Por: Javier Divany Bárcenas
En México, el suicidio es considerado una de las mayores causas de muerte en las y los jóvenes. Crisis económica y social que padecen por el desempleo, estudios inconclusos y las pocas o nulas posibilidades de éxito, potencian el problema, aseguró el diputado Rafael Hernández Soriano (PRD).
Señaló que a pesar de que el gobierno federal ha diseñado programas de combate a la pobreza, el hambre, y da diversos apoyos económicos con el propósito de mejorar el capital humano, poco se hace para atender la salud mental de la juventud.
“El suicidio de jóvenes es una tragedia no mencionada en nuestra sociedad, ya que es considerada como tabú y, al ser estigmatizado, se evita la idea de que nuestros jóvenes encuentran la vida tan dolorosa y sin futuro que de forma consciente y deliberada se causan la muerte; por ello, la urgencia de atenderlos”, precisó.
Ante esta problemática, el secretario de la Comisión de Gobernación impulsa un punto de acuerdo para exhortar a la titular de la Secretaría de Salud, Mercedes Juan López, a implementar una línea telefónica de apoyo a personas con depresión, con el propósito de lograr avances significativos en la atención de la salud mental y la reducción de las cifras de suicidio entre la juventud.
Asimismo, solicita a la instancia federal crear y promover campañas de prevención y programas de atención al suicidio entre las y los jóvenes en particular y a la población en general.
El también secretario de la Comisión de Derechos de la Niñez destacó que, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México cometen suicidio más de 5 mil personas al año, y es la tercera causa de muerte en adolescentes de 15 a 19 años.
Mencionó que tan sólo en 2013 ocurrieron 2 mil 345 suicidios en jóvenes en ese rango de edad, lo que generó una tasa de 7.5 suicidios por cada 100 mil jóvenes.
En el caso de los suicidios en mujeres, 18 por ciento fueron jóvenes de 14 a 19 años; 17.3 por ciento tenían 10 y 24 años, mientras que 12 por ciento estaba entre los 15 y 29 años de edad.
Para el caso de los hombres, continuó, 10.6 por ciento de quienes se suicidaron tenían entre 14 y 19 años, es decir, uno de cada 10 suicidios lo cometió un joven en ese rango de edad; mientras, 15.4 por ciento de los que se suicidaron tenía entre 10 y 24 años y 13.7 por ciento entre 15 y 29 años de edad.
Resaltó que ahorcamiento, estrangulamiento y/o sofocación se ubican como el principal método utilizado por la población que se suicida, con el 77.3 por ciento. El 78.9 por ciento lo realizan los hombres y 69.9 por ciento las mujeres.
El disparo con arma es el segundo método más empleado por los hombres, o sea, el 10.9 por ciento, mientras que para las mujeres es el envenenamiento, 21.8 por ciento.
Precisó que el 88.8 por ciento de los lugares de ocurrencia del suicidio son en casa, en primer lugar; seguido de la vía pública y la cárcel.
El diputado federal por la Ciudad de México explicó que la pobreza que padecen las familias en el país, provoca que más jóvenes se vean obligados a dejar la escuela y buscar un trabajo y, al no encontrarlo y tampoco contar con la opción de continuar sus estudios, enfrentan una desarticulación que genera depresión y desesperanza, considerando como salida rápida el suicidio.
Respecto a la deserción escolar, comentó que este problema es un fenómeno que va al alza, lo que significa un fuerte impacto económico, ya que de acuerdo con la Secretaria de Educación Pública (SEP) representa un costo de 34 mil millones de pesos para el país.
En tanto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el Panorama de la Educación 2014, señaló que en México persisten altos niveles de deserción escolar en la educación media superior y superior.
En cuanto a la pobreza, mencionó que gran parte de la población en México, 80 por ciento, lleva un nivel de vida restringido económicamente, al tener serias dificultades para solventar sus gastos diarios de primera necesidad como alimentos, ropa, vivienda, salud y servicios básicos.
Entre 2006 y 2012, hubo casi 17 millones más de personas en pobreza y casi 9 millones en pobreza extrema, al considerar sólo el ingreso de las personas.
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