- A través de redes sociales se anunció la muerte de Raúl Esquivel Carbajal, mejor conocido como el Jefe Vulcano, uno de los servidores públicos más queridos por la ciudadanía. En agosto de 2015 el equipo de Mugs Noticias pudo entrevistarlo.
Por: Oswaldo Rojas/
Cuando la alarma suena, solo se tienen 30 segundos para partir. Frente a cuatro pantallas el jefe advierte si es necesaria su presencia para dirigir al equipo. Con 47 años de experiencia es el jefe, pero es uno más en el campo, en el combate a las llamas. Todos lo conocen como Jefe Vulcano.
Raúl Esquivel Carbajal, representa a todos y todos son uno, como Los Mosqueteros. Solo que en los momentos de mayor necesidad y peligro, éstos caminan con la mano en el hombro, en una sola línea, es sentir el apoyo, la compañía, la esperanza de terminar bien cada encomienda que nace de una llamada telefónica a la Estación Central de Bomberos de la Ciudad de México.
El lugar donde trabaja es uno de los más simbólicos de esta corporación que ayer cumplió 128 años de existencia. Está lleno de recuerdos hasta para el cine mexicano, allí está, bien conservada, La Cantinflas, un vehículo que utilizó Mario Moreno en su interpretación del Bombero Atómico.
Raúl Esquivel Carbajal, tiene 71 años de edad. En sus blasones se guardan anécdotas de los momentos más difíciles de la capital mexicana y sus alrededores, de los habitantes que sin saberlo, han tenido entre ellos a un hombre que no habla de sí, habla de todos, todos son sus compañeros y son uno solo.
Los bomberos son la abnegación, el valor y el sacrifico las virtudes escritas en el calor del decálogo del Heroico Cuerpo de Bomberos.
El actual director general de la estación central en el D.F., Raúl Esquivel Carbajal, Jefe Vulcano, cultiva metódicamente en su equipo este entrenamiento moral.
El edificio resguarda un piso repleto de carros bomba, motocicletas cargadas con tanques de agua y escaleras telescópicas y un numeroso grupo de bomberos.
Un par de habitaciones en el lado izquierdo del patio son el cuarto de humo donde se hacen simulaciones de practica con temperaturas de hasta mil grados. La oficina del director se encuentra a un costado de la estatua de un bombero con hacha en mano.
El hombre que creció queriendo ser militar, tal vez por influencia de su padre policía, se hizo de un carácter disciplinado cuando ingresó como bombero en 1968, “cuando el trabajo se ofrecía en carteles pegados a misma estación y las profesiones no estaban tan burocratizadas”, afirma.
El Jefe Vulcano es amable, su hablar es pausado, piensa cada respuesta. Su cabeza es totalmente cana, su pulcritud en el vestir acentúa su disciplina.
Sus manos son como tenazas al apretar en el saludo. Su vida es entrenar, estudiar, dirigir.
El Jefe Vulcano explica que siempre está vigilando, para eso cuenta con cuatro televisores montados en las paredes de su oficina, dos walkie talkies permanecen a su derecha sonando y por si fuera poco se comunica con la sociedad a través de su cuenta de Twitter donde cuenta con 33 mil seguidores.
Mientras una sirena suena afuera avisando que un equipo sale a realizar un servicio, el director moreno y robusto nos platica que su primer día en campo, el equipo al que pertenecía tenía que apagar el incendio de una vulcanizadora sobre la avenida Zaragoza. Desvía la mirada un momento para recordar que no solo estaba nervioso, sentía miedo.
-Lo importante es que no te manden a meter, sino que te digan ‘váyase para atrás y te apoyas en mi y yo me encargo de esto’. Si (los muchachos) tienen miedo es imposible contratarlos. Lo importante es controlarlo ya que lo tienes –cuenta, mientras cruza sus dedos y aprieta las palmas, como para cortar el temor-.
“Muchas veces se siente el miedo en los muchachos, otros con mucha disposición te dicen ‘vamos a hacerle así y azado’ y eso te abre una válvula de escape para el estrés”.
Cuando Raúl Esquivel menciona a su equipo, sus compañeros, el orgullo y respeto se le cuela en las palabras. El líder de bomberos jamás ha perdido a ningún hombre durante sus 37 años al frente de algún equipo. Heridos y quemados sí, los accidentes los considera gajes del oficio.
Hablamos de las cualidades de un buen bombero y las que resaltan son la disposición y el valor para servir, incluso si el trabajo es rescatar gatitos o murciélagos, matar ratas aparentemente grandes y hasta controlar plagas. Sin estas virtudes no hay manera de servir, señala.
Forjado al rojo vivo
Sobre su larga carrera cuenta con experiencias complicadas de imaginar, tal ves vistas en el cine.
En la explosión de San Juanico, 1984, que hizo de esa madrugada brillante, de un aire denso y sofocante por una fuga de gas mal resuelta, él era jefe de estación en Tláhuac y relata que lo que se veía eran personas escapando, con graves quemaduras, otras tiradas. Muchas vidas perdidas.
