Por: Redacción/
Para 2019, se espera que la economía mexicana siga su tendencia de crecimiento. “No hay pronósticos de contracción, esperamos que se mantenga al menos con un crecimiento inercial, y puede que crezcamos más; entonces no hay que ser pesimistas”. Lo que tenemos no es una tendencia concreta, es un punto lleno de claroscuros: no hay un beneficio completo ni una pérdida completa, expuso César Salazar, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Históricamente, se vivieron crisis sexenales desde 1976: al final del gobierno de Luis Echeverría, luego en 1982 con José López Portillo, crisis inflacionarias durante el gobierno de Miguel de la Madrid, y quizá una de las más recordadas, la de 1994, al final del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, que marcó una devaluación en la paridad peso-dólar, recordó.
No hay indicadores de crisis, reiteró, pero recomendó estar atentos a lo que pueda ocurrir: “Hay esperanza de que sea un año mejor que los últimos, pero se debe estar a la expectativa, saber que no todo depende de lo que hagan los mexicanos, pues hay condiciones internacionales que determinan la situación. Empezamos un nuevo gobierno y esperamos que se echen a andar proyectos productivos, pero no serán inmediatos”.
El doctor en Economía mencionó que cualquier política que se aplique no tendrá efectos inmediatos visibles, pero sí se pueden sentar las bases para un crecimiento sostenido en los próximos años. “Hay que tener esperanza, pero no confiarse; no hay que endeudarse con cosas que no son relevantes”.
Sobre cómo estar preparados en las finanzas personales, recomendó racionalizar el consumo y no caer en despilfarros, pues dados los movimientos de las tasas de interés, se debe tener cuidado de adquirir un crédito, revisar que las tasas de intereses sean fijas, que el CAT esté especificado, que no se adquieran préstamos con mensualidades pequeñas a plazos largos, tener racionalidad en el consumo y no endeudarse de más.
También recomendó tener cuidado con los meses sin intereses, pues en caso de no liquidar las mensualidades, los intereses, comisiones y morosidad son muy altos.
¿En qué invertir?
Al ser cuestionado sobre las posibles formas de invertir, apuntó que si hay dinero líquido se tiene que llevar a un activo financiero que dé por lo menos la inflación, porque las tasas activas para cuentas a la vista son muy bajas.
¿En dónde invertir?: “se deben hacer consideraciones importantes fuera del sistema financiero tradicional, y el dinero se puede llevar a un fondo de inversión que garantice tasas de rentabilidad mayores. Sin embargo, hay riesgos, porque si una institución bancaria entra en quiebra, hay un seguro que respalda los depósitos que se hayan realizado, pero si un fondo de inversión entra en quiebra, no hay nada que respalde”.
Hay que tener cuidado en qué clase de instrumento se invierte, quizá si hay mucho dinero líquido para inversiones, vale la pena arriesgar una parte en activos con altas tasas y mayor riesgo, pero si no, es mejor tenerlo asegurado en caso de contingencia, dijo.
“Las inversiones en oro o inmuebles son atractivas a largo plazo, porque mantienen su valor con el tiempo. Pueden tener fluctuaciones a corto plazo, pero a futuro valdrán más. En cuanto a invertir en dólares, pues los que compraron hace cinco años a 13 pesos hoy tienen una ganancia considerable, pero comprar ahora es una apuesta arriesgada, es poco probable que el tipo de cambio llegue a 25 o 30 pesos; se mantendrá en el rango de 21 o 22, con las presiones que haya, a menos de que ocurra una catástrofe”.
Se ha hablado de la posibilidad de utilizar reservas internacionales para financiar programas públicos o proyectos productivos, ¿es viable? El encargado de las reservas es el Banco de México, quien tiene autonomía de gestión; la idea de darle autonomía fue para que los gobiernos no cayeran en excesos, como imprimir dinero para financiar su gasto, con efectos negativos sobre la inflación. El Gobierno Federal no puede usar las reservas internacionales para financiar su gasto, a menos que se cambiara la ley, pero sería un proceso muy visible.
Panorama internacional
Después de que se firmó y entró en vigor el Tratado de Libre Comercio en 1994, México tuvo un crecimiento importante de sus exportaciones e importaciones; sin embargo, nuestro sector externo es deficitario, compramos más de lo que vendemos. Después de las crisis de 2008-2009 hubo una desaceleración del comercio internacional, en función de que el ingreso en Estados Unidos, nuestro principal socio, se contrajo.
En el contexto de la lógica internacional, producimos bienes finales para comerciarlos con EU, “por ello tenemos un superávit con esa nación, y es lo que hace que el presidente Donald Trump diga que nos apropiamos de las ganancias, cuando en realidad tenemos un déficit con el resto del mundo, porque como armamos los bienes finales, debemos importar los insumos.
“Además, exportar mucho no necesariamente es una buena noticia para México, porque maquilamos lo que importamos y lo vendemos a nuestro mayor socio comercial del norte”.
El universitario señaló que cada vez son menos importantes las exportaciones del rubro petrolero, pues del total exportaciones que se realizan, la mayoría son manufactureras.
Sin embargo, actualmente hasta el 20 por ciento del presupuesto público nacional proviene de recursos del petróleo. “Si exportamos menos porque la producción está en decaída, será malo, y sin capacidad de originar productos refinados, tendremos que importar, y eso es negativo. Si la importación de gasolinas sigue, nos volvemos vulnerables; antes se importaban tres de cada 10 litros, ahora son seis de cada 10.
Estados Unidos ha crecido más de lo que se esperaba con Trump, las políticas fiscales de ese país han tenido cierto impacto positivo, el desempleo está en el menor nivel, son también buenas noticias para México porque impulsará la demanda externa, remarcó.
Además, México necesita una reforma fiscal, pues es uno de los países que menos recauda. Sin una reforma los proyectos productivos se quedarán a medias, o tendrán que desatenderse otros que también son importantes. El Estado debe encontrar fuentes de financiamiento alternativas, concluyó.
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