Pública tiene una oficina sobre el tema, además de que en 2015 el Diario Oficial de la Federación publicó las normas para crear comités, códigos y lineamientos de ética para los servidores públicos, y en la Cámara de Diputados surgió también uno para los legisladores.
El asunto ha cobrado relevancia, aunque el dato es que en México “tenemos al menos 500 años de corrupción, cinco siglos en que ésta se ha anidado, se ha multiplicado y “está en la cultura mexicana”, al grado de que muchos piensan que “así es el mexicano” y que es imposible erradicarla.
Los intentos por enfrentar esta “grave problemática” han sido “paliativos y acciones cosméticas”, pero “no se va a fondo”, porque se cree que es un problema sin solución y frente a estas opiniones escépticas “yo creo que sí la tiene”.
El catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM expuso que hasta ahora han sido propuestas “soluciones mágicas”, como la de crear un sistema nacional anticorrupción, cuando este fenómeno no se erradica por decreto.
Diego Bautista sostuvo que “estamos como Hércules frente a la hidra de siete cabezas” a la que le nacían dos nuevas por cada una que le era cortada”. De igual manera aunque detengan a algún corrupto, “sabemos que detrás vienen sus nuevos corruptitos”.
Frente a esta hidra que está enfrente “necesitamos, como decía Platón, verdaderos guardianes del Estado, servidores públicos que se pongan la camiseta” por brindar de la mejor manera este servicio.
Para entender la magnitud del problema es necesario contar con “mentes pensantes y con mucha sagacidad”, porque el fenómeno está en los tres poderes de la Unión y en los tres niveles de gobierno, así como en cualquier sector de la administración pública, las organizaciones civiles, el ámbito electoral, académico, religioso y privado, entre otros.
También es preciso conocer el origen del problema, el cual está en la conducta deshonesta del servidor público, “lo único que hace que un individuo sea corrupto o no es su formación, los valores que posea”, enfatizó.
En tal sentido la disciplina que se encarga de fomentar valores en el ser humano es la ética y “si –como ya lo decían los grandes filósofos– queremos formar servidores públicos que llevan la responsabilidad del Estado, necesitamos que tengan un perfil básico: una conducta honesta”.
La ética pública es la disciplina que estudia la conducta, los hábitos, las costumbres y el carácter del ser humano, y cuando este ámbito de estudio se enfoca al comportamiento de los servidores públicos, la pregunta es ¿quién les enseña valores?
En otros países hay organismos e instituciones enfocados a ese propósito, “pero aquí puede ser alcalde un futbolista, o un payasito, porque hemos descuidado estos aspectos que son esenciales”.
Es necesario que quien pretenda convertirse en funcionario público conozca e interiorice los valores que son inherentes a esta actividad, así como hacerle ver la importancia de su función, porque eso es lo que “nos permitirá frenarnos ante la tentación de la corrupción”.
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