En ese drama su equipo y él cerraron válvulas y las enfriaron para evitar una segunda explosión.
Durante el temblor de 1985, que puso de rodillas a la Ciudad de México, Esquivel cuenta que estaba en el patio de la central general dando las primeras órdenes del día cuando se comenzó el movimiento telúrico.
-Sentí una desesperación enorme. Primero por ver a la gente corriendo con sus pequeños, y luego cuando una persona está atrapada y la familia te dice que está ahí.
En Internet están fotografías y vídeos de gente aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 y de la forma desesperada en que algunos mueven los escombros buscando a alguien -Vivir eso nos ha ayudado mucho, la gente se ve obligada a prepararse. De estar capacitados para servir ante situaciones variables.
En el 68 no participaron aunque explica que en casos que involucran a manifestantes su trabajo es tenso, pues se trata de gente muy dura. Pero que gracias a la protección que ofrecen los granaderos en esas situaciones pueden desempeñarse lo más rápido posible. Cuenta que la gente siente respeto hacia ellos y difícilmente les impiden realizar sus labores.
Recuerda que la primera vez que vio un cadaver quedo profundamente impresionado. Confiesa con humildad que se le han saltado las lagrimas de ver tanto dolor y muerte reunido en un instante.
-Unos dicen que no, pero como no de ver a niños destrozados. Es un trauma que te sigue. A veces es necesario recurrir al equipo psiquiátrico para poder disminuirlo- Al final, mientras asiente con la cabeza para si mismo, dice que ver la muerte causa siempre una sensación que se debe dominar- El carácter de un bombero debe imponerse en la calle, para dar orden, porque al final la gente confía en nosotros.
Compromiso histórico
De eventos como los anteriores han aprendido mucho. Ahora están certificados por la oficina de desastres de Estados Unidos, por la ONU, con equipo nuevo fabricado en el extranjero y mayor preparados en derrumbes.
Para él el heroico cuerpo de bomberos tiene bien merecido ese titulo, dado por el otrora presidente Miguel Alemán Valdez. Para el los bomberos son héroes porque la gente confía en su trabajo.
-Van 128 años, no le podemos fallar a la gente. Nuestros antepasados dieron mucho, por eso debemos mantener en alto al cuerpo de bomberos- en su equipo no hay lugar para los que defraudan la responsabilidad caída sobre ellos. Si llega a haber alguna inconformidad con el gobierno prefiere el diálogo a la manifestación.
El Jefe Vulcano tiene 35 años sin tomar vacaciones, despertándose a las cuatro y regresando a su casa a las nueve. Todos los días. Se ha vuelto una necesidad el estar siempre alerta, en su trabajo a encontrado reconocimiento que ‘quien no quisiera tener’. Ese es el único motor que necesita para servir a la gente y rodearse del mejor equipo posible.
-En el equipo el elemento B debe dar y sentir confianza. Nosotros los mandos debemos estar presentes, sobre todo en eventos delicados. Un mando debe estar al pendiente de su gente, siempre lo he dicho ‘no vayan, ¡Vamos!’.
Por su trabajo diario el gobierno del Distrito Federal los reconoce como una prioridad por encima de otros gastos y da fondos para que se adquieran las herramientas que puedan llegar a necesitar, aún en los casos más improbables.
Reconoce que durante el gobierno de Mancera han recibido un apoyo superior al de administraciones anteriores, exceptuando el gobierno de Alejandro Encinas que entre otros ejemplos dio 100 autos al cuerpo de bomberos.
Dice que en diciembre próximo recibirá equipo, 10 camionetas lobo, una retro excavadora y trajes de buzo. Además de los 70 millones que Mancera tiene disponibles para ellos. Su complacencia es evidente, sabe que son recursos valiosos que servirán para ayudar y salvar vidas.
Imagino la vida de Raúl Esquivel que en promedio al día coordina 130 servicios, 6 de ellos incendios. Al año deben ser cerca de 3 mil. Debe poder generar la respuesta a los siniestros en 5 o 10 minutos. Su esposa y dos hijos entienden la responsabilidad que encarna, el dice que el entendimiento y unidad es el motor familiar.
Un hombre viviendo en ese ajetreo constante se da tan solo un respiro ocasional en su casa de campo, para sembrar árboles, cuidar su ganado y disfrutar a sus caballos.
Al salir de la oficina el equipo del Jefe Vulcano se ve tranquilo, algunos platican recargados en la pared, otros alistan las cosas para festejar su día. Es innegable el movimiento que se vive en la central, las radios que emiten comunicados no paran su algarabía. Aunque la fiesta se acerca un camión activa su alarma y sale a la avenida para resolver alguna petición.
El Jefe Vulcano, esta vez, no viste su uniforme, sobre su pecho sobresale un monitor de ritmo cardiaco. Es fuerte y atlético. Su vida ha incluido 45 años un inicio a las 4 de la mañana y un cierre de actividades que va más allá de las diez de la noche. Nada lo detiene par seguir respondido a quien solicita ayuda: “!Vamos para allá!”.
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