Por: Redacción/
El trabajo no clásico, identificado como aquel que no paga impuestos, abarca también la contratación por honorarios, un rubro que cumple con obligaciones fiscales, pero en el que los empleados no reciben las prestaciones de ley, afirmó la doctora Marcela Hernández Romo, investigadora del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La profesora subrayó que ese sector no ha sido atendido como se requiere, limitándose a las actividades comprendidas en la informalidad, aun cuando el rubro abarca otros ejemplos, entre ellos los vendedores por catálogo, quienes no encajan directamente en el término de informalidad ya que forman parte de una estructura financiera arropada por una gran empresa.
En la mesa de análisis Los trabajos no clásicos. Dialogo con los actores explicó que, tanto desde el gobierno como en la academia este concepto ha sido generalizado como aquellos que no cumplen con las obligaciones fiscales ni están registrados ante la Secretaria de Hacienda y Crédito Público.
La señora Laura López explicó que desde hace más de 30 años se dedica a la venta de productos por catálogo de distintas marcas, la principal de las cuales la hace firmar un contrato foliado que la compromete a cubrir un mínimo de 600 pesos por campaña, aunque ella ingresa entre mil y tres mil pesos mensuales y goza de derechos básicos al estar afiliada al Instituto Mexicano del Seguro Social, con opción a jubilación.
En ese tipo de compañías existen dos maneras para obtener ingresos: por venta de mercancías, pero sin capacidad de desarrollo dentro de la empresa, y mediante el reclutamiento de personas, un mecanismo que sí genera crecimiento económico y de puesto, que además puede ser complementado con la comercialización de productos, esto es, un multinivel organizado.
López lamentó que a pesar de que alcance las metas, las coordinadoras de zona no cumplen con la entrega de los objetos prometidos como estímulo, “ni existe forma de exigir lo que uno se merece”.
En la mesa de análisis, celebrada en la Sala Quetzalcalli de la Unidad Iztapalapa y que forma parte de la metodología de investigación del trabajo terminal de los estudiantes de Sociología Aplicada, también participó la señora Petra Villegas, quien desde muy pequeña se ha encargado del cultivo y venta de productos de forma ambulante en los municipios de Ixtapaluca y Ozumba en el Estado de México, pero padece las imposiciones de agrupaciones locales que de forma autoritaria deciden las cuotas y los metros de espacio que le corresponden para vender.
Por ende, explicó que no sólo debe pensar en tener ganancias por su producto sino que también debe pensar en los pagos al municipio y a la organización de tianguistas.
Villegas señaló que el dinero que obtiene únicamente le alcanza para sobrevivir y mandar a sus dos hijos pequeños a la escuela mientras que los mayores ya comenzaron a ayudarla a vender mientras ella cultiva los productos.
Los dos casos ilustran el punto de la superficialidad del concepto de trabajo informal, ya que ellas están dentro de estructuras de legalidad sin embargo no cumplen sus obligaciones fiscales y definitivamente no cuentan con un sustento legal y social que las pueda proteger.
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