Por: Redacción
En sus cuatro mil 500 millones de años de existencia, la Tierra no había experimentado un calentamiento global tan acelerado como en el último siglo, pues la temperatura subió cerca de un grado, y aunque es difícil formular predicciones, se espera un incremento mayor en esta centuria, advirtió Joan Albert Sánchez Cabeza, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM.
El cambio climático ha generado graves impactos en los litorales mexicanos; por ello, investigadores de esta casa de estudios impulsan un proyecto para monitorear la situación en Mazatlán, Sinaloa; Ciudad del Carmen, Campeche; y Puerto Morelos, Quintana Roo, sedes foráneas del ICMyL y enclaves que representan algunos de los ecosistemas costeros nacionales más característicos.
Así, se han percatado de que el aumento de la temperatura afecta los seres vivos de dichos lugares, por lo que algunas especies emigran para sobrevivir.
El objetivo del proyecto es crear una base de datos integrada que incluya la nueva información generada, resultados históricos y registros sedimentarios útiles para preservar estos entornos. Ésta llevará por nombre Tulum, por evocar un lugar que representó un papel importante en el tránsito marino y al pueblo maya, expuso el investigador en el Instituto de Física.
Como ejemplo de este tipo de esfuerzos, el Observatorio Costero de Mazatlán opera desde 2013 con el objetivo de identificar y cuantificar el impacto de este fenómeno en la zona sinaloense, mediante la determinación de indicadores como la temperatura y salinidad superficiales, el nivel del mar y el oxígeno disuelto en el océano. También se estudian los núcleos sedimentarios a fin de reconstruir los impactos del cambio global en el pasado.
Con este proyecto se busca generar datos e información a largo plazo para determinar las tendencias de las alteraciones en los litorales de México. “En una década podremos observar lo importante que son estos datos”, subrayó Sánchez Cabeza.
Las problemáticas
Al impartir la conferencia Observatorios costeros del cambio global y climático, destacó que, hasta el momento, se ha detectado que las zonas estudiadas enfrentan diversas problemáticas, como el aumento de temperatura que afecta a los seres vivos del lugar.
“Ante esta situación algunas especies emigran al norte para sobrevivir, pero aquellas que no pueden moverse desaparecerán. Por ejemplo, varios tipos de algas ya no están y el pez león ha venido del ecuador a las costas mexicanas a buscar una temperatura adecuada para prosperar. Durante los eventos de El Niño se ha dado un gran blanqueamiento y mortalidad del coral”, refirió.
Otro aspecto preocupante es el nivel del mar, que ha aumentado tres o cuatro milímetros por año. De continuar así, en un siglo habrá crecido 30 o 40 centímetros. Hoy sabemos que en Mazatlán y la península de Yucatán el agua sube no sólo de forma lineal, sino acelerada. Desafortunadamente, esto afecta a los manglares, que al acumular sales de forma excesiva, propician el deterioro de los recursos naturales del sitio.
Otro problema es la hipoxia (falta de oxígeno), que aunque es un fenómeno natural en algunas áreas, ha aumentado en los litorales debido a la actividad humana.
Finalmente, debido al incremento de dióxido de carbono (CO2), éste se hace presente en el agua marina, que se acidifica. Ello trae consecuencias graves, por ejemplo, a lo largo de la costa que va de Canadá a Baja California Sur algunas especies de moluscos, como los ostiones y el abulón, han disminuido.
El futuro
Salvar el planeta dependerá de cómo nos comportemos los humanos, de nuestra manera de usar el automóvil, de si tendremos ciudades más pequeñas e incluso de si comemos menos carne y más verduras, apuntó el universitario.
Al respecto, detalló que la cantidad de CO2 que emitimos a la atmósfera es la peor imaginable. “Si no modificamos nuestros hábitos, la situación continuará o empeorará”.
Sobre esta temática, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha identificado que la falta de información, observación y monitoreo del medio –en lo que incurre México– es uno de los principales obstáculos para adaptarnos como sociedad a este fenómeno.
Una de las estrategias para ajustarnos a lo que pasa es poner atención a los sistemas de alerta temprana, como los observatorios ambientales. En este contexto, las zonas costeras son de especial importancia socioeconómica debido a los numerosos servicios ambientales que proporcionan, los cuales se ven afectados gravemente ante este escenario adverso, concluyó Sánchez Cabeza.
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