- TikTok plantea, como todas las redes sociales, una figurabilidad del ver, pero no condiciona la mirada porque ésta se construye culturalmente.
Por: Redacción/
El uso de Tiktok, entre otras plataformas digitales, evidencia que la sociedad vive un cambio de paradigma acerca de lo que se entiende por íntimo o privado, lo que afecta “la manera de hacer una lectura sobre los cuerpos” en dicha aplicación y en muchas otras, coincidieron en señalar investigadores y activistas durante foro sobre el tema organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La licenciada Angie Contreras, directora de la revista feminista digital Quintaesencia, afirmó que los algoritmos en este tipo de aplicaciones constituyen una maquinaria que aprende lo que va observando y que se alimenta de lo que los usuarios consumen, dicen y reproducen.
“Podríamos decir entonces que el algoritmo es machista, racista o clasista porque eso es lo que las personas dan como datos”, sin embargo, es necesario comprender que “vamos interpretando lo que se reproduce desde las plataformas” y, por lo tanto, “lo que hacemos en los espacios físicos se está trasladando a los sociodigitales”, subrayó durante el Conversatorio Análisis sobre la exhibición del cuerpo femenino en la plataforma Tiktok, nuevas formas de sexualización.
Las creencias, aprendizajes y prejuicios reproducidos en los sitios físicos son trasladados a los ámbitos digitales; entonces, de quién es la culpa de los videos que, desde su decisión, algunas mujeres suben a las plataformas. Habría que preguntarse en dónde está la diferencia entre la mirada que va a sexualizar y el video que se sube, porque una situación similar se presenta cuando se culpa a la población femenina por traer escotes que puedan provocar a los demás.
En ese contexto, “si es difícil hablar de sexualidad en los lugares físicos, también lo es hacerlo en los digitales”, comentó.
El doctor José Alberto Sánchez Martínez, investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la Unidad Xochimilco, consideró la importancia del abordaje de los temas de sexualización y la belleza porque hay modos de ver establecidos “y son con los que nos enfrentamos siempre a las imágenes digitales”.
La mayoría de las veces están relacionados con perspectivas culturales que van dando forma y “figurabilidad” al algoritmo y que condicionan y guían los modos de ver en la pantalla; prueba de ello es que “si hiciéramos reflexión de los contenidos que vemos y consumimos, caeríamos en cuenta de que hay diferenciaciones muy particulares sobre lo que vemos y cómo lo vemos”.
TikTok plantea, como todas las redes sociales, una figurabilidad del ver, pero no condiciona la mirada porque ésta se construye culturalmente, comentó.
El estatus de belleza corporal femenina y masculina se instala desde la modernidad y la burguesía, que ha tenido una enorme influencia en la forma como se constituyeron los roles de higienización de la mirada y los modos de ver, la condición de la sexualidad y los usos y prácticas de la sexualidad.
En este servicio de videos la imagen está muy relacionada con procesos de blanquitud, no desde el punto de vista del color de una raza, sino de cómo se pule todo el defecto y se hace un barrido de todas las condiciones que no son aspectos de lo que puede ser bien visto, por lo que hay cierto tipo de prácticas en las cuales la belleza es resultado de la hipervisibilidad y continuación de cómo el aspecto se traslada desde modos de ver y sentir instituidos en la sociedad, a constituirse en fetiche digital.
De acuerdo con el investigador, esta reproductibilidad está vinculada no sólo con la sexualización sino con la “pornoficación”, que deriva de cómo se genera en la era digital una pornografía voluntaria. “Hay una cuota de voluntad y evidentemente estamos en una época de entretenimiento radical que es necesario analizar”.
Desde cierta perspectiva “podríamos pensar que hay una cosificación del cuerpo que se muestra sexualizado” en estas aplicaciones, sin embargo, hace tiempo que se discuten temas acerca de la intimidad y “del giro emocional” sobre lo privado.
Efectivamente, existe una perspectiva de sexualización muy fuerte “que la mirada reproduce como tal y con una serie de complejidades sociales tremendas”; pero por otro lado hay “una alta performatividad desde la cual tendríamos que empezar a trabajar otras perspectivas que ayuden a matizar el problema de cómo vemos y sentimos”.
La doctora Isaura Eugenia Sánchez Hernández, docente de la Maestría en Comunicación de la Universidad Simón Bolívar, dijo que estas aplicaciones también tienen que ver con el “borramiento” de las esferas entre lo público, lo privado y lo íntimo y, por ejemplo, un cuerpo bailando con toques eróticos era en otros momentos relegado al espacio de lo doméstico e incluso de lo íntimo, pero en este momento en que el cuarto propio ha sido conectado y visibilizado, esa misma dilución de las barreras también establece nuevos códigos del hecho de mostrarse.
Lo anterior lleva a la necesidad de reflexionar hasta qué punto el goce del cuerpo es algo que, en lugar de vivirse y experimentarse, establece como condición el mostrarse para poderse realizar.
